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"La competición no forja el carácter. Lo revela". Imanol Ibarrondo


España / Liga BBVA 2015-2016 / Fútbol

Historias de la Liga: no todos llegan

por el 15 septiembre, 2015 • 9:22

trashorras

El partido del lunes entre el Rayo Vallecano y el Deportivo de La Coruña dejaba uno de esos detalles curiosos que pasan inadvertidos: Roberto Trashorras y Fernando Navarro se volvieron a encontrar sobre el césped de un estadio de primera división. No es algo insólito, lo han hecho en muchas ocasiones, de hecho, hace tiempo que ya es meritorio que lo hagan, pues cuentan con 34 y 33 años en su documento de identidad, una edad en la que ya se empieza a ser sospechoso en la élite del fútbol español, pero ellos son triunfadores que llevan 15 años en estos escenarios. Entre 2000 y 2003 incluso llegaron a compartir equipo en el filial del F. C. Barcelona; ahora siguen dando guerra.

Aunque parezca un detalle insignificante ese reencuentro, no lo es tanto si observamos por ejemplo la plantilla del Barça B de la temporada 2000-2001, por poner una referencia bastante definitoria de lo complicado que es esto de llegar a la élite. Obviamente esa fábrica de sueños condiciona mucho la carrera de un jugador; pertenecer al Barça o al Madrid en algún momento puede abrir muchas puertas, aunque también puede aumentar las expectativas sobre el nivel del futbolista. Como bien diría un amigo relacionado con esto del balón y los once jugadores: “El fútbol se encarga de ponerte en tu sitio”.

Ese año el Barça B se encontraba en Segunda B y tenía una generación cualquiera en ese club; ya habían quedado atrás los Xavi, Puyol, Gabri, Mario Rosas, Arnau o Luis García y llegaba otra hornada. En esta los ingredientes eran de nuevo ilusionantes, como casi siempre en los filiales de los grandes clubes. Una ilusión contrapuesta al estado del club que vivía días de dudas, tanto en lo deportivo (el primer equipo cambió de entrenador hasta en tres ocasiones: Serra Ferrer, Rexach y el retorno de Louis van Gaal) como en lo institucional, donde el presidente Josep Lluís Núñez se marchaba para dar paso a Joan Gaspart.

El equipo lo entrenaba Josep Maria Gonzalvo, un clásico de la 2ªB y reconocido analista de la televisión autonómica catalana, y gozaba de jugadores con expectativas muy altas, algo que desde el club no se manejó bien. El dinero fue un carro de batalla perdido antes de comenzar para el cuerpo técnico. La diferencia monetaria de las fichas de los futbolistas provocó que el grupo no gozara de la armonía suficiente, la horquilla pasaba del contrato millonario de algunos a lo justo de otros, y entre eso y la situación del club el equipo que lideró la primera vuelta acabó en un inesperado 11º lugar tras desinflarse en la segunda vuelta del campeonato.

Más allá del resultado de ese equipo, lo que nos trae a este artículo son los hombres. En la actualidad solo un jugador sigue en el F. C. Barcelona: Andrés Iniesta. Por aquel entonces el manchego apenas era un juvenil de 16 años que disputó solo 10 encuentros. Aquel año lo pasó mal, su físico todavía era contrarrestado por veteranos curtidos. Por aquel entonces jugaba de cuatro y todavía estaba en fase de aprendizaje, aunque el propio entrenador estuvo muy encima de él para vigilar su progresión. Contaba Gonzalvo que el día de su debut ante el Figueres, antes del partido descubrió al Iniesta más íntimo: “Fui a verle y me sorprendió la sencillez y la pulcritud de la habitación, aparte de tener muchos símbolos religiosos en ella”.

Otros jugadores llegaron a la primera plantilla. En la portería había una competencia de primer nivel: José Manuel Reina y Víctor Valdés. El primero partía con ventaja y, tras jugar la primera vuelta, saltó al primer equipo y ya no bajaría de la élite. El segundo cogió el testigo y, pese a ser seguido muy de cerca por Frank Hoek, quien esperaba que fuera el portero del futuro del Barça, su madurez todavía no era la adecuada y no encajaba las correcciones de buena manera. Posteriormente cumplió su destino y fue ese portero que todos esperaban. El tercero en discordia era Javi Ruiz, menos talentoso que los otros dos, pero con una gran ética de trabajo, lo que le llevó a jugar dos temporadas en segunda división y a estar tres años en la primera plantilla del Espanyol, aunque no llegó a debutar en liga. El resto de su carrera lo pasó en equipos de la Segunda B.

La defensa titular coqueteó con la élite. Bermudo tuvo un solo año en primera división, en las filas del Tenerife, y las lesiones pararon su progresión; Iban Cuadrado estuvo cuatro temporadas en dicha categoría entre Murcia y Málaga; la técnica y polivalencia de Óscar López no supo aguantar el salto a la fama de saltar al Camp Nou y apenas gozó de 35 partidos en la máxima categoría; y Luis Miguel Carrión hizo carrera en Segunda B llegando incluso a ascender a segunda con el Nàstic de Tarragona. Mención especial para el central en el que se fijaba Gerard Piqué en sus años en el fútbol base: Dani Tortolero. Por el club corrían informes que avisaban de que era el mejor central de la casa, pero el fútbol no le tenía guardado un sitio a Tortolero en el Camp Nou, sino en la segunda división, donde hizo carrera a un gran nivel.

El centro del campo contaba con dos jugadores que han triunfado en el fútbol, pero lejos del Barça: Thiago Motta y Mikel Arteta. El primero. recién llegado de Brasil, sin apenas conceptos del fútbol europeo y con una agresividad que enturbiaba la calidad que poseía. El segundo no encontró acomodo en el conjunto azulgrana al encontrarse Pep Guardiola y Xavi Hernández ya en el primer equipo, maestro y alumno.

Además, el equipo tenía tres de esos jugadores señalados para ser estrellas, pero que finalmente no acaban cumpliendo las expectativas creadas: Sergio Santamaría, Haruna Babangida y Nano. El primero tuvo que soportar la carga mediática de conseguir el Balón de Oro en el Mundial sub-17 de Egipto, en un torneo donde Xavi y Ronaldinho habían participado, y posteriormente bajar su nivel hasta hacerse prescindible para el técnico. Su carrera tras salir del Barça en 2004 se alejó de la primera división y pasó sin pena ni gloria por segunda y Segunda B.

Los casos de Babangida y Nano estuvieron muy condicionados también por la expectativa generada desde el entorno y la manera de gestionarla por parte de ambos. El nigeriano, con 16 años, lo tenía todo para romperla, era la perla de La Masia y la prensa ensalzaba su figura. La excesiva y precipitada campaña para llevarlo hacia el primer equipo le afectó; se encontró con los bolsillos llenos y se distrajo con temas alejados del fútbol y acabó saliendo del Barça y haciendo de auténtico trotamundos. Sin embargo, sus despistes aún fueron célebres fuera de Barcelona. Para muestra, un botón: en 2010 fichó por el filial del Mainz con 28 años para intentar hacerse hueco en el primer equipo, y cuando fue llamado a filas por Thomas Tuchel, técnico por aquel entonces del conjunto alemán, no se presentó. Posteriormente se sabría el motivo: se había dormido.

Nano lo tenía todo para triunfar: fuerte, alto y rápido. Un extremo que parecía marcado para hacer época. Sin embargo, podría decirse que fue una víctima de la situación del club. Llegó al primer equipo y tuvo una oferta del Arsenal que los técnicos aconsejaron al club que aceptara, pero la dirección deportiva hizo oídos sordos y le renovó con una ficha desmesurada para su edad, algo que a la larga acabó penalizándole. Su rendimiento fue decreciendo y pese a haber hecho una extensa carrera entre primera, segunda y Segunda B, su historia no llegó a ser la esperada.

En aquella plantilla también estuvo el nigeriano Samuel Okunowo. Llegó aquel año y sorprendió al técnico Josep Maria Gonzalvo por una extraña circunstancia: “Me lo presentaron y me lo llevé a entrenar. Veía que sus movimientos en el entrenamiento no eran naturales. Resulta que vino lesionado, con una ruptura fibrilar que ni él ni nadie comentó y que se agravó de tal manera que estuvo tres meses para recuperase”. Debutó con Van Gaal, aunque su nivel parecía lejos de estar a la altura del Barça. Posteriormente su carrera lo alejaría de la élite con rapidez hasta el punto de vagar por ligas como la de Rumanía, Albania, Ucrania, Irán, Maldivas o la quinta división inglesa, antes de volverse a Nigeria, donde tras un incendio que le dejó sin casa intentó pedir ayuda para volver a España.

Otros jugadores de esa plantilla tuvieron carreras más modestas, como Alberto Manga, Moisés Pereiro, David García, Sergio García Capitán o Albert Puigdollers. Todos ellos con una larga trayectoria en la Segunda B. Destacan dos casos: los de Jorge Perona y Miki Albert, los dos nueves de ese equipo. El primero llegó a ese equipo con la vitola de goleador, cosa que no ha perdido con los años (ha logrado hacer una carrera sensacional en la Segunda B), pero quizás vio cómo se vieron truncados sus objetivos mayores por llegar tan joven arriba y que se le pidiera tanto. Miki Albert tenía expectativas menores, sin embargo, se encontró con la vida en mitad de su carrera y una dolencia cardíaca detectada a tiempo le obligó a colgar las botas a los 27 años, tras varias temporadas en Segunda B.

Todos ellos, con sus historias y sus trayectorias, compartieron equipo con Fernando Navarro y Roberto Trashorras. Ambos estaban en esa plantilla con roles distintos. El lateral llegaba del juvenil y “se estaba haciendo”, las altas expectativas creadas cuando dio el salto al primer equipo con Frank Rijkaard lo acabó alejando del Barça cuando todavía no estaba hecho, aunque su ética de trabajo le ha llevado a una larga carrera en primera división, incluso a ganar la Eurocopa 2008 con la selección. Trashorras era titular indiscutible, pese a ser un jugador complicado en aquellos tiempos. Inteligente, técnico y con gol, lo tenía todo para triunfar, pero su rendimiento se alejaba de lo que buscaba el entrenador. Si la relación entre ambos ya era compleja, la prensa acabó matando un matrimonio mal avenido. Pese a ello, Trashorras supo guiar su carrera sin prisa por la segunda división hasta llegar a primera y ser el líder de un Rayo que sorprende.

En el fútbol hay muchas historias que hacen que algo tan irrelevante como el saludo que se puedan dar dos jugadores como Roberto Trashorras y Fernando Navarro antes de un Rayo-Deportivo pueda tener tantos relatos detrás. Subir ese último escalón es el paso decisivo en la carrera de los futbolistas profesionales. Muchos lo intentan, unos elegidos lo consiguen, otros amoldan su carrera a ese espacio entre escalones que es el fútbol profesional y algunos lo dejan. El dinero, las expectativas, el nivel propio y la suerte son el caballo de batalla en una vida del futbolista que finalmente se rige por el axioma anteriormente mencionado: “El fútbol se encarga de ponerte en tu sitio”. Y no lo digo yo, lo dice Pedro Nieto, un exfutbolista.

BONUS TRACK

En aquel filial también estuvieron el griego Anestis Anastasiadis y dos brasileños recomendados por Rivaldo: Marcelo y Triguinho. El primero, una “precipitación” de la secretaría técnica, ya que no tenía las características del estilo de juego azulgrana. Por su parte, los brasileños entrenaron varios meses con el equipo pese a no poder jugar en Segunda B por ser extracomunitarios. Triguinho llegó a jugar en la máxima categoría del fútbol brasileño.

* Iñaki García.


– Foto: EFE




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