Pese a la mala situación del Eintracht Frankfurt, hay una joven perla que sobresale por encima del resto. A sus 23 años, Sebastian Rode es un centrocampista curtido en mil batallas. Cuando empezaba a asomar la cabeza se topó con un descenso a 2.Bundesliga que derivó en su consolidación en las Águilas. Con el ‘20’ a la espalda, Rode comanda desde la medular a un Eintracht que pasea por Europa gracias a la consolidación de un líder al que poco tiempo le queda a orillas del Meno
Sin poseer un físico extraordinario, Rode se maneja bien en el centro del campo. Siempre acompañado por un jugador que destaque más en el cuerpo a cuerpo y el juego aéreo, no rehuye este tipo de situaciones. Además, aprovecha su resistencia para incorporarse constantemente al ataque desde la segunda línea y, sobre todo, tapar agujeros en las bandas. El aspecto físico es el que más dudas podría sembrar sobre una hipotética adaptación a un estilo de juego donde el físico juegue un rol más decisivo en el desempeño del equipo.
Sebastian es de esos líderes silenciosos. Nunca será el que más aspavientos haga sobre el terreno de juego ni el que vaya echando broncas a sus compañeros, pero siempre se ofrece por complicado que esté el partido. Un carácter que complementa con experiencias desde la trinchera, jugándose el tipo en divisiones inferiores, en equipos en ruinas o, como en la presente campaña, alternando las mieles de Europa con las garras de la pelea por el descenso.
La frialdad de la que hablábamos antes le ayuda a dominar a las mil maravillas cualquier situación de juego que se le plantee. Domina los tiempos de una manera impropia a la juventud que se le presupone, por lo que su criterio con y sin balón ha sido un gran activo para los equipos por donde ha pasado.
Excelente. Todo lo que hace desde que recibe el balón hasta que lo da tiene mucho criterio y una plasticidad que le convierten en un jugador diferente. Suele acabar los partidos con altos porcentajes de acierto en el pase y se maneja bien tanto en largo como en corto, pero la cualidad que le hace diferente es la conducción. Un control orientado suele poner el principio de una pincelada elegante como pocas, sin excesos y repetida lo justo y necesario.
Tampoco defrauda su técnica sin balón, destacando por ir muy bien al corte, anticipar bien balones divididos en el centro del campo y ponerlos rápidamente bajo llave. Por poner un pero, le falta progresar en su disparo de media distancia.
Sabe leer los partidos como pocos. De ahí que sus coberturas en defensa, caídas a las bandas e incorporaciones desde segunda línea sean un activo muy poderoso en favor de su equipo. Un jugador que lee el fútbol de una manera diferente a los otros, más rápida y, por extensión, más efectiva que deriva en la sensación de ser omnipresente. Para explotar todas las virtudes anteriores, Rode necesita jugar en un doble pivote o como interior en un 4-3-3, siempre por el costado derecho para favorecer las coberturas en una banda que frecuenta mucho y a la que recurre para desatascar los ataques estáticos de su equipo.
Rode es de esos jugadores que necesitan imperiosamente aparecer en la jugada, no estar. Cuando le ha tocado jugar como mediapunta, se ha perdido por no poder sorprender desde atrás, leer la jugada para encontrar el momento exacto en que hacer acto de presencia. Si bien no frecuenta demasiado el área, siempre ofrece apoyos por detrás del mediapunta para combinar por dentro y acelerar o decelerar la jugada a su antojo. No es raro verle incorporarse por la banda si el extremo derecho del equipo gusta mucho del juego interior.
Sin ser un especialista defensivo, es capaz de ocupar casi todo el sector derecho de su equipo tanto en estático como en transición. Interpreta muy bien cuándo presionar, cuándo buscar el fallo o, al igual que hace cuando tiene la pelota, cuándo temporizar para que lleguen los refuerzos. Rara vez toma la decisión equivocada y, cuando ejecuta, cuenta con una buena técnica en el corte que minimiza los defectos de un físico poco desarrollado.
Rode es un jugador diferente. Su criterio tanto para atacar como para defender le permiten explotar al máximo una técnica envidiable. Finaliza contrato a finales de la presente temporada y ya ha dejado claro que no quiere renovar con el Eintracht Frankfurt, en espera de que los grandes de Europa se peleen por un jugador cuya adaptación a una exigencia mayor, teniendo un rol más secundario, continúa siendo una incógnita. En el Commerzbank-Arena cuentan las últimos conciertos del jugador más plástico que ha pasado por la capital del Hesse en la última década.
* Nahuel Miranda.
– Foto: AFP
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