Las competiciones de saltos en la ciudad de Barcelona son las más estéticas desde el punto de vista visual en todo el mundo gracias al marco de las Piscinas Municipales de Montjuïc, con la ciudad de Barcelona como fondo permamente.
Después de los JJ. OO. de Barcelona’92 y los Mundiales de Natación del 2003, la instalación acogió este verano por tercera vez un evento mundial, y de manera parecida al artículo que realicé sobre la incorporación del high diving al programa del mundial, vamos a repasar desde mi privilegiada posición de speaker de la competición lo sucedido para dar una visión diferente de la competición de saltos recién finalizada.
Los saltos son una disciplina muy consolidada dentro del programa olímpico, del que forman parte desde 1904, lo que significa que tienen una tradición y solera como pocos deportes. Por esa razón, la organización de la competición de saltos es como una maquinaria de alta relojería, con todas sus piezas perfectamente encajadas, buscando una competición igual para todos y favoreciendo el espectáculo en la medida de lo posible.
Por ello, además de la torre de saltos, centro neurálgico de la prueba, se había habilitado detrás una zona de calentamiento en seco, con camas elásticas, zonas de relajación y masaje, colchonetas, con todo lo necesario para permitir a los saltadores preparar sus saltos en las mejores condiciones, alejados de las cámaras.
Al ser una especialidad que busca la perfección en cada salto, parece lógica la férrea disciplina a la que están sometidos los saltadores en busca de esa meta tan elusiva. En este sentido destaca el equipo chino, dominador absoluto de la prueba en las ultimas décadas, que está en todo momento absolutamente controlado por sus entrenadores y técnicos y que evita cualquier contacto no necesario con personas ajenas a la delegación.
En el otro lado de la balanza tenemos al equipo italiano, con los míticos Claudio Cagnotto y Klaus Dibiasi al frente, que siempre encontraban un momento para comentar la competición y dar sus opiniones y explicaciones a los que les preguntábamos cualquier tema.
Uno de los aspectos que mas me llamó la atención desde que empecé a colaborar en esta disciplina en el año 2003 es la fisonomía de los saltadores, ya que cuando la inmensa mayoría de los deportes priman la altura y la fuerza, en saltos las personas de baja estatura tienen una mayor ventaja, al poder girar mas rápido y en un espacio mas reducido, y eso se refleja en la tipología general, con pocos saltadores que superan el 1,70 m de estatura.
En España, esta disciplina ha sido siempre el pariente pobre de la natación desde el punto de vista de los éxitos deportivos, además de tener un número muy bajo de licencias. En cambio, por propia experiencia, puedo asegurar que a la hora de afrontar la organización de competiciones son una verdadera familia, ayudando a los que venimos de otros deportes a integrarnos en la estructura organizativa sin ningún recelo y con los brazos abiertos, lo que crea un ambiente realmente agradable de competición.
Las funciones del speaker en saltos son bastantes delicadas, porque es el responsable del ritmo de la competición, ya que el saltador no puede saltar hasta que su nombre y el salto haya sido anunciado por megafonía, para que el juez árbitro de su visto bueno para el inicio del salto, y luego es el encargado de leer las puntuaciones de los jueces y anunciar las penalizaciones por salto que decida el juez árbitro.
Además, este ritmo de competición requiere una gran coordinación con la señal de televisión para que todos los saltos salgan por pantalla, así como sus repeticiones, pero con un ritmo que impida que la retransmisión se haga interminable.
A tal efecto las pautas establecidas eran diferentes en las eliminatorias que en las finales. Mientras que en las eliminatorias de trampolines de 3 m y 1 m había 30” por cada salto y 45” en plataforma, las semifinales y finales iban a un minuto el salto. El tiempo se ajustaba en las repeticiones televisivas, habiendo solamente una en las eliminatorias.
En cambio, en las finales, Javier Serrano, el magnífico realizador de RTVE, podía recrearse todo lo que quisiese con el uso de las diversas cámaras especializadas que tenía a su disposición, mostrando los saltos en súper cámara lenta con los monumentos de Barcelona al fondo, en unas tomas realmente espectaculares.
No es ningún secreto afirmar que China es la absoluta dominadora de la prueba, vencedora de las diez especialidades en el mundial de Shanghái de hace dos años y de nueve en los de Barcelona. Es el equipo que mejor tiene asumido lo que representa la búsqueda de la perfección, y el ejemplo más claro de su mentalidad fueron las declaraciones del entrenador Qiu Bo después de ganar la medalla de oro en plataforma de 10 m, con una serie espectacular de saltos de altísima dificultad. A la pregunta de si estaba satisfecho por la exhibición de su pupilo dijo que no, que estaba descontento porque en la semifinal había fallado dos saltos y solo había sido sexto, una lacra en su actuación global.
Otro hecho curioso fue la absoluta falta de alegría de la china de 14 años Si Yajie al ganar en el último salto y, por un escaso margen, la final de plataforma femenina de 10 metros: recibió la puntuación absolutamente hierática y sin dibujar la mas mínima sonrisa, ni en ese momento ni durante la ceremonia.
Los saltos han conseguido desde el punto de vista deportivo el santo grial de la competición, esto es, que los jueces pasen desapercibidos y en una competición donde se decide por puntuación subjetiva no hubiera ni un silbido de protesta por las puntuaciones otorgadas.
En esto, el comité técnico de la FINA ha jugado un papel muy importante y conseguido mediante unos sistemas durísimos de evaluación un nivel de jueces altísimo, que no tiene parangón con otras especialidades deportivas, donde los escándalos suelen ser habituales.
Si un favorito fallaba un salto era puntuado acorde al fallo y no se le regalaban puntos por su palmarés. Además, para evitar distracciones, se prohibía dar el salto en directo por el videomarcador de la piscina, poniendo el logo del campeonato en cada salto, y no se podía anunciar ninguna clasificación parcial diciendo a cuántos puntos estaba del primero o de la medalla, para evitar cualquier influencia externa sobre ellos.
Desde el punto de vista de las disciplinas, las pruebas históricas de trampolín de 3 m y plataforma de 10 m siguen acaparando el máximo interés, en especial la ultima en categoría masculina, que es considerada la prueba estrella de la especialidad, clausurando mundiales y JJ. OO.
Los saltos sincronizados, de más reciente introducción, han sido un buen añadido competitivo, por su estética y atractivo visual. En cambio, la prueba de trampolín de 1 m es la que está más estancada y, en mi opinión, la que menos funciona desde el punto de vista televisivo.
Debido a la escasa altura, el vuelo es mucho menor y las posibilidades de saltos más limitadas, lo que provoca que muchos saltadores y casi todas las saltadoras hagan los mismos saltos sin apenas variaciones del programa, lo que desemboca en un programa muy repetitivo y poco espectacular. Me consta que la FINA es consciente del problema y, por ejemplo, ha eliminado las semifinales, pero no acaba de encontrar la fórmula que la ponga al nivel del resto del programa, siendo el único punto negro del mismo.
Otro problema es la relativa concentración de saltadores en unos pocos países, con grandes lagunas geográficas. Por ejemplo, en estos mundiales solo participó un saltador de raza negra y era un jamaicano residente en Londres. La representación africana se limitó a dos saltadoras sudafricanas y la árabe a un saltador kuwaití, muy poco para expandir la especialidad a nivel global, tema sobre el que FINA tiene que reflexionar.
Un tema marginal que había despertado mi curiosidad era la posible influencia que podían haber tenido en la promoción de la especialidad en nuestro país la fiebre de realities de saltos que se desató esta primavera con los programas Mira quién salta y Splash, de los que me voy a reservar cualquier comentario al respecto.
Preguntando a la gente que trabaja en la federaciones catalana y española, la respuesta era que no habían notado casi nada, a pesar de la implicación de saltadores como Javier Illana en uno de estos programas. Las únicas referencias eran las típicas bromas entre el público, preguntando cuándo saltaba alguna de los famosos que participaron, por lo que todo el revuelo montado ha quedado en agua de borrajas y sin ningún beneficio palpable para la especialidad.
Los saltos son una disciplina realmente espectacular, que disfruto viéndola y anunciándola, pero que desgraciadamente en nuestro país ha quedado relegada a una posición bastante marginal por esa falta de éxitos internacionales, que es la vara de medir de muchos medios de comunicación y del público en general.
Esperemos que la introducción del high diving pueda servir de revulsivo para levantar el interés por esta preciosa disciplina.
* Lorenzo Mejino es experto en comunicación y ha sido ‘speaker’ oficial del Mundial FINA 2013.
– Fotos: Real Federación Española de Natación (RFEN)
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