"El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones". Fran Cervera
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1.- La afición del Barça tenía ganas de sangre. Tantas victorias, tantas celebraciones, van en contra de la naturaleza humana, más predispuesta siempre a la derrota y la crítica. Los cuchillos estaban afilados y, tras lo de Amsterdam, desenvainados. Después de lo que ha sucedido hoy puede comenzar la carnicería. Y motivos no faltarán, aunque seguramente lleven a obviar muchas cosas.
2.- El Barça salió a San Mamés muy bien. Más allá de una alineación inicial cuestionable, la disposición era excelente. El equipo salía con una actitud muy distinta a la de Amsterdam, activado y con un plan claro. El plan, por fin, era desempolvar el manual. Sacar el balón jugado desde atrás, batir líneas con pases cortos e intermedios, jugar a pocos toques para batir la presión, buscar terceros hombres… Y funcionó muy bien. El Barça cuajó una gran primera media hora, radicalmente opuesta a lo mostrado en partidos recientes.
3.- Sin embargo, a esta gran media hora con el manual antiguo le faltaban cosas. Principalmente, los que quizá eran sus hombres más importantes: Valdés, Xavi y Messi. Pese a ello, con que Xavi, el único presente, se pareciera al que fue, habría bastado. Pero no es ni una sombra de sí mismo. Xavi era quien debía instalar al equipo en campo contrario de manera permanente. Que el intervalo entre acciones de ataque se sucediera entre plácidas posesiones culés. Pero Xavi no estaba.
4.- Por ello, el dominio era existente pero no incontestable. Sin embargo, en circunstancias normales, con el mismo habría valido para dar buena cuenta de un Athletic entre cuyos méritos cabe destacar la intensidad y la fe, pero poco más. Era sólo cuestión de insistencia. Recuperados los antiguos principios, Busquets e Iniesta demostraban que siguen estando entre los mejores centrocampistas del mundo. Casi todas las demás piezas funcionaban, cada una en su papel. Mascherano encontraba a Montoya libre en la salida, Cesc daba apoyos muy valiosos, Alexis la opción del pase largo oxigenador… Pero no era Xavi el único que faltaba, sino también Neymar.
5.- Iniesta estaba consiguiendo atraer a Iraola. El balón circulaba rápido y las ayudas no llegaban. Todo era propicio para que el carioca decidiese. Pero sus botas no respondieron. Su acierto en la definición cuando no tropezó, tampoco. Por el contexto del partido, él era quien tenía que plasmar en el marcador la clara superioridad culé. Pero no lo hizo.
6.- Y sin estar asentado permanentemente en campo rival (el factor Xavi), siendo intrascendente (casi restando) la pieza fundamental del engranaje, la no concreción del buen juego culé en goles fue haciendo mella en la fe del colectivo. Fe que se acabó de ver socavada porque no sólo Neymar resbalaba y porque el dúo Piqué-Montoya transmitía sensaciones muy negativas a campo abierto.
7.- Y si no crees, estás muerto. Así sucede con la mayoría de cosas que se hacen en la vida, pero especialmente con el juego del Barça. Si el central deja de creer que se la tiene que pasar al mediocentro sólo cuando le vengan a buscar, el engranaje se resiente. Si el mediapunta deja de moverse entre líneas y baja a por la pelota, el engranaje se resiente aún más. Y así con todo. Este Barça, a base de haber encontrado victorias fáciles por atajos y de haber dejado de trabajar con la insistencia y tenacidad del pasado, ha dejado de creer. Las dudas más ínfimas han servido para desterrar la fe en un plan que le estaba permitiendo ser muy superior al Athletic para acabar siendo una sombra de sí mismo. Y perdiendo.
8.- Aquí entra el técnico, claro. Porque él es el primero que no cree. Porque si crees en esta manera de hacer las cosas, cuando vas perdiendo las demandas con aún más intensidad. No quitas a Iniesta para buscar no se sabe muy bien qué. No buscas atajos ante la más mínima dificultad. Y, claro, si el entrenador no cree, ¿cómo van a creer los jugadores?
9.- Más allá de la fe, su falta de respuestas ha sido alarmante. El no encontrar una vía para la salida una vez Montoya ha dejado de quedar libre. El ser incapaz de cambiar nada para generar algo con el marcador en contra, lo cual no es una novedad. Si no cree en la manera Barça de hacer las cosas, ¿por qué esperar al 91 para que Piqué juegue de 9? ¿Por qué no cambiar el sistema? ¿Por qué no adelantar las líneas si lo que se pretende es ganar segundas jugadas?
10.- No obstante, no todo es negativo, ni mucho menos. Martino tiene en sus manos una joya de dimensión indescriptible. Jugadores magníficos que, pese a haber trabajado poco el modelo de juego, recuerdan a la perfección una manera de jugar que, bien ejecutada, sirve para imponerse a cualquiera. También hay jugadores magníficos para jugar al contraataque aunque, por más que las malas actuaciones de un Barça incapaz de someter a su rival puedan haberlo hecho creer, no es esa la idea.
y 11.- Pero, primero, Martino tiene que creerse la idea. Segundo, ir a muerte con ella. Redoblar la apuesta cuando vengan mal dadas. Tercero, elegir a los mejores jugadores del presente, no a los del pasado. Sentar a Xavi y a Piqué si hace falta. Poner a Bartra. Entregarse a Iniesta y Busquets. Y, sobre todo, recordar que si no crees, estás muerto.
* Rafael León Alemany.
– Foto: Álvaro Barrientos (AP)
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