«El mundo exige resultados; no le cuentes a otros tus dolores del parto, muéstrales al niño», decía Indira Gandhi, que nada tiene que ver con Mahatma pese a compartir nacionalidad. Para aquellos que deliberadamente quieren saber cómo llegó el niño del Sevilla-Málaga a la vida, este texto.
1.- Cuesta escribir contra el resultado. Es un ejercicio verdaderamente sano, pero difícil porque siempre habrá quien, con razón, desmonte todo enseñando el producto final. La realidad es que fue un excelente Sevilla durante 35 minutos, un buen Sevilla durante 10 y un desmoronado Sevilla durante los últimos 41, quedando los cuatro minutos iniciales de la segunda parte como tierra de asentamiento con algún indicio de bajón.
2.- El Málaga, al que hay que atribuirle el mérito de marcar diferencias en las áreas en los últimos partidos, se ha sobrepuesto al mal que le achacó durante un tiempo. Necesitaba demasiado para marcar y pagaba los ejercicios de mediocridad por derrotas. Ahora, partidos correctos sin más acaban en victoria. Es el fútbol, son estados de ánimos, golpes de acierto.
3.- La primera parte fue para un Sevilla absolutamente superior. Pellegrini condicionó el once atendiendo al déficit de transición defensiva que padeció su equipo contra el Granada, sabedor de que Negredo no perdonaría tanto a la carrera. Así, el Málaga trató de neutralizar, jugó a ser Sevilla contra el Sevilla. Santa Cruz e Iturra por Saviola y Portillo. Idea transmitida. El Málaga no solo no logró minimizar el riesgo vertical del Sevilla, sino que quedó supeditado al vértigo para poder llegar al área contraria. Sevilla como dueño, generador de peligro, pero no de goles, materia clave del fútbol.
4.- El Sevilla se impone por dos factores: 1) La intensidad. Como todo partido que prepara Míchel con un añadido emocional, el Sevilla se siente en comunión con balón y afición. Vuela; 2) El centro del campo. Con Negredo fijando a Demichelis y Weligton, Camacho e Iturra debían mirar a Rakitic con atención, lo que imposibilitaba su presencia sobre el inicio en Medel-Kondogbia, que era francamente sencillo. El Sevilla, casi sin querer, avanzaba a campo contrario.
5.- La amplitud de Navas y Perotti sumado al paso atrás (en altura de defensa) de Camacho e Iturra, habilita a Kondogbia y Medel espacios suficientes para iniciar, recibir, cambiar el rumbo y avanzar. El Sevilla pudo marcar por dentro, llegando desde el exterior e incluso en alguna segunda jugada. Era el Sevilla de oro. 35 minutos completísimos, obligando al Málaga a desgastarse brutalmente a nivel físico y mental detrás del balón. Isco no llegaba a una transición ofensiva y Eliseu pensaba en limitar a Navas-Coke como tarea del partido. El descanso llegó con alivio para el Málaga y desdén para el Sevilla, que se olía el desagradable final del parto.
6.- Pese a que el fallo era estructural y no individual, Pellegrini buscó mayor solvencia con el balón con Demichelis como pivote y colocó a Sergio Sánchez como central, en un partido no demasiado incómodo para su relación carencias-virtudes. Demichelis y Camacho dieron un paso adelante en la presión sobre el inicio de Medel y Kondogbia. Son débiles técnicamente para una salida interior. Forzaron y de un córner llegó el 0-1. Cambio radical. El Málaga, con una interesante armadura defensiva, no tiene necesidad alguna de ceder espacios a sus espaldas y sí de neutralizar y aprovechar la pradera libre en campo contrario.
7.- Pocos minutos después, Míchel limitó demasiado a los suyos con un cambio: Reyes por Kondogbia. Su equipo solo necesitaba reestructurarse, asumir el golpe y volver a correr. El centro del campo no estaba perdido, pero Míchel lo perdió al retrasar a Rakitic y ceder la mediapunta al volátil Reyes. El Sevilla comenzó a partirse e intentaba atacar por acumulación. No se terminaba de sentir cuando un fallo de Fazio, un buen desmarque de Joaquín y un buen pase de Gámez dieron con penalti. Expulsión y 0-2.
y 8.- El partido se resolvió a favor del Málaga en dos jugadas casi esporádicas. Lo posterior fue poesía de Pellegrini. Portillo y Saviola entraron en el campo para dormitar el partido por completo y jugar con la angustia del Sevilla. Corrió detrás del balón, sin orden ni criterio. Acabó con el corazón en la boca y su afición buscando responsables en todas partes. Precisamente, después de un buen partido de los suyos. Cabe mencionar que los golpes emocionales son de dureza doble cuando no son merecidos según lo expuesto, y Míchel tiene una dura batalla mental por librar con su equipo. La madurez también encaminó el partido, y allí no hay color. Pellegrini tiene un colectivo; el Sevilla una torre de oro y arena. Aún es demasiado frágil.
* Fran Alameda es periodista.
– Foto: EFE
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