Partido bastante insípido el jugado en el Olímpico entre la Roma de Rudi Garcia y el Inter de Walter Mazzarri. Los giallorossi afrontaban el partido con la obligación de ganar para mantener vivo el sueño del Scudetto (9 puntos de diferencia con la Juve y dos partidos menos). Misma obligación, pero por distinto motivo, tenía el conjunto nerazzurro, que tenía que ganar si no quería verse desplazado fuera de los puestos europeos al terminar la jornada. Pero ganar un partido de fútbol sin tus jugadores más clarividentes es muy difícil.
La Roma (4-3-3 de sistema) no pudo contar con Maicon, ni Totti ni ninguno de sus dos laterales zurdos (Balzaretti y Dodô). La baja de Il Capitano se agravaba con la suplencia de Pjanic, con dolores en la rodilla durante las últimas semanas. Sin estos dos jugadores, la Roma tiene un gran déficit de creación de juego y sin ellos en el campo es difícil verles dominar. Aún más si no está Maicon, siempre un apoyo para salir jugando por la derecha. Ayer, y hasta que saliera Miralem, volvió a ocurrir. Con esas bajas, el canterano Romagnoli fue el lateral izquierdo (central de origen y con mejores aptitudes defensivas que ofensivas), Nainggolan fue el interior derecho y arriba, Gervinho, Ljajic y Destro en punta formaban el tridente.
Para Mazzarri, la duda de la semana había estado en la evolución de Hernanes de sus problemas físicos. Finalmente el exlaziale entró en la convocatoria, pero fue suplente. Walter (3-5-2) apostó por Icardi como acompañante de Palacio en la delantera, colocó a Cambiasso como mediocentro defensivo, a Guarín como interior y a Ricky como enganche. Ese trío le sirvió al Inter para dominar en la primera parte.
Hasta la salida de Pjanic (minuto 55), el Inter fue ligeramente superior a la Roma, incapaz de hacerse cargo del centro del campo, por mucho que Ljajic bajase a recibir. En partidos así, en los que los giallorossi intentan ser verticales, Gervinho suele sobresalir. Pero ayer el costamarfileño apenas apreció debido al marcaje de Juan Jesus (o Samuel cuando centraba la posición) y las ayudas que recibía de Nagatomo cuando Torosidis no subía (con Maicon hubiera sido otro cantar).
Sí que aparecían Nagatomo y Ricky Álvarez por la izquierda y Jonathan y Guarín por la derecha. Pero las ayudas que recibían Torosidis y Romagnoli por parte de Strootman y Nainggolan, interiores deficientes si soportan todo el peso de creación, más productivos cuando les toca luchar, provocó que se vieran pocas ocasiones en esos minutos de más dominio visitante. Aun así, Palacio pudo marcar (20′) en un remate de cabeza tras un centro de Ricky desde la izquierda.
La entrada de Miralem por Ljajic dio aire a la Roma. Con el bosnio jugando de falso nueve, bajando siempre a recibir, la Roma empezó a disfrutar de más balón y, por consiguiente, a pisar más área rival. Sería el propio Pjanic quien tendría en el minuto 74 la mejor ocasión del partido. Jugada de Nainggolan, que conduce hasta que le sale Samuel desprotegiendo a Pjanic, a quien envía el balón. Tras dejarla botar, disparó fuerte para que Handanovic se luciera enviando a saque de esquina.
Para entonces, Hernanes y Botta ya habían entrado por Ricky e Icardi sin que apenas se notara. Mazzarri acabaría con ese 3-1-5-1 (aunque Botta se mantuvo a veces como referencia), mientras Rudi optaría por Bastos (por Destro) en busca de más velocidad en punta, pero sin poco atino. El 0-0 fue lo más justo para un partido en el que las defensas pudieron con las delanteras, gracias en parte a que las diferentes brújulas que tienen en plantilla Inter y Roma, salvo Pjanic durante veinte minutos, no pudieron o supieron aparecer. Y sin ellas, no hay fútbol ni tesoro posible.
* Rafael Medel.
– Foto: AFP
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