"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Fue el jugador más joven en la historia del Circuito Europeo en pasar un corte, el mejor amateur del Masters y ganó el Irish Open en su sexto torneo como profesional. Sergio García entró en el mundo del golf con la poderosa fuerza que siempre acompaña al talento, más típica de un huracán que de un chaval de diecinueve años. Apenas llevaba unos meses codeándose con la élite cuando desde detrás de un árbol, en el Medinah Country Club, pegó un golpe que todavía perdura en la lista de los mejores que se han ejecutado en un grande. Finalizó segundo aquel PGA Championship, solo por detrás de Tiger Woods. Era joven, descarado y tenía tanto potencial como para romper todos los registros de la época.
Sergio grabó anuncios, abarrotó salas de prensa y compitió a un altísimo nivel durante varios años. Ganó en Estados Unidos, Alemania, Francia, España… Su palmarés comenzó a engordar a un ritmo frenético y en las casas de apuestas era candidato a cada uno de los majors, sin importar el campo donde se disputaran o su estado de forma. Parecía solo una cuestión de tiempo porque aquel chico estaba destinado a grandes hazañas, únicamente había que esperar. El tiempo pasó y el mundo esperó a esa primera gran victoria, pero Sergio no lo conseguía. Fue cuarto en el Masters, tercero en el U.S. Open y segundo en el Open Championship y el PGA mientras, en sus hombros, se estaba acumulando una pesada carga. La realidad había ido transcurrido más rápido que sus días.
Hace doce meses, todas esas frustraciones estallaron tras finalizar decimosegundo en el Augusta National. “No soy lo suficientemente bueno”, declaró. “He llegado a la conclusión de que tengo que jugar por ser segundo o tercero en cualquier grande. He tenido mis oportunidades y las he desaprovechado. No tengo más opciones”. En apenas cinco temporadas, García pasó de ser considerado el deportista más prometedor desde la irrupción de Tiger a un buen jugador con un potencial mal gestionado. Había ganado siete veces en el Circuito Americano, diez en el Europeo y finalizado en diecisiete ocasiones entre los diez primeros en los majors. “No me gusta este campo. No creo que sea justo”.
Esta semana, el mismo hombre se planta en el mismo escenario y despliega su mejor versión durante los primeros dieciocho hoyos del Masters, finalizando la jornada con 66 golpes en lo más alto de la clasificación. Sigue tratándose del diseño de Bobby Jones y Alister MacKenzie, el mismo recorrido donde Jack Nicklaus ganó en seis ocasiones, Woods en cuatro y Olazábal en otras dos. ¿Qué ha cambiado? ¿Cómo puede un jugador sin opciones batir al resto de contendientes? García firmó cuatro birdies en sus nueve primeros hoyos y dos más por los segundos, cogiendo casi el 80 % de greenes en regulación y necesitando de solo veintisiete putts. ¿Cómo lo hizo? Sergio, a pesar de tener una brillante carrera, tuvo que olvidar, abandonar las expectativas que se crearon en torno a su figura mediática, borrar de su memoria los días en que abandonó Augusta derrotado y salir a jugar como si no lo hubiera hecho antes. Poco a poco, golpe a golpe, fue ahuyentando a cada uno de los fantasmas.
“Son los diez mejores hoyos que he jugado nunca en el Masters”, comentó sobre el inicio de su vuelta. “Me sentí muy bien. Pegué muy buenos golpes. Parecía que estaba a tres o cuatro metros del hoyo constantemente, y eso es muy difícil de hacer en este campo”. Una vez liberado el talento, el panorama que se abre ante sus ojos resulta más prometedor que en otras temporadas. Marc Leishman, un jugador con mucha menos experiencia, igualó su resultado y comparte la primera posición de la tabla, mientras que Dustin Johnson desnudó el recorrido a base de cañonazos desde los tees de salida y finalizó segundo con un acumulado de menos cinco. En cuarta posición, con menos cuatro, se encuentran David Lynn, Rickie Fowler y Gonzalo Fernández-Castaño.
El madrileño participa en su segundo Masters y sus metas son ahora mucho más ambiciosas. “Mi único objetivo era hacer las cosas lo suficientemente bien como para repetir en 2013”, recordó tras entregar su tarjeta. “El golf español tiene cuatro chaquetas verdes y significa mucho. Por qué no vamos a ganar la quinta Sergio, Olazábal o yo. Es solo jueves y queda un largo camino, pero estoy pegando a la bola como nunca”. Es solo la primera jornada y el Augusta National siempre se complica a medida que se acerca el domingo. Los greenes se vuelven más duros y rápidos, las banderas estarán esquinadas y la presión de los hoyos finales será capaz de electrocutar los swings más armónicos. Es todavía imposible descartar a nadie. Tiger es decimotercero con menos dos, Rory McIlroy trigésimo tercero al par y José María podría tener dificultades para superar el corte al finalizar con mas dos, pero todavía falta un mundo. La carrera apenas ha dado comienzo.
* Enrique Soto.
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– Foto: AFP
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