Lo de Schweinsteiger fue magistral. El centrocampista fue el sostén emocional y futbolístico del Bayern de Munich en el Santiago Bernabéu, quien mantuvo la calma tras la tormenta inicial y quien espoleó a los suyos cuando las fuerzas no daban para más.
Hoy la salida lavolpiana está de moda pero son pocos, quizás solo el Barça, quien le da sentido a salir en superioridad. También lo hizo anoche el Bayern, pero no por esa pretensión estilística que se intuye en ciertos equipos, sino por necesidad. Y así desarmó al Real Madrid.
Si el Bayern hubiera regalado la pelota, se hubiera marchado con cinco goles del coliseo madridista. Pero Schweinsteiger quería jugar su final y se puso a ello: a ir desmenuzando la eliminatoria. Se coló entre Badstuber y Alaba para asentar al Bayern en terreno madridista y transformó el centro del campo en un parque para dar espacio a Luiz Gustavo y Kroos, aprovechando que Xabi y Khedira vivían pendientes de Robben y de Ribéry.
TORTURA LENTA
Así las cosas, la primera presión del Real Madrid fue superada o bien por fuera con Alaba y Lahm (que superaban líneas ganando la espalda de Cristiano y Di María) o bien por dentro con Kroos y Luiz Gustavo pero también con Robben y Ribéry, a quienes el movimiento de los laterales les permitió caer hacia dentro y recibir siempre bien perfilados.
De pronto, el Madrid, que ganaba 2-0 y parecía en la final, se vio defendiendo con 6 futbolistas. Y cuando la transición del Bayern les permitía replegar para establecer defensa organizada, aparecían superioridades de 3×2 en banda con los movimientos de Kroos de dentro hacia fuera. Una tortura lenta y dolorosa visible en el rostro de Arbeloa, en los gestos de Cristiano y Pepe pidiendo replegar, pidiendo juntar líneas. ¡Qué partido también de Kroos, qué eliminatoria la suya!
Otros hubiesen apostado por limitar riesgos y jugar directamente hacia Mario Gómez para capear la tormenta inicial, pero Schweinsteiger no. No, porque tiene condiciones futbolísticas para hacerlo de otra manera pero, sobre todo, porque posee la valentía y determinación para hacerlo a su manera, la que más le convenía al Bayern. Schweini le dio vuelta al balón haciendo escorar al Real Madrid, filtró pases superando líneas, girando al rival, o las batió él mismo a través de conducciones salvajes, aparentemente suicidas, con la intención de arrastrar a su equipo tras él para desarrollar el encuentro en campo contrario. Porque Robben, Ribéry y Gómez son muy buenos futbolistas, pero jamás rompen al espacio: necesitan vivir cerca del portero rival para desplegar su talento: la conducción, el remate.
Porque eso es lo que hizo Schweinsteiger ayer: arrastrar el equipo tras él. Fue él quien espoleó al Bayern en el corrillo antes de lanzar los penaltise, quien tomó la decisión de lanzar el penalti definitivo. Y lo marcó desde la convicción total, clasificando al Bayern para la final, su final. Y sus compañeros corrieron tras él como habían hecho durante los 120 minutos de partido. ¡Qué metáfora tan simbólica!
Madrid y Barça no disputarán la final porque ni Drogba ni Schweinsteiger lo han querido. El fútbol es de los jugadores.
* Felipe S. Mateos es Entrenador de fútbol. Metodología Fútbol Base C. A. Osasuna. En Twitter: @FelipeSMateos
– Fotos: Óscar del Pozo (ABC) – Ángel Martínez (Real Madrid)
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