Simón Lecue: el niño de oro

por ALBERTO COSIN el 30 mayo, 2013 • 9:34

Uno de los jugadores más talentosos que dio España en la primera mitad del siglo XX. Gran profesional que dejó huella en todos los equipos en los que jugó y por cuyo traspaso el Real Madrid pagó una enorme cantidad de dinero al Real Betis, razón por la cual la prensa le bautizó como “el niño de oro”. Nacido en Arrigorriaga, provincia de Vizcaya, el 11 de febrero de 1912, fue un interior izquierdo de gran calidad, con visión de juego y un magnífico golpeo de balón, lo que le hizo ser un consumado especialista en los lanzamientos de falta. Además, aprovechaba su oportunismo parar marcar goles en los momentos decisivos de los partidos.

Formación del Real Betis campeón en 1935.

Comenzó a jugar en el C. D. Padura de su localidad natal con 15 años. Más tarde se marchó al Baskonia y, en 1929, el Alavés se fijó en él y lo incorporó a su plantilla. Allí coincidió entre otros con Ciriaco, Quincoces, Olivares, Albéniz o Sañudo, algunos de ellos futuros compañeros en la selección y el Real Madrid. Debutó en Primera División en 1930 en un encuentro frente a la Real Sociedad que terminó con empate a dos. Permaneció en la entidad vitoriana hasta 1932, cuando fichó por el Real Betis, equipo en el que explotó como jugador y al que más cariño tuvo, como siempre reconocía. El entrenador O’Connell quedó prendado de sus virtudes y fue titular desde el primer instante. En las dos primeras temporadas el equipo verdiblanco finalizó en mitad de la tabla, hasta que llegó la gloriosa campaña 1934-1935. Con un gran portero como Urquiaga, una defensa muy segura formada por Aedo y Areso, un centro del campo creativo con Adolfo, Larrinoa y el propio Lecue y los goles de Unamuno sorprendieron a propios y extraños consiguiendo el único trofeo liguero hasta la fecha en toda la historia del club sevillano. Aventajaron al Real Madrid en un punto y el alirón se produjo en Santander, cuando vencieron al Racing por 0-5 con tres goles de Unamuno y dos de Caballero.

La gran labor de Lecue durante su estancia en club de Heliópolis no pasó desapercibida para otros clubes, que lanzaron sus redes sobre él. Finalmente fue el Real Madrid el que se llevó el gato al agua en el verano de 1935 pagando una cifra récord por su traspaso: 50.000 pesetas. En el equipo madrileño compartió vestuario de nuevo con antiguos compañeros del Alavés que unidos a Zamora, los hermanos Regueiro o Sauto formaban una gran plantilla. En la liga quedaron de nuevo en segunda posición, esta vez por detrás del Athletic Club, pero obtuvieron la Copa al derrotar en una legendaria final al F. C. Barcelona por 2-1, uno de los tantos logrados por Lecue. Este enfrentamiento fue el último que se celebró en España antes del comienzo de la Guerra Civil. Al finalizar el conflicto bélico, en 1939, Lecue seguía vinculado al Real Madrid y lo hizo durante tres temporadas más, donde salvo una segunda posición en 1942 los resultados de la entidad madridista fueron muy discretos. Fichó por el Valencia cuando contaba con 30 años y, aunque el declive ya era evidente, cuajó grandes actuaciones y siguió siendo un fijo en el once. Consiguió su segunda liga en 1944 cuando el conjunto che superó al Atlético Aviación por seis puntos en la clasificación. Su compañero Mundo fue pichichi en un equipo de gran calidad en el que destacaban Eizaguirre, Asensi, Epi o un veterano Gorostiza. No terminó en el Valencia la temporada 1946-1947 y se marchó al Chamberí por unos meses. Posteriormente se enroló en el Real Zaragoza, que militaba en Tercera, y allí puso fin a su carrera deportiva con 36 años tras ascender con el equipo maño a la categoría de plata.

Con la selección española fue internacional en 7 ocasiones, logrando un gol. En su debut no pudo tener mejor contrincante ni un escenario: tuvo lugar en el primer partido de España en un mundial, frente a Brasil (Italia’34). España doblegó a Brasil por 3-1, lo que le permitió enfrentarse a Italia en cuartos de final, con la ya celebre eliminación española en el partido de desempate, encuentro que Lecue jugó de manera íntegra. Su único gol lo anotó precisamente el día que vestía por última vez la camiseta roja, en 1936, en un amistoso ante Suiza en Berna que finalizó con victoria española por 0-2.

Tras su retirada se dedicó a la representación, llevando en Madrid la comercialización de una conocida marca de vinos. Falleció el 27 de febrero de 1984 a los 72 años tras sufrir en su domicilio una trombosis cerebral.

* Alberto Cosín.

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