"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Sufriendo, lejos de su mejor versión y aguantando un empate. En esas circunstancias, y sin su gente en la cancha de Vélez debido a la prohibición de ingreso al público visitante, San Lorenzo se consagró campeón del Torneo Inicial 2014.
La definición, como se preveía ante la paridad que es ley en este tiempo en el fútbol argentino, fue muy cerrada. Los pequeños detalles marcaron la diferencia y San Lorenzo terminó festejando en una última fecha que arrojaba cuatro equipos con chances. El empate en Rosario entre Newell’s y Lanús –que días antes se había consagrado campeón de la Copa Sudamericana– le permitió al conjunto dirigido por Juan Antonio Pizzi llevarse el título con una igualdad. Una más. La tercera en las últimas tres fechas del campeonato.
En la previa marcábamos que San Lorenzo era uno de los tres grandes candidatos al título. El buen final del primer certamen del 2013, una idea de juego que parecía afianzarse y buenas incorporaciones lo lanzaban al conjunto dirigido por Juan Antonio Pizzi como un equipo a tener en cuenta.
El inicio parecía confirmar la tendencia: triunfo angustioso ante Olimpo como local y goleada 0-3 en Avellaneda ante Racing –que en ese momento arrancaba en la lista de pretendientes– animaban a los santos. Sin embargo, una durísima derrota como local por 0-3 ante Argentinos Juniors y una caída en Quilmes sembraban las dudas en el campamento de Pizzi y sus muchachos. Mientras tanto, en la Copa Sudamericana era mucho más que River en los dos juegos, pero terminaba quedándose eliminado San Lorenzo porque Barovero tuvo una noche iluminada en Núñez.
En la sexta fecha, una noticia durísima: pese al triunfo y los tres puntos en Rosario ante Central, Pizzi volvía de la Chicago argentina con la segura pérdida para el resto del torneo de la figura en ese comienzo, Martín Cauteruccio. El exdelantero de Quilmes sufrió la rotura de los ligamentos cruzados de la rodilla derecha.
No solo la extensión de la recuperación y el gran momento que atravesaba el uruguayo eran motivos de preocupación para el entrenador y la dirigencia. Sino que por motivos tácticos y de conformación de plantel, Cauteruccio era una pieza clave. En el 4-2-3-1 de Pizzi, no solo era el finalizador, sino que por su capacidad asociativa lograba insertarse en el circuito de juego. Sus diagonales generaban espacios permanentemente para la llegada libre desde atrás especialmente de Correa y en otros momentos de Verón. Por otro lado, el delantero era el único nueve claro con el que contaba el DT; el mencionado Verón y el joven Villalba tienen más características de segunda punta.
Hablamos del esquema táctico de San Lorenzo. La idea de juego comenzó a desarrollarse ya en la segunda mitad del Torneo Final 2013. Ante el mal momento de los refuerzos que habían llegado para ese campeonato (Franco Jara y Denis Stracqualursi, especialmente), Pizzi optó por los más jóvenes. Así, Ángel Correa, Verón, Villalba y el volante Navarro –el más relegado durante la consecución de este campeonato– le cambiaron la cara al equipo. Con dos laterales bien largos y de buen pie, un doble pivote en el centro que combinaba quite y juego y la asociación de los pibes en los tres cuartos –con el aporte de la experiencia de Romagnoli en el medio y el sacrificio de Buffarini en la banda derecha–, San Lorenzo cerró el certamen anterior ilusionando.
La llegada del mencionado Cauteruccio, la vuelta de Ortigoza al equipo, los prometedores Cavallaro y Elizari como alternativas y la compra de Cristian Álvarez para el arco eran motivos suficientes para creer que San Lorenzo se había potenciado en el mercado de pases, agregando que las salidas eran de futbolistas que no eran piezas importantes en el andamiaje del equipo.
Pizzi optó por Verón para reemplazar a Cauteruccio y descartó la posibilidad de hacer una incorporación. Además, metió mano en un puesto clave: el del arquero. La inactividad que acarreaba Álvarez tras sus últimos meses en el Espanyol le pasaron factura al portero y sus primeros partidos dejaron muchas dudas. El público clamaba por su suplencia y el DT terminó inclinándose por Torrico, un arquero experimentado pero inestable. Pese a sus altibajos en el semestre, su atajada in extremis ante Vélez en el juego decisivo le valió el título a San Lorenzo.
Pasaban las fechas y el equipo, si bien intentaba ser protagonista y era desde la tenencia de la pelota que se organizaba, carecía de herramientas ante equipos que se encerraban. De hecho, le costaba más ganar en casa que fuera del Nuevo Gasómetro. Y si bien la fisonomía se vislumbraba, las dudas acecharon y un duro golpe hizo tambalear al DT: Arsenal le ganó 3-2 por el Inicial y luego lo vapuleó 3-0 en Catamarca por la final de la Copa Argentina. Pizzi puso su renuncia a disposición, aunque terminó siendo ratificado en el cargo. El grueso de la hinchada de San Lorenzo pedía por su renuncia y Juan Antonio –que ya había pasado otros sofocones desde su asunción en la segunda mitad del 2012– terminó viéndose respaldado por un sólido triunfo ante All Boys en casa. Quizás un mal resultado en aquel juego hubiera significado la caída del entrenador. Cosas del fútbol argentino.
Pese a la irregularidad del equipo, San Lorenzo seguía con chances aunque los problemas no acababan: en la final ante Arsenal, Verón también se rompía los ligamentos y solo quedaba Villalba como alternativa. Newell’s, que había iniciado el certamen con el ritmo con el que había terminado el anterior de la mano del Tata Martino, empezaba a caerse a pedazos. El Boca de Bianchi jamás arrancó pese a que los números también lo dejaban vivo. Arsenal estaba al acecho y de a poco dos equipos que se habían dedicado más a la Sudamericana que al torneo local empezaban a asomar la cabeza: Vélez y Lanús.
Precisamente el Granate le asestó un duro golpe con una derrota 3-2 en un partidazo. San Lorenzo se reivindicaría con un triunfo clave ante Boca como local. Debió ser goleada, fue 1-0, pero podría haber sido empate de no ser por el penal atajado por Torrico a Pérez, en otra de las acciones clave del arquero que pasara por Godoy Cruz y Argentinos Juniors.
En las últimas cinco jornadas, San Lorenzo apenas vencería un juego, ante Belgrano por 4-2. Pero Newell’s se desplomó (cinco puntos en las últimas ocho jornadas) y el resto de los seguidores cada vez que debieron ganar no lo hicieron. Parecía que las chances santas corrieron sí mucho peligro en Rafaela, a falta de tres fechas para el final. Caían 2-0 ante la Crema (que en ese momento parecía prenderse en la lucha), pero Ignacio Piatti se puso el traje de héroe y empató el juego con dos golazos. Nacho terminó siendo figura clave en el cierre, como también Correa, quien luego de un arranque dubitativo terminó siendo cada vez más importante.
De todas maneras, hasta ahora no mencionamos al jugador más importante de este equipo: Juan Mercier. El volante central, de larguísimo recorrido en el ascenso, fue la figura excluyente del equipo. Es brillante desde lo táctico, no deja de hacer un solo relevo y sus virtudes técnicas son mayores de lo que parece a primera vista. Es uno de esos jugadores por los que nadie reclama pero que podría ser una alternativa más que válida para el Mundial de Brasil como recambio de Javier Mascherano. Ya había sido campeón en el Argentinos del Bicho Borghi en el 2010 y su dilatada carrera en las categorías de ascenso merecía tener una consagración de este tamaño en uno de los grandes de Argentina.
Ahora bien, las estadísticas finales arrojaron mucho debate. Por un lado, en torno a la legitimidad del título de San Lorenzo, y por otro, al nivel del torneo argentino. Si bien son dos cosas por separado, en la discusión, diferentes analistas y opinadores (que no son lo mismo) señalaron que como el equipo de Pizzi fue el campeón en torneos cortos con menos puntos de la historia (33) y como había ganado menos de la mitad de sus partidos –9 de 19–, era un mal campeón y por ende esto nos hablaba de un mal certamen.
Organizativamente sí, el torneo argentino debe ser de los peores del mundo. Desde el vamos que una de las hinchadas no pueda concurrir al estadio habla de la incapacidad flagrante o de la pérdida de la batalla ante la violencia organizada. Pero no todo termina ahí. De hecho, la fecha final se vio demorada unas horas porque el estadio de Vélez fue habilitado recién a pocas horas del encuentro. Guillermo Barros Schelotto, DT de Lanús, se había quejado en la fecha 18 de que el horario de su juego ante Boca había sido programado excediendo lo reglamentario. Los cambios en las horas y días de los partidos en la semana anterior a los encuentros son moneda corriente.
Pero aparcando esto por un momento, este campeonato me dejó mejores sensaciones que los últimos. Decir esto va un poco a contracorriente, pero en este Inicial 2013 aparecieron equipos con novedades interesantes. San Lorenzo fue uno de ellos desde su apuesta por el juego con el eje creativo de Romagnoli-Correa-Piatti. Lanús, más vertiginoso, pero también con apetencia ofensiva, armó un equipo muy sólido y compacto. Newell’s continuó su búsqueda, y pese al paupérrimo cierre de campeonato, dejó detalles interesantes y a un Maxi Rodríguez enorme. Vélez, en pleno recambio, volvió a ser protagonista en el final y mantiene a su entrenador desde el 2009. En un registro totalmente diferente, Arsenal y Belgrano son dos colectivos muy fuertes y que desarrollan una idea que los termina ubicando en puestos de privilegio pese a no tener planteles generosos. Incluso sin estar en las posiciones de vanguardia, Godoy Cruz, Gimnasia y Rosario Central tuvieron ya sea desde lo táctico, lo emocional o lo individual detalles muy positivos. Boca (pese a estar numéricamente muy cerca de la cima), River y Racing fueron las decepciones del certamen.
¿Qué condimentos tiene que tener un torneo para ser calificado como bueno? Va a gusto de consumidor, y respuestas a esta pregunta podría haber infinitas. Si tomamos el nivel de juego de los equipos y la paridad del certamen como parámetros, este Inicial 2013 estuvo incluso por encima de las expectativas. Se sabe que los mayores talentos individuales argentinos están en el exterior y que con esta conducción dirigencial es imposible –por el momento–aspirar a que el torneo sea un poco mejor organizado. Podríamos decir que se trató de un buen torneo, con un campeón que no fue brillante (en su carácter de campeón) y una organización horrorosa.
Quizás esté íntimamente relacionada la sensación generalizada de que el fútbol fue mejor en el pasado reciente (no digo ya hace veinte o treinta años, cuando la diáspora de talento era menor) porque los equipos grandes no padecían tanto. El título de San Lorenzo fue un oasis; Boca, con su mito en el banco de suplentes, jamás encontró un funcionamiento; River tuvo un semestre muy malo y se puso en duda a su referente, Ramón Díaz; Racing pintaba para seguir creciendo y estuvo muy cerca de hacer su peor campaña en torneos cortos: tuvo que recurrir al hombre-estatua, Mostaza Merlo, para que lo sacara de su situación; e Independiente está en la B.
De hecho, San Lorenzo hace un año y medio se salvó de caer a la segunda división por la increíble caída final de Banfield, que se subió al tobogán y terminó generando que los santos, con el inefable Ricardo Caruso Lombardi en el banco, llegaran a una promoción cuando parecía que el descenso era la fija.
Una nueva conducción dirigencial con la estrella de la televisión argentina, Marcelo Tinelli como vicepresidente y conductor, da la imagen de haber saneado a un club que estaba cerca de quebrar cuando Carlos Abdo renunció a mediados del 2012. Sin saber si la economía de San Lorenzo es tan buena como aparentan Lammens, Tinelli y cía., lo cierto es que el plantel se capitalizó y la etapa de sufrimiento, por ahora, parece alejada.
En lo deportivo, el desafío eterno de San Lorenzo aparece una vez más: la Copa Libertadores, esa obsesión que desvive al club azulgrana: es el único grande argentino que no alzó el certamen continental más importante. Pero lo que encolumnó a todo la gente del club es la vuelta a Boedo. Forzados de manera vil a vender las tierras de lo que fue su casa durante la última dictadura militar, el año último se sancionó la ley de reparación histórica que establece que San Lorenzo tiene el derecho de regresar a lo que fue su casa. A través de un fideicomiso, el club podrá acceder a recuperar económicamente lo que fuera su predio y que desde la década del 80 alberga a un supermercado en la Avenida La Plata.
Más allá de los debates en torno a la justicia del título o de si se juega bien, regular o mal en Argentina, San Lorenzo festeja. Pudo haber caído al abismo hace un año y medio y hoy la realidad es absolutamente diferente. Con jóvenes prometedores en el campo y un DT con potencial (que se sacó el estigma con las definiciones de los campeonatos), si mantiene la evolución, lo mejor tiene que estar por venir para el conjunto azulgrana. Ya se sacó la mochila del campeonato.
* Diego Huerta es periodista y editor del sitio web “Cultura Redonda”.
– Fotos: AP – Télam
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