Ser grande y sentirse grande

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Ser grande y sentirse grande

por JESUS GARRIDO el 2 noviembre, 2013 • 23:26

1.- La realidad de nuestra liga es triste. Hay dos equipos que lo ganan prácticamente todo casi siempre, luego uno que se está uniendo progresivamente al ritmo de los mejores y después está el resto. Entre los primeros y los demás hay un mundo de diferencia, de presupuestos y de resultados, y cada año se fomenta más esta división de poderes que a la larga será una lacra para el fútbol español. Pero en las épocas más oscuras siempre aparecen pequeños héroes que con sus proezas individuales consiguen al menos que la gente recuerde su nombre. Y señoras y señores, nosotros debemos recordar siempre al Rayo de Paco Jémez.

2.- Sus materiales puede que no sean los mejores, ni su tecnología, pero la implantación y el desarrollo de las ideas no pueden ser más hermoso y romántico, ardiente como un beso apasionado e incompleto como un amor de verano. El Rayo podrá descender de categoría este curso, quizás con antelación, sin embargo, su fútbol, su coraje y su entrega enamoran. Hacer mejor partido que el Madrid no siempre es difícil, eso es verdad, pero no deja de ser una sensación más que una realidad en un partido. El Rayo lo ha hecho hoy todo para sacar algo, y se ha ido de vacío casi de milagro.

3.- Ese milagro ha sido que Diego López ha parado todo menos los dos penaltis de Viera, y si Diego no completaba la parada, aparecía el palo para completar la acción. Hay que recordar que el Real Madrid se puso 0-3 en el marcador y que en esa circunstancia cualquier otro equipo se habría abandonado, impidiendo que la magia que nace en jugadas como la del propio Viera en la jugada del primer penalti fuese posible.

4.- Paso a tratar de explicar las lagunas mentales del Real Madrid en los dos últimos partidos. Un golpe, en ambos casos en forma de penalti innecesario, parece suficiente para cambiar un cable del mecanismo del Madrid y provocar un cortocircuito. Los jugadores se descolocan, pierden la noción del partido, se ofuscan con el árbitro y dan ventajas al rival, que las aprovecha. Es realmente preocupante, por el devenir de la temporada, la descomposición merengue tras encajar un gol. En el Bernabéu, contra el Sevilla, lo solucionó a base de detonaciones de la pólvora que tiene arriba; en Vallecas perdió los planos y ya no sabía cómo acceder al pasadizo que contenía la pólvora.

5.- Otro motivo para el romanticismo es que la reacción vallecana llegó cuando Paco Jémez decidió pasar a jugar con tres centrales. La imagen del partido, además de la fuerza del Rayo, será el dolor de Arbilla en el banquillo por medir mal la salida o no del balón y permitir que Bale asistiera a Cristiano en el 0-3. Destrozado se fue a la caseta, donde lloró a moco tendido mientras su equipo buscaba la proeza, y dejó su sitio a Larrivey. Un central fuera, un ‘9′ dentro.

6.- El argentino fijó a los centrales madridistas y liberó a todos los fantasistas del Rayo en las labores de creación de la alquimia vallecana. Falqué, Viera y Bueno ocuparon todo el frente del ataque y se enfrentaron casi en exclusiva a la defensa blanca, que también tenía que estar pendiente de Lass en la derecha. Los responsables de la medular, salvo Illarramendi, se quedaban unos metros más arriba para tratar de recibir la pelota y buscar a los tres asesinos de la delantera lo más rápido posible. Esa superioridad numérica de facto agobió al Real Madrid durante más de cuarenta minutos y los blancos pasaron de ganar por tres a pedir la hora contra el que la dureza del fútbol hace colista.

7.- La riqueza de la casi remontada vallecana reside también en la juventud de la mayoría de los que la han llevado a cabo. De la delantera, salvo Larrivey, ninguno superaba los 25 años y el más joven de todos, Embarba, saltó al campo y creó incluso más chispa de la que había antes sobre el campo. En pocos minutos tuvo una ocasión inmejorable para empatar y un violento disparo desde el costado izquierdo que salió por poco. No fue el único que probó el tiro lejano, y casi todos ellos asustaron al bueno de Diego López bajo palos.

8.- El empate no se produjo porque el destino no quiso y porque el Madrid está empezando a sacar partido a la progresiva adaptación de Gareth Bale a jugar en la derecha del ataque. Si ya incluso mete un centro preciso con la pierna diestra a la cabeza de Benzema, qué más se le puede pedir al chaval, porque zurdo es y un rato largo. Ya no parece tener problemas físicos, está encontrando su sitio y es útil a sus compañeros. Cuatro asistencias y dos goles en sus dos primeros partidos completos. Bale progresa adecuadamente.

9.- Eso sí, el Real Madrid se está sosteniendo este año (y en los anteriores) por la voracidad de Cristiano Ronaldo. Su instinto depredador va creciendo con el paso del tiempo y su importancia dentro del equipo cada vez es mayor, dentro de que es lo más importante del equipo. Le sacó una infinidad de metros a Tito en la pared que tiró con Modric en el primer gol y le volvió a ganar en intensidad en la carrera hacia el balón que le puso Bale en el tercero. Es un titán.

y 10.- Ancelotti jugó con un centro del campo muy motivante para el espectador, muy ofensivo, que si lo ve Mourinho le da un ictus. El madridismo muchas veces ha reclamado a Xabi como mediocentro único y Ancelotti lo ve como tal. Jugó una primera parte muy buena teniendo en cuenta el poco rodaje que tiene y su presencia, tanto física, técnica como mental fue enorme. Cuando entró Illarra, el Madrid perdió esa intensidad. No es que el chaval jugara mal, al contrario, pero no tuvo el apoyo de los interiores y el Rayo, con una gran cantidad de mediapuntas, ganó claramente el centro del campo. Esa faceta, si la quiere implementar Ancelotti en los partidos venideros, la tiene que mejorar y mucho.