Una falta en el centro del campo que interrumpe una contra peligrosa a escasos minutos del final del partido. El arbitro se dirige al infractor y, sin dudarlo, le muestra la amarilla. Las cámaras se centran en el defensor: una leve protesta dará paso a la indignación ya que esa cartulina le impedirá jugar la ansiada final.
En los momentos decisivos de la temporada entran en juego las temidas suspensiones. Cada competición tiene una reglamentación propia, pero todas tienen una cosa en común: son un castigo para el reincidente.
Encontraremos diferentes perfiles de jugadores ante la mencionada situación. Aquellos que se desenvolverán a las mil maravillas viviendo al limite de la suspensión; en cambio, otros no tendrán ni tiempo de pensar en ella ya que, sin quererlo, se encontrarán con la odiada tarjeta; en otras ocasiones serán forzadas, permitiendo llegar limpio a compromisos posteriores, mientras que en otros casos hay futbolistas que verán en ella una liberación que les permitirá no participar en un encuentro para el que no se sienten preparados.
Lo que es evidente es que todas estas situaciones forman parte del juego y que, tanto cuerpo técnico como jugadores, deben ser conscientes de ellas y, por esa razón, seguro que pueden ser trabajadas.
Sin ninguna duda, al apercibido se le podrá preparar durante la semana para que sepa jugar con la presión que conlleva la situación y no cometa errores que puedan provocar la suspensión. Podemos crear ejercicios en los que se encuentre en inferioridad, debiendo decidir del modo correcto para el beneficio individual y colectivo.
En ocasiones, es suficiente con moldear la actitud o comportamiento del jugador, siendo este capaz de dominarse ante las diferentes situaciones que se le plantearán durante el partido.
Pese a todo este trabajo que podemos hacer con ellos durante la semana, lo que es evidente es que en un estadio ante 90.000 espectadores, con los futbolistas a 180 pulsaciones por minuto, las reacciones de los futbolistas son imprevisibles y pueden recibir la cartulina, pero dependerá de su fuerza mental el sobreponerse a tan duro golpe.
La tarjeta ha sido mostrada. Es en ese momento cuando te das cuenta que tu participación para el partido que has soñado toda tu vida ya es imposible: la reacción del jugador nos puede plantear un gran problema, incluso peor que si de una expulsión se tratase, ya que durante un tiempo indeterminado su cuerpo estará en el campo, mientras que su mente no podrá concentrarse en las acciones posteriores.
En ese momento debe aparecer la fuerza mental del jugador: encontramos futbolistas que han reaccionado dándolo todo por el equipo, conscientes que su no participación en la final no deberá ser una excusa para bajar el rendimiento y, de esta manera, conseguirá acercar a todos sus compañeros al objetivo por el que han estado peleando toda la temporada. Otros, en cambio, antepondrán el yo al colectivo, perjudicando gravemente el funcionamiento del grupo.
Soy partidario de la idea de que la actitud precede al rendimiento y para que un jugador o equipo sea capaz de mejorar su fortaleza mental debe generar una actitud positiva y ganadora, sea cual sea la situación. Ya habrá tiempo para lamentaciones cuando el árbitro pite el final del partido, pero hasta que lo haga solo una idea cruzará mi mente: conseguir la victoria.
Durante los entrenamientos será vital crear jugadores capaces de pensar como ganadores, que tengan la capacidad de transformar los aspectos negativos en positivos y, por último, que sean capaces de hacer frente a lo inesperado.
Debemos ser conscientes de la importancia que tiene preparar mentalmente a nuestros futbolistas, ya que nos permitirá obtener un mayor beneficio individual y colectivo.
Podemos discutir si para un titular es demasiado castigo perderse un partido crucial por acumulación de amonestaciones, pero estas son las reglas del juego y que hacen del futbol un deporte único.
El arbitro pita el final y los jugadores se abrazan celebrando el pase a la final. Uno de ellos combina alegría y tristeza ya que no podrá disputar el próximo partido. Dos semanas más tarde, el final de la charla del entrenador previa al partido es el momento elegido por el capitán para acordarse del compañero que, vestido de calle, escucha atentamente: “Sin ti la final quizás no existiría. Nosotros no lo olvidamos y no podemos fallarte”.
* Enrique Durán es Director Técnico de fútbol base de los Mamelodi Sundowns de Sudáfrica. Anteriormente fue Coordinador de la FCB Escola. En Twitter: e_duran_diaz
– Fotos: EFE
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