Siete mil espectadores para ver el primero de los 33 entrenamientos que dirigirá Pep Guardiola antes de afrontar el primero de los seis títulos por los que luchará en su primer año con el Bayern: la Supercopa alemana contra el Borussia Dortmund, en campo del rival nada menos. Desde la noche en que conquistara la última corona con el Barça (25 de mayo de 2012, final de Copa) han transcurrido 398 días sin sentarse en un banquillo. Como si fuera ayer, su debut en el Bayern empezó con una charla de veinte minutos en el vestuario explicando lo que espera de sus jugadores. Esta vez, desarrollada en alemán, como el resto de los 80 minutos que ha durado la actividad. Jan Kirchhoff, reciente fichaje muniqués, ha sido uno de los varios jugadores que han mostrado su sorpresa en zona mixta sobre el idioma empleado por Guardiola: «Esperábamos el inglés y todas las instrucciones han sido en alemán«.
Esta primera sesión resume a Guardiola y su metodología, que en ocasiones se quiere compleja y sofisticada pero es tremendamente pragmática, como el propio técnico. Pep quiere posiciones e ideas claras en sus jugadores. Cómo perfilar el cuerpo en la recepción del balón para dar el siguiente pase o cómo colocarse en el campo para desarrollar de manera armoniosa el juego del equipo. Es decir, recibir y pasar con intención. Y, al mismo tiempo, ocupar la posición en el campo del modo más adecuado. Simple y básico, como hacen cientos de entrenadores. Si acaso, la diferencia reside en la energía y claridad con que él lo transmite y el talento de los jugadores a quienes aplica el discurso.
En el estreno, especialmente dos futbolistas han recibido instrucciones directas: Toni Kroos, acerca de la colocación idónea del cuerpo para dar fluidez al balón de manera constante, lo que ha sonado claramente a funciones relacionadas con la dirección del equipo desde alguna ubicación próxima al mediocentro; y Jerome Boateng, a quien ha «machacado» sobre la posición que debe ocupar el central, el gran motivo de preocupación del entrenador. Otros tres jugadores han recibido charlas personales: Mario Gómez, de quien se espera su inminente traspaso; Pierre-Emile Hojbjerg, 17 años, un interior excelente a quien Pep pretende propulsar; y Franck Ribéry, posiblemente el futbolista que más entusiasma al entrenador de cuantos hay en la plantilla muniquesa (las «niñitas de sus ojos» apuntan a ser Ribéry, Kroos y Müller), a quien ha planteado jugar centrado [Pep no descarta probar el falso nueve, con Ribéry, Götze o Müller].
Charla de Guardiola con Jerôme Boateng sobre su colocación como defensa central
Instrucciones de Guardiola a Toni Kroos para ganar líneas de pase
Puesta en práctica de las instrucciones por parte de Toni Kroos
La primera sesión de trabajo ha sido de las habituales en Lorenzo Buenaventura, cuyo máximo esfuerzo ha residido en las dos horas anteriores, cuando ha explicado a sus colaboradores (Thomas Wilhelmi y AndreasKronmayer) con la ayuda de tres juveniles, la tipología de ejercicios a realizar. Un cuarto de hora de rondos 2 contra 6 para activarse; 25 minutos de coberturas con trabajo de readaptación al esfuerzo; y otro cuarto de hora de conservaciones, con las mencionadas correcciones posicionales. Ochenta minutos en total, esfuerzos breves e intensos y búsqueda del componente táctico en todo momento. Eso es Pep, sin más complicaciones ni cientificismos.
Schweinsteiger miraba el entrenamiento desde el banquillo, Götze y Badstuber desde un palco, sudaba Boateng por comprender los cambios que deberá realizar si quiere ser un central de los que demanda Guardiola e intuía Kroos que tendrá un papel capital en la dirección, como Ribéry en el ataque. «No dribling!«, insistía Pep, pero sobre todo gritaba una y otra vez el mismo término: «Drück! Drück!» («Presión! Presión!») y Müller parecía encantado con eso.
Silencioso y respetuoso durante la sesión, el aficionado bávaro (una tercera parte de lo anunciado días atrás por el club, quién sabe en base a qué cálculo) se embriagó cuando Guardiola pasó a firmar centenares de camisetas tras el entrenamiento. Para entonces, Boateng seguía dándole vueltas a la cabeza sobre lo que le había contado su entrenador; Hojbjerg levitaba con la promesa de un buen porvenir; salía Ribéry feliz por la sintonía con la que ha conectado; y Kroos pensando en que va a ser un peso pesado en este equipo. Sonreían todos, como mostrando complicidad con el nuevo técnico y sensación de estar en buenas manos.
– Foto: AFP
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