Fútbol / Crónicas 2013-2014 / Inglaterra
Rodgers y Gerrard dibujan un partido para la historia
Ya solo ellos dependen de sí mismos para salir campeones. La arenga de Gerrard a sus compañeros al finalizar el partido, en un ejercicio de liderazgo que ponía la piel de gallina, mostraba la férrea convicción que existe en ese vestuario de que conquistar la Premier es posible. Gerrard es ese líder generoso que antepone los intereses del equipo a los suyos propios, los colores al dinero y el nosotros al yo, que infunde respeto y desprende jerarquía sin exigirla, sin levantar la voz, ganándosela a pulso durante dieciséis años en los que no ha dejado de dar ejemplo sobre el césped, creando un aura a su alrededor que no necesita de brazaletes para distinguirse del resto. En los prolegómenos del encuentro se guardó un sepulcral minuto de silencio como homenaje a las 96 víctimas de la tragedia ocurrida en Hillsborough hace veinticinco años, suceso que marcó la vida de Gerrard –allí perdió a su primo de 10 años– y que hizo más emotivo si cabe el encuentro.
Pellegrini, poco dado a adaptarse al rival –solo en Stamford Bridge y ante el Barcelona le vimos modificar claramente sus rutinas en el dibujo–, salió con el 4-2-3-1 que ha asentado como norma en el último tramo de temporada, con Silva como mediapunta, Nasri en la izquierda a pierna cambiada, Navas en la derecha a pierna natural y Dzeko como nueve en detrimento de Negredo –que ha ido perdiendo protagonismo de forma preocupante– y del Kun Agüero, que al parecer no estaba para noventa minutos.
Por su parte, Rodgers, que es todo lo contrario a Pellegrini en cuanto a aplicar variantes en función del oponente, colocó a Sterling de mediapunta como vértice alto del estrecho rombo que armó en mediocampo, con Gerrard como mediocentro posicional y Coutinho y Henderson de interiores. Pretendía explotar las dificultades del City para ajustar la línea defensiva con la pareja Fernandinho-Touré y encontró la llave en la movilidad y las conducciones de Sterling a la espalda de este doble pivote, exhibiendo el inglés una clase en el último pase impropia en un extremo –posición en la que se había desempeñado hasta ahora–, algo que aprovecharon Luis Suárez y Sturridge para atacar constantemente la espalda de los centrales. La genialidad de reinventar a Sterling como mediapunta ya la había sufrido Moyes en Old Trafford hace un mes, y ahora le iba a tocar a Pellegrini.
UN HURACÁN EN ATAQUE
El mediocampo del Liverpool desactivó el plan de Pellegrini desde el inicio con una ordenada presión que tapó todas las líneas de pase con la zona de tres cuartos desconectando del juego a Silva, que recibía poco y de espaldas, siempre encimado cuando entraba en contacto con el balón. Esto forzó al City a alternar con balones largos, y en uno de estos se iba a iniciar la jugada del primer gol del Liverpool. En el minuto 5, los de Rodgers ganaron la segunda jugada forzada por uno de estos pelotazos, el City estuvo lento en el repliegue y Suárez y Sterling intercambiaron papeles, sirviendo el uruguayo un pase al hueco al mediapunta inglés, que con una sangre fría impactante donde a otros le hubieran temblado las piernas amagó a Hart y Kompany y puso el 1-0 en el marcador. Como había hecho ante Manchester United (minuto 4), Arsenal (minuto 1) y Tottenham (minuto 2), el Liverpool había vuelto a romper en Anfield un partido gordo nada más comenzar, y lo iba a utilizar también para dar inicio a un vendaval de fútbol que iba a desarbolar al City durante veinte minutos.
Todo el ataque del Liverpool ocupaba zonas interiores, dejando las bandas para los laterales y las caídas de Suárez y Sturridge, intensificando la presión sobre Fernandinho y Touré –que no lograban establecer fases largas de posesión– y saliendo como balas a cada robo. La capacidad de sus atacantes para dominar todos los roles del contragolpe –lanzarlo, ofrecer la línea de pase en el desmarque y definir– e intercambiar posiciones en el ataque era inabordable para los visitantes, que en el minuto 18 vieron cómo Touré se lesionaba. En su lugar entró Javi García, que asumió la contención y liberó a Fernandinho, que pasó a ganar más presencia en el ataque.
El desastre citizen se trasladó al balón parado, y tras desviar Hart un cabezazo de Gerrard –incomprensiblemente libre de marca– en el minuto 25, Skrtel se anticipó a Kompany para hacer el 2-0 a la salida de un córner botado por el capitán red, que estaba firmando un partido de época. Era el séptimo gol de Skrtel, un plus de productividad exagerado para un defensa, unas cifras que no se veían en un central del Liverpool desde que Emlyn Hughes en la temporada 1972/73.
MILNER Y SILVA CAMBIAN EL DECORADO
Tras el 2-0 el partido bajó de ritmo hasta el tramo final de la primera parte, en el que el Manchester City reaccionó y avisó de lo que iba a ser el inicio del segundo tiempo. La entrada de Javi García había dado equilibrio al equipo y la incursión de Milner en lugar de Navas en el minuto 50 iba a acabar por voltear el dominio del encuentro. La presencia de Milner activó a Zabaleta en el ataque y por esa banda derecha empezó a gestar la remontada. El City consiguió así la profundidad que tanto había echado de menos en el primer tiempo y al Liverpool, que empezaba a acusar el desgaste de Gerrard y Henderson, no le quedó más remedio que recular ante semejante avalancha. Fernandinho se desató y Silva pasó de recibir de Javi García a hacerlo de Nasri y Milner, y jugando de cara hizo el partido suyo. Una combinación preciosa entre Fernandinho y Milner acabó con el inglés asistiendo a Silva, que a placer reducía distancias en el minuto 57. El partido cobraba vida y las sensaciones que desprendían los equipos además de la amenaza que suponía ver calentar al Kun en la banda no auguraban buenas noticias para los de Rodgers. Instantes después, Johnson introducía en su propia portería un centro de Silva, el tanteador se igualaba y la Premier ardía.
Tras el 2-2, Rodgers quitó a Sturridge –el menos fino de los de arriba– para meter a Allen y reforzar el mediocampo cambiando a un 4-3-3 reforzado en fase defensiva por las ayudas de los extremos. Pellegrini sacó a Dzeko y dio entrada a Agüero, que tardó cinco minutos en generar una ocasión que bien pudo decidir la Premier. El argentino le ganó una acción a Skrtel en banda izquierda, condujo hasta el área y le regaló una ocasión de oro a un Silva que, forzado, remató fuera. Mignolet y la falta de acierto mantenían con vida al Liverpool, que se agarraba a la calidad individual de su arsenal ofensivo. Cuando más lo merecía el City, un mal despeje de Kompany a trece minutos del final lo aprovechaba Coutinho, que de primeras remataba lejos del alcance de Hart y desataba la locura en Anfield. Una pifia que puede costar un título que queda a disposición de un Liverpool que todavía debe recibir al Chelsea dentro de dos semanas, en un encuentro incrustado entre el partido de ida y el de vuelta de semifinales de Champions que los de Mourinho deben afrontar ante el Atlético. Probablemente no podrá contar para este partido con Henderson, que en el descuento fue expulsado por una dura entrada a Nasri y todo apunta a que conllevará tres partidos de sanción. El Liverpool y Gerrard jamás lo tuvieron tan cerca.
* Alberto Egea.
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