"Hay que recordar que quienes escriben para los imbéciles siempre tienen un numeroso público de lectores". Arthur Schopenhauer
Las ventas de Negredo y, especialmente, Jesús Navas al Manchester City suponen para el Sevilla F. C. un cambio de rumbo de carácter pronunciado. Con esas salidas parece, a priori, que el juego de bandas, los extremos de cal y la profundidad por los costados dejarán de ser las señas de identidad que han definido al equipo sevillista durante tantas y tantas temporadas. Este hecho, per se, no tiene por qué significar nada, pero se intuía necesario ante un modelo de gestación de plantillas que estaba derivando en una pérdida de competitividad importante.
El Sevilla de las grandes bandas ya no era competitivo al nivel que esperaba de él, tanto porque dichas bandas ya no eran tan grandes y porque los complementos a estas no daban el rendimiento adecuado. El equipo andaluz seguía un camino de vulgarización que lo estaba alejando, a través de pasos continuados, de la élite del fútbol nacional –donde pretendía asentarse–, enrocado en la premisa de basar su juego en dañar al rival por los costados.
La regeneración de la plantilla ha sido pronunciada y desarrollada con un enfoque diferente al de temporadas anteriores. La dirección deportiva sevillista ha dotado a Unai Emery de variantes de todo tipo para la creación de múltiples combinaciones ofensivas, pero con un punto de encuentro en todas ellas: capacidad para desarrollar juego interior. El Sevilla ha pasado de ser un equipo cuya vanguardia la componían extremos profundos y delanteros rematadores a estar conformado por mediapuntas y delanteros de movilidad en su zona de ataque.
Esta transmutación ha derivado en dos aspectos: ilusión en su afición –que vuelve a sentir que su equipo transmite emociones que le devolverá con su pasión habitual– y expectación, tanto dentro de la ciudad como fuera, por ver en qué termina convirtiéndose la propuesta. Este Sevilla pinta atractivo, suena a vértigo y huele a descaro. Parece menos encasillado y más versátil. Y también desprende riesgo. Quizás demasiado.
Unai deberá asentar muchos jugadores nuevos bajo una misma idea, la cual muchos sienten como suya. Los mimbres que tiene parecen adecuados para desarrollar su ideario futbolístico, en parte, pero también pueden derivarse ciertos problemas. Emery no ha desterrado el juego exterior de sus equipos nunca, pero sí es cierto que a sus hombres ofensivos de banda les ha pedido que abarquen tanto zonas internas como externas. En su Valencia era muy habitual ver, sobre todo en Mestalla, a sus extremos no siendo tales y buscando posicionarse desde el pico del área a la corona de la misma. Desde ahí observábamos en estos un comportamiento muy completo, realizando desmarques alternativos a la espalda del lateral o de apoyo a los centrocampistas, a la vez que podían sumarse a posiciones de remate, buscar asociaciones interiores o el disparo a portería desde fuera del área. Es decir, Unai pedía a sus jugadores de banda versatilidad y así se lo pedirá a su nueva plantilla, porque tiene condiciones para ello.
Uno de los grandes problemas sevillistas en las dos últimas temporadas ha sido la capacidad anotadora de su segunda línea, quedando el equipo bastante expuesto al rendimiento de sus puntas y el balón parado. En una planificación seria y bien estructurada se hace necesario, para establecer unos objetivos clasificatorios del equipo en cuestión, llevar a cabo una previsión de goles anotados. En Nervión se observa que este estudio se ha realizado y que las expectativas puestas en el desarrollo de la temporada son altas. El Sevilla ha firmado, siempre desde el análisis previo, mucho gol y no sólo gol de los delanteros, algo muy necesario ante la salida de Negredo, el auténtico baluarte goleador del equipo sevillano las tres últimas temporadas.
Las buenas noticias para Emery no sólo han llegado en la vanguardia de su equipo, la retaguardia también le ha sido reforzada. Con la explosión de Alberto Moreno, Unai tiene dos laterales jóvenes con los que trabajar para su crecimiento, como a él tanto le gusta, de carácter muy ofensivo en las figuras del propio Alberto y Diogo Figueiras. También contará con dos nuevos centrales de jerarquía y vuelo competitivo internacional como son Pareja y Carriço, jugadores que le permitirán tirar la línea defensiva arriba con menos riesgos de lo que le ocasionaban los centrales disponibles la pasada temporada.
Pero no todo es miel sobre hojuelas en esa previsión. Existen incertidumbres que sólo se resolverán con el paso de las jornadas. La defensa y el ataque parecen bien cubiertos, pero el centro del campo aparecen dudas. Este Sevilla parece construido para atacar, con una línea defensiva agresiva y adelantada. Los problemas pueden darse en la transición defensiva y en la capacidad de repliegue que tenga el equipo. Marin, Reyes [recién lesionado], Perotti, Vitolo o Jairo desprenden incertidumbre en cuanto a su sacrificio defensivo y recuperación de posiciones defensivas rápida y efectivamente. A eso hay que sumar los problemas de orden y rigor táctico que tiene Kondogbia, un jugador con tendencia a desentenderse del repliegue cuando le supera la línea de balón, y el exceso de nervio que muestra Gary Medel en más ocasiones de las necesarias –en gran parte propiciado por la ausencia de compañeros en el retorno defensivo rápido–.
Ante esta situación, Emery ha trabajado durante la pretemporada en la ubicación del portugués Carriço como mediocentro, como opción más sólida y menos anárquica. Y suenan rumores sobre la posible salida de alguno de los mediocentros titulares de la pasada temporada y la incorporación del internacional sub-20 uruguayo Sebastián Cristóforo, un jugador también más calmado y de mayor rigor en el mantenimiento de la posición.
El otro gran problema en la configuración del centro del campo es la presencia de Rakitic y Trochowski como mediocentros en la teórica planificación de la plantilla sevillista. Su rendimiento bajo el mando de Marcelino y Míchel en esa posición no fue elevado, observándose que sus condiciones futbolísticas no son las más adecuadas para jugar ahí, y más en un equipo con una tendencia, a priori, a partirse en dos. Vista la planificación sevillista, Rakitic se vislumbra como mediocentro, lo cual lo alejará de una mediapunta donde se ha visto que es un jugador importante y de gran nivel en nuestra liga. Mala noticia para un Ivan que se había convertido en eje ofensivo del equipo y que 15 metros más atrás no es tan determinante.
El gran trabajo de Emery va a estar en el centro del campo y en dotarlo del empuje y sacrificio suficiente para dar consistencia al bloque en la parcela defensiva y de fluidez en los primeros pases en la parcela ofensiva. Si consigue un equipo equilibrado, este Sevilla pinta bien porque tiene talento ofensivo, capacidad para el desborde en el uno contra uno, asociación, último pase y gol en muchos de sus jugadores. Será un conjunto divertido, de los que gustan de ver. En caso contrario podríamos ver un Sevilla con tendencia a romperse en dos, con altas capacidades ofensivas pero a la vez grandes problemas defensivos. Justo lo que ha sido la primera etapa de Emery en el Sevilla y su paso por el Spartak de Moscú, donde el equipo moscovita no rendía por su ruptura en dos bloques con un centro del campo poco consistente.
Ahí está su caballo de batalla: crear un conjunto ordenado y que se arremangue cuando no tiene balón. Y ahí están las dudas iniciales en la plantilla sevillista, en su capacidad para desarrollar todo esto. Aunque la posible llegada de Cristóforo, pese a su juventud, podría paliar en parte este déficit que parece mostrar el Sevilla. El resto deberá resolverlo el conjunto como bloque.
* Miguel Canales.
– Fotos: Juan José Úbeda (ABC) – EFE
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