Con la Serie A bajo control (dos Scudetti en los dos últimos años), el tercer curso de la era Conte arrancaba con la vista puesta en la Champions League. El Bayern, intratable, les había pasado por encima en cuartos de final de la edición 2012-13. El ánimo de revancha se fundía con el anhelo de instalarse en la aristocracia europea, un puesto de privilegio que la Juve abandonó en 2006 para dar con sus huesos en la Serie B. En este contexto, la temporada no comenzó bien. Mientras la sorprendente Roma de Rudi García marcaba el paso en la cabeza del Scudetto, la Vecchia Signora se plantaba en la quinta jornada de la fase de grupos de la Champions con tres míseros puntos. El desenlace es conocido. El último día, el Galatasaray despidió a los jugadores de Conte en un campo impracticable.
La decepción, enorme, encontró algo de consuelo con la mejora de las prestaciones en la liga. La Juventus cogió velocidad de crucero y encadenó una racha de resultados impresionante. De poco le ha servido a la Roma un inicio histórico. Ocho puntos le separan del primer puesto. Ocho puntos que acercan a la Juve al tercer título consecutivo.
El triste adiós a la Champions trajo de la mano el acceso a la Europa League. Un torneo menor con un punto extra de interés: la final se celebrará el próximo 14 de mayo en el Juventus Stadium. Un motivo suficiente para mantener el interés por competir fuera de la frontera italiana. Trabzonspor, Fiorentina y Olympique de Lyon han inclinado la rodilla ante los bianconeri en su ruta a las semifinales.
Superado el trauma del Türk Telekom Arena, la hoja de resultados es muy satisfactoria. La Juve manda con autoridad en el calcio (84 puntos) y está a un paso de jugarse en su feudo la conquista de un trofeo europeo. El histórico bloque turinés lleva desde 1996 sin ganar un título continental. Su final más reciente data de 2003 (cuando perdieron la Champions en los penaltis frente al Milan de Ancelotti). Entre medias, la Coppa Italia sigue siendo territorio prohibido. En enero, la Roma le eliminó en cuartos y prolongó una sequía vigente desde 1995.
Al margen de los números, lo cierto es que el conjunto de la FIAT está dejando peores sensaciones de lo que cabría esperar en una formación que cuenta con futbolistas del nivel de Buffon, Chiellini, Pirlo, Pogba, Vidal, Tévez o Llorente. Su juego lleva varias semanas estancado, encomendado a la solvencia perenne de Buffon bajo palos, a la seguridad defensiva y a la productividad de una pareja de atacantes que cada día se entiende mejor. Tévez es el máximo goleador de la Serie A (18 goles, igualado con Ciro Immobile) y Llorente oposita cada jornada a una plaza en la lista de Del Bosque para el mundial.
El 3-5-2 (o 5-3-2, según se mire) es innegociable para Conte. Solo en ocasiones especiales (como el duelo de Champions contra el Madrid en el que formó con un 4-3-3 con Marchisio arriba) se plantea su modificación. Este esquema gira en torno a dos carrileros infatigables (Asamoah por la izquierda e Isla o Lichtsteiner por la derecha), un genio en la cuesta abajo de su carrera (Pirlo) y dos interiores de notable calidad, llegada y mucho trabajo (Pogba y Vidal, con Marchisio como primer relevo).
En un equipo que en la etapa de Conte ha tenido en la intensidad y la velocidad dos de sus principales armas, resulta curioso ver cómo, de un tiempo a esta parte, los ataques se han vuelto monótonos y la presión sobre la zona de creación rival ha dejado de ser agobiante. A la Juve le cuesta más generar fútbol e impedir que el rival despliegue sus armas en el césped. Mal asunto.
Ante esta situación se aceptan varias explicaciones. Resulta evidente que la condición física de la Juve no es la ideal para estas alturas de temporada. Los carrileros no son tan incisivos en ataque; Pogba y Vidal, dos medios dotados de cualidades técnicas y atléticas privilegiadas, ya no pasan por encima del centro del campo adversario. Luego, claro está, hay que comentar el tema de Pirlo. El mago de Brescia, aunque de vez en cuando lo olvidemos mientras ejecuta un libre directo o filtra un pase de gol imposible, va camino de los 35 años. Sus limitaciones físicas pueden ser cubiertas, en parte, por la exuberancia de los interiores que le escoltan, pero sus cualidades técnicas son insustituibles.
Los rivales de la Juve conocen bien esta realidad, y por eso suelen tener la obsesión de atar en corto a Andrea. Saben que si anulan, o al menos minimizan, su influencia en la elaboración del juego bianconero, las opciones de conseguir algo positivo se multiplican. Con Pirlo marcado, los de Conte, a la hora de sacar el balón desde atrás, se ven obligados a recurrir con frecuencia a los centrales (sobre todo Bonucci). La solución no es tan negativa (Bonucci y Chiellini tienen calidad y facilidad para el desplazamiento de balón), pero la efectividad del ejercicio ofensivo, como es lógico, se resiente desde el comienzo.
Asimismo, si el conjunto contrario tiene los mimbres necesarios para presionar arriba con eficacia, la salida de balón por parte de los centrales puede verse también comprometida. En este caso existe la opción de orientar el juego hacia los carrileros o, directamente, confiar en los pelotazos con destino a Llorente. El internacional español garantiza, con su dominio del espacio aéreo y de los movimientos de espaldas a portería, opciones para la llegada desde segunda línea de Pogba y Vidal.
El verso suelto en el ataque de la Vecchia Signora es Tévez. El infatigable delantero argentino posee un radio de acción amplísimo, que le lleva a bajar hasta el centro del campo para ayudar en la elaboración cuando la Juve está atascada. También cae a banda con peligro y aprovecha los huecos que genera Llorente al fijar centrales. Todo ello, sazonado con una notable facilidad goleadora y un carácter competitivo inigualable.
Las carencias de la Juve, acentuadas por sus altibajos físicos, apenas afectan al Scudetto, que parece amarrado. Sin embargo, en la Europa League deberá mejorar las prestaciones de anteriores eliminatorias para superar al Benfica y ganar el título ante su fiel afición, que convierte cada semana al Juventus Stadium en uno de los campos más animosos del fútbol europeo.
Expuestos algunos puntos débiles, conviene incidir en las bazas competitivas de los bianconeri. Un entrenador sobrado de personalidad y mentalidad ganadora (aunque a veces se eche de menos en Conte más flexibilidad con la pizarra para cambiar el rumbo de los encuentros difíciles); dos mitos cuyo inevitable declive no les impide seguir siendo decisivos por categoría y experiencia (Pirlo y Buffon); unos jugadores que se saben los conceptos tácticos de memoria; y, por encima de todo, el plus de calidad diferencial que aportan sus mejores hombres en tres cuartos de campo y delantera. Ellos serán los principales encargados de cerrar de la mejor manera posible un curso extraño que empezó con renglones torcidos.
* Javier Brizuela es periodista y filósofo.
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