España / Copa del Rey 2012-2013 / Fútbol 2012-2013 / Fútbol
1.- Muchos se preguntan qué sera del Madrid post Mourinho, pero es mucho más trágico plantearse un Atlético sin el Cholo. Se quedó en verano sin su jugador de más talento y acaba febrero metido en la final de Copa del Rey y entre los dos que juegan otra liga. Simeone ha transformado un club deprimido y perdedor en aquello que siempre fue antes de los Giles. Cunde el pánico entre los rojiblancos porque no haya cogido todavía la pluma que rubrique su renovación.
2.- El Sevilla se equivocó de camino. Ni fue acertado el lema publicitario Os estamos esperando, ni el exceso de sobreexcitación, ni las patadas callejeras finales que le dejan, además de en casa, desprovisto de estilo. Medel se fue del campo rompiendo todo lo que vio a su paso. Incluso el intenso equipo atlético gana los partidos con la cabeza por encima de la testiculina. Síntoma de debilidad, como hablar de los árbitros en la previa de un partido, ¿verdad Roura?
3.- El que acabó tocado en su testiculina fue Diego Costa por obra de Kondogbia y su impotencia. Es verdad que el brasileño desquicia, entre otras cosas porque es muy bueno. Tardó cinco minutos en apagar el fuego hispalense, que ya había atenuado la lluvia. Fabricó un gol de la nada y no frena en su devastadora progresión futbolística. Cada vez es más Stoichkov jugando y peleando. Simeone tendrá que seguir usando el diván para que la expulsión no planee cada minuto sobre su cabeza y los árbitros el silbato para frenar lo que partido tras partido empieza a convertirse en una caza al brasileño.
4.- Con 0-1 el Atlético tenía como mínimo la prórroga en la baraja y dejó hacer. Por momentos se excedió, pero nada parece peligroso cuando miras hacia delante y ves dos jugadores que lo van a resolver todo. Falcao venía de abroncar a Diego Costa y su sed de gol le obligó a ser visto en la siguiente si no quería otro escarnio público. La enchufó el colombiano y acabó con todo en media hora. Adrián: ni un minuto. ¿Una de las cinco mejores delanteras del mundo?
5.- El valor de Falcao en el mercado debe estar ya en unos límites cercanos a los de la prima de riesgo española a finales de verano. Se lo rifan porque marca goles y sobre todo por cómo, cuándo y dónde. Cinco en las dos finales que ha jugado (otro más con el Porto), tres en las dos semifinales, uno al Madrid y otro al Barca… Tener a un tipo que, el día que más falta hace, mejora sus números habitualmente escandalosos es un activo envidiado, deseado y seguramente efímero.
6.- El corazón del Sevilla le hizo resistirse a un destino hecho público desde el principio, y ese corazón se llama Navas. Todos los rivales saben que es el mejor y aunque lo quieran evitar no pueden. De uno u otro modo se hace presente y tira de los caídos con ese cuerpo escuálido y de altura imperceptible. Marcó un gol de preciosa estética que hizo soñar con un imposible, por lo menos a él que nunca deja de creer. Se crió en Los Palacios y cree en sí mismo y en el Sevilla, por eso continua allí pudiendo haber elegido a dedo cualquier equipo del mundo.
7.- Parece que los malos tiempos vienen ayudando a echar raíces. El primer tiempo de la decepción sevillista fue el de la ilusión de ver jugar a Alberto, con Navas, el mejor local del partido. No debe ser fácil ser titular en un partido tan grande, con un entorno tan tenso, y pecar de irreverente echándole altas dosis de descaro. Juanfran lo pasó muy mal con él y a Émery le pasará lo mismo para decidir que Navarro debe volver ante semejante petición de oportunidad.
8.- Las remontadas suelen recorrerse en la mente del aficionado a una velocidad anormalmente acelerada. Quince minutos en el descanso para concluir que hacen falta tres goles y que no debe ser tan difícil hacer uno cada quince minutos. Parte de esa inconsciencia ayudó a ver un equipo lanzado que se creía lo increíble. Un Atlético metido más atrás de lo conveniente llegó a sufrir y a apoyarse por un rato en Courtois. Entonces la aguja descansó en el primer cuarto y ya no salían las cuentas.
9.- Hay pocos defectos en la tropa de el Cholo, pero se le encuentran. Es pétreo para conservar las conquistas y en eso se apoya para sobrevivir a partidos demasiado largos. Las carencias técnicas en muchos de sus jugadores le impiden descansar con el balón y en partidos como este se olvida de él con dañina facilidad. No se le pide un rondo gigante culé, pero sí momentos de aire que su nivel futbolístico le puede permitir. Despejar, despejar y despejar en el borde del área es un sufrimiento que podría aminorarse en unas décimas.
10.- Y entre los que despejaron mucho se sitúa a la cabeza el Cata Díaz. Su rendimiento había dejado fundadas incógnitas que fueron alimentadas en la prensa y reducidas a la mínima expresión por Simeone. El técnico ya se encargó de utilizar el altavoz mediático para reforzarle, defenderle, motivarle y mostrarse infinitamente tranquilo por su currículum de batallas en La Bombonera. Un apoyo público así disipa cualquier duda y gana adeptos para la causa. Es difícil manejar mejor un vestuario.
11.- Rakitic empató el partido cuando se había marchado la fe, parte del público y algún que otro compañero que decidió dejar la eliminatoria de mala manera. Medel se liquidó a sí mismo en la caza de Diego Costa y el joven Kondogbia encontró un mal ejemplo para imitar. Construir héroes pisando rivales no es la mejor manera de ganarse el afecto. Alguien tendrá que canalizar ese talento por otro camino.
y 12.- Y 21 años después, la Copa del Rey tendrá una final que ennoblece a la competición. Hasta mayo queda mucho tiempo para elaborar reportajes interminables sobre la racha de triunfos madridistas, que parece no tener fin. Habrá razones sobradas y fundamentadas en hechos y en datos que permitirán a un cierto sector del madridismo defender la cita como un trámite. El opuesto hincha rojiblanco tiene también motivos para creer en los dos años de grandes citas sin fallo que acumula un club ganador (el que ha vuelto a ser). Una cosa es segura: de la inmensa hilera de partidos jugados todos estos años (y ganados por el Madrid) se va a jugar el que de verdad tiene valor porque no da tres puntos, sino un trofeo.
* Alberto Pérez es periodista.
– Foto: Marcelo del Pozo (Reuters)
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