Se acabó

por el 3 marzo, 2014 • 11:22

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En un lugar de Francia, de cuyo nombre no quiero acordarme, había un equipo que hasta hace muy poco tiempo coqueteaba con el descenso. Sus resultados nunca llegaban a lo más alto y pese a que siempre era un conjunto con muchísimo dinero, el rendimiento nunca alcanzaba su tope. Mientras tanto, equipos como Lyon, Olympique de Marsella o Girondins de Burdeos se alzaban con los títulos y llegaban a rondas muy avanzadas en Europa. Entonces, Nasser Al-Khelaifi llegó a dicho lugar y en tres años va camino de cambiar la historia del PSG de manera radical. La primera temporada se quedó en blanco, sí, pero a la siguiente cayó la Ligue 1 y en la tercera ya ha dejado la liga sentenciada en el mes de marzo.

El pinchazo del Mónaco el sábado ante el Saint-Étienne provocó que el PSG tuviera la posibilidad de aumentar por primera vez esta temporada la ventaja sobre el Mónaco a ocho puntos. El partido era de mayor exigencia, ya que el OM tenía la obligación de ganar para no quedarse a cinco puntos del tercer puesto que da entrada a la Champions League. El equipo de Anigo salió muy valiente, pero sucumbió en la segunda mitad al enésimo festival de Ibrahimovic, que sigue dando motivos para pensar que está al nivel de Messi y Cristiano Ronaldo. Con esta victoria, los capitalinos dejan sentenciada la liga a once jornadas para el final, algo impensable hace unos años, cuando la Ligue 1 era considerada como una de las ligas más igualadas del fútbol europeo.

PSG: DE MENOS A MÁS

Laurent Blanc no sorprendió a nadie con su once inicial. La única duda era saber si Cavani –que volvía de lesión tras un mes– actuaría de inicio en detrimento de Lucas Moura. No fue así y el brasileño salió formando ataque junto a Ibrahimovic y Lavezzi. Pese a que el OM comenzó el partido de manera más intensa, el PSG pronto tendría la ocasión más clara de la primera parte: internada de Moura en la zona de tres cuartos; cede a Lavezzi, que incomprensiblemente falla tras regatear a Mandanda. Fue el primer aviso de la noche de un Moura que poco a poco fue cogiendo protagonismo en el partido.

El principal problema de Lucas Moura esta temporada está siendo que tiene a un bicho llamado Cavani como competidor en su puesto. Sería titular en el 90 % de los equipos europeos, quizás exceptuando solo a PSG, Real Madrid, Barcelona y Bayern Múnich. Es un jugador con una potencia espectacular, con unas cualidades técnicas excepcionales y con una velocidad de reacción que deja al rival clavado en cuestión de milésimas de segundo. Blanc acertó con Moura. Ibrahimovic apenas tuvo protagonismo en la primera mitad y el brasileño se dio cuenta de ello. Fue entonces cuando comenzó a combinar por dentro y a bajar a recibir en ataque posicional para generar superioridades en la zona de tres cuartos. En una de estas ayudas surgió la jugada que pudo cambiar la historia del PSG. Moura comenzó una conducción en su propio campo, dejó sentados a cuatro rivales y se plantó ante Mandanda, al que superó con una sutil vaselina, pero Fanni salvó el gol del año en la línea de gol.

Ante los problemas del PSG en la salida de balón –abrumadora presión del OM–, Moura era un alivio para el equipo de Blanc. En la izquierda, Lavezzi también hizo mucho daño a Fanni con sus continuos cambios de ritmo. Faltó el gol de Ibrahimovic, que en una de estas internadas del argentino consiguió rematar de cabeza pero su testarazo salió rozando el poste. El 0-0 fue quizás inmerecido tanto para PSG como para OM. Los visitantes inquietaron mucho a Motta, sobre todo Valbuena, que obligó al exjugador del Inter a desplazarse más de lo normal de su sitio. Sirigu intervino con dos paradas de excelente portero y el PSG se fue al descanso sin marcar ni encajar gol. Algo que quiso evitar Blanc a toda costa, ya que en la segunda mitad esperaba un OM más replegado.

En la segunda parte, Matuidi comenzó a atacar más. El mediocentro no había estado muy acertado en la primera mitad y en la segunda provocó con sus subidas que Ibrahimovic tuviera más espacio para pensar. Si al sueco, uno de los jugadores más inteligentes del fútbol actual, le dejas tiempo para pensar, lo normal es que acabes condenándote a ti mismo. Sin estar en una posición muy cómoda, el sueco sirvió a Maxwell un pase decisivo para que el brasileño, renovado el pasado viernes hasta 2015, batiera a Mandanda con suma facilidad. Nunca había sido un lateral muy ofensivo, pero con Blanc se ha transformado. Permuta, ataca y pisa el área constantemente, algo parecido a lo que hacía Digne la temporada pasada en el Lille.

El PSG no hizo variaciones y a raíz del gol replegó un poquito más de lo que había hecho en todo el encuentro. Entró Cavani por Lavezzi y en otra genialidad de Ibrahimovic, con pase picado para Van der Wiel incluido, el neerlandés centró para que el uruguayo se erigiese por encima de la defensa del OM y pusiera el 2-0 definitivo, un resultado que deja la Ligue 1 sentenciada a mes de marzo a favor de los parisinos, lo que provoca que Laurent Blanc tenga la ventaja añadida de poder preparar los partidos de Champions League con mayor tranquilidad.

OM: VALIENTE PERO SIN SUERTE

Anigo sorprendió a más de uno cuando a las 20:00 dio parte a la LFP sobre su once que sacaría en el clásico. El director deportivo era consciente de que en este partido había mucho más que tres puntos en juego, y por ello salió más valiente de lo normal. Hace dos semanas, en el partido ante el Saint-Étienne, alineó a cinco defensas y le dio buen resultado, pese a que acabó empatando el equipo verde en el último minuto. Esta vez sentó a Diawara y colocó a un extremo –muy técnico– de mediocentro (Thauvin). 

El OM es un equipo al que le gusta salir al contragolpe. Se identifica solo con repliegue intensivo más velocidad. Cuando ha jugado de otra manera y ante rivales más cerrados en defensa, ha sufrido mucho para generar ocasiones de gol. Anigo sacó a Thauvin al lado de Romao para salir rápido al contragolpe. No le salió bien el experimento del todo, ya que Moura encontró constantemente la espalda de Thauvin para generar ocasiones de gol. Fue entonces cuando cambió la posición de Thauvin por la de Andre Ayew, que de mediocentro tampoco se sintió cómodo, siempre incordiado por las permutas de Ibra, Lavezzi y Moura. En ataque, lo único salvable de la noche fue Valbuena, que exigió físicamente a Motta y le buscó las cosquillas. Prueba de ello fueron las dos ocasiones del OM en la primera mitad, ambas en las botas del internacional francés. La primera fue una conducción del mediapunta a raíz de un robo de Romao y salida rápida, y la segunda, una permuta clásica de Valbuena que acabó con un disparo cruzado con el que Sirigu evitó el gol con una mano espectacular.

El 4-2-3-1 en repliegue se convertía en un 4-5-1. Gignac presionaba a los centrales, Valbuena estaba siempre pendiente de Verratti y Matuidi se veía superado por un exigente Andre Ayew. El problema del OM fue Moura. Anigo no contaba con la participación central del brasileño, de ahí que el exjugador del Sao Paulo siempre recibiera muy cómodo entre líneas. El empate a cero de la primera parte se debió en parte al espectacular trabajo colectivo y defensivo de los azules. Romao fue una roca en el centro del campo, mientras que Mendes y N’Koulou mantuvieron a raya a un Ibrahimovic más solitario de lo normal en ataque.

En la segunda parte, Anigo mandó a Romao estar pendiente de Moura. Matuidi se descolgó más en ataque y Thauvin no supo situarse en el campo. En la fase ofensiva ayudaba mucho en la izquierda para intentar generar peligro, pero en defensa siempre se vio superado. Fue un error, ya que Ibrahimovic sirvió en bandeja a Maxwell para que el brasileño batiera a Mandanda. El error fue de Morel, que habilitó al lateral izquierdo. 

Poniendo el ejemplo de Morel, el OM apenas tuvo incidencia en las bandas, uno de sus puntos fuertes esta temporada. El francés vio desbordado por Van der Wiel y pese a que Fanni mantuvo a raya a Maxwell, no pudo frenar a Lavezzi. Ibrahimovic volvió a inventarse un gran pase para Van der Wiel, que completamente solo sirvió a Cavani el 2-0. El OM se relajó bastante en la segunda mitad. Anigo quitó a un Thauvin desquiciado –que falló diez pases de los veintitrés que intentó– para buscar unas llegadas en segunda línea que con el exjugador del Bastia no pudo encontrar. No hubo reacción del OM. Valbuena desapareció en la segunda mitad y, en general, se vio al equipo pegajoso y espeso que tan irregular ha sido esta temporada. Acaba la jornada a cinco puntos de la Champions y perdiendo el cuarto clásico de los últimos cinco. La historia está cambiando y Marsella ya no respira el fútbol que hace temporadas le permitía incluso pelear por la Champions League.

* Andrés Onrubia.

– Foto: L’Equipe




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