Cinco pequeñas anotaciones sobre el Real Madrid-Valencia de anoche en el Bernabéu.
1.- La organización defensiva del Valencia en dos niveles
Atrás, seguimiento individual de Ricardo Costa sobre Cristiano Ronaldo. Factor importante para comprender por qué los pasillos centrales del Valencia estaban casi siempre cerrados. El Real Madrid acostumbra a atacar con dos puntas metidos entre laterales y centrales, lo que genera huecos importantes por los que colarse. Pero cuando Higuaín es referencia pura, Cristiano tiende a caer detrás suyo para aprovechar los espacios que abre el argentino. Esa es la ventaja; el inconveniente reside en que el portugués se aleja del área. Ahí le cubrió Ricardo Costa de manera casi impecable. Así, Rami y Víctor Ruiz pudieron mantener las posiciones centrales sin descubrirlas, quedando Jordi Alba y los mediocentros con el encargo imposible de sujetar al inasible Benzema.
En esa segunda línea residió gran parte del éxito valencianista, con un Topal extraordinario, auténtico fuera de serie en coberturas, posición y anticipación. El marcaje mixto sobre Xabi Alonso que mayoritariamente ejerció Tino Costa quebró la creación madridista y al turco le quedaron recursos para dificultar la progresión del peligroso Marcelo. Entre “la araña turca” y Costa, además, no solo se encargaron de obstaculizar el avance madridista por el centro, sino que tuvieron la lucidez de proteger en todo momento a Dani Parejo cuando iniciaba las transiciones ofensivas.
2.- El centro del campo madridista paga las consecuencias
El imperial Madrid de otoño se basaba en una defensa muy alta, con Xabi Alonso ejerciendo de vértice inferior del equipo, lanzando balones como un Quarterback; una segunda línea con los dos laterales muy altos y abiertos y un mediocentro (Khedira) cubriendo la anchura completa; tres puntas muy verticales (Di María, Özil, Cristiano) y una referencia arriba (Benzema, por lo general). Un 3-3-3-1 que aplastaba a partir de la pulcritud en los lanzamientos de Xabi Alonso.
Desconectado el tolosarra por Tino Costa, la creación de juego quedó el domingo pendiente de los dos laterales (Marcelo y Arbeloa), amenazados por Feghouli y Piatti, lo que no les permitía demasiadas alegrías o por la acción directa: de Pepe a uno de sus puntas, saltándose el centro del campo, donde Khedira ni ayudó en el traslado del cuero, ni barrió a lo ancho, ni dificultó la conexión entre Parejo y sus compañeros adelantados.
3.- Salida de balón directa
Pepe como protagonista de la salida de balón. Ahogado Xabi Alonso y algo timorato Marcelo, fue el portugués el encargado de sacar el cuero desde atrás. Eligió la salida en largo, lo que acarrea consecuencias: algunos balones se pierden directamente; y otros son recibidos de espaldas por los puntas. Hay un tercer efecto: al saltarse su mediocampo, impone un ritmo frenético al ataque blanco. Eso, por definición, no es malo en un equipo de ritmo intenso, pero contiene el germen de la precipitación y mantiene al equipo en aceleración permanente. Vértigo sobre el vértigo genuino.
4.- Extraordinaria movilidad inicial de los atacantes
Durante los primeros 15 minutos, nada de todo lo anterior pareció existir gracias a la extraordinaria movilidad de los atacantes madridistas. Benzema dio un recital de desplazamientos horizontales en todo el frente de ataque y la defensa valencianista crujió por todos sus goznes. La ausencia de gol en ese período frenético -jugado a la misma altísima velocidad que el último cuarto de hora, pero con más cabeza- marcó el desempeño posterior. Un gol merengue habría abierto otro escenario en el que los de Mourinho se sienten cómodos: el de los espacios abiertos.
Al no darse, el Valencia mantuvo su gran virtud: impidió correr al equipo de velocistas. Sin marcador favorable ni espacio para las contras, y con Xabi Alonso desconectado, el Madrid se encomendó a la acción directa individual, recurso con el que ha sacado adelante muchos partidos.
5.- Di María para buscar el regate
Sin mediocampo ni espacios para correr, Di María para buscar el regate hacia dentro y la asistencia letal o el remate definitivo. Fue un buen cambio y una excelente opción. El argentino ha sido, junto a la movilidad de Benzema, e incluso por encima del colosal carrusel goleador de Cristiano, el mejor hombre del curso blanco, aunque las lesiones le impedirán alcanzar ese título honorífico. Ahora mismo es lo más parecido a Robben en el panorama mundial. Todos sabemos lo que va a hacer, pero lo hace una vez más. Conduce, regatea hacia dentro con el exterior del pie izquierdo y define. Una y cien veces.
En banda izquierda, sin embargo, por más que se impusiera en los duelos con Ricardo Costa, se perdió este manantial de peligro. Pasó a centrar balones a la cabeza de los centrales visitantes, relativamente cómodos en dicho arreón sin otro sentido que intentar derribar el muro a golpes algo ciegos.
– Fotos: Helios de la Rubia, Elisa Estrada – Ángel Martínez (Real Madrid)
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