"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Desde el primer momento en que le ves golpear ya sabes a lo que te enfrentas. Un saque potente, una derecha profunda, un revés que por momentos se defiende y por otros te aniquila. Si quieres hacerle un golpe ganador tendrás que pedir cita con las líneas, y no intentes hacerle una dejada porque tiene dos piernas que tiran más que dos carretas y el resto del refrán. Puede que aún no sepáis de quién hablo, es cuestión de encender la televisión para verlo, de echarle un vistazo a los periódicos para leerlo o de mirar el ranking ATP para creerlo. Era Bautista Agut hace un par de años, cuando empezó su andadura entre los grandes; la temporada pasada ya le conocimos como Bautista, una sorpresa que comenzaba a postularse como algo más serio que un tenistas prometedor; finalmente, ya es Rober, un poco más nuestro, la gran revelación de la temporada, el tercer mejor tenista español del momento. Un hombre que vive la época más dulce de su carrera y multiplica el azúcar de sus triunfos cada semana. En cantidad y en calidad.
Llegó desde Castellón a una edad algo tardía, pero la clase no entiende de números ni de cualquier otro parámetro. Sus dos mayores pasiones, el fútbol y el tenis, le dieron más de un dolor de cabeza hasta decantarse por una de ellas. Finalmente, para nuestro disfrute, decidió guardar la pelota de cuero (jugó en las categorías inferiores del Villarreal) y elegir las de pelo. Cogió su raqueta y sus ganas de comerse el mundo y se embarcó en una aventura de la que no se iba a arrepentir. Visto los resultados, la decisión fue acertada. En dos años ha dado un salto que nadie podía imaginar. O quizás sí.. Con tres Challenger bajo el brazo cosechados en 2012, Bautista comenzó a jugar los torneos profesionales más frecuentemente cuando su carnet de identidad indicaba 25 primaveras. Tan solo un curso más tarde, lograba su primera final ATP, en Chennai, después de dejar en la cuneta a Tomas Berdych en cuartos de final. Aquel título lo perdería ante Janko Tipsarevic (3-6, 6-1, 6-3). Afortunadamente, hoy en día ya nadie se acuerda de aquel tropiezo.
La nueva temporada sería clave. Tras dejar buenas impresiones en los doce meses anteriores, 2014 marcaría el antes y el después del castellonense: primeros octavos de final de Grand Slam, primeras semifinales de Masters 1000, primeros títulos como profesional, debut con el equipo español de Copa Davis, grandes victorias ante tenistas del top-10, mejor ranking de su carrera… Semana tras semana, Bautista ha ido rompiendo esa arma de doble filo que Rafa Nadal creó hace más de una década, colocando al tenis de nuestro país a la altura de los dioses, pero con unas plazas limitadas. Concretamente una, la suya. Es difícil que los éxitos del resto de españoles tengan el alcance mediático que los del tenista de Manacor. Una fórmula que significa pan para hoy y hambre para mañana, la cual sufriremos cuando el balear ponga punto y final a su carrera. Por suerte, algunos sabemos disfrutar y, sobre todo valorar, lo difícil que es este deporte, y gastamos aunque sea un par de horas en dar a gente como Roberto Bautista el espacio que se merece. Aunque sea un simple artículo.
El ascenso más notable del año bien merece unas cuantas líneas. En 2012 logró meterse entre los cien primeros. Lo más difícil ya estaba hecho. 80, 58, 30… son solo números escritos en una pantalla, pero para Bautista era la recompensa al trabajo bien hecho, viendo su nombre cada vez más cerca de la cima. El domingo, el tenista de Benlloch se levantó y vio un mensaje en su teléfono: “Enhorabuena, solo hay 17 tíos en todo el mundo que saben darle mejor que tú a eso de la raqueta”. Impresionante. En menos de dos años, una escalada de casi un centenar de posiciones. En cuanto a españoles, solamente Nadal y Ferrer por delante de él. En la Race, a solo cinco posiciones de sacar billete para Londres. En su maleta, los títulos de ‘s-Hertogenbosch (2-6, 7-6, 6-4 contra Becker) y Stuttgart (6-3, 4-6, 6-2 contra Rosol). En cuanto a sensaciones, la impresión de un hombre con una mentalidad de hierro y una ambición sin límites, al igual que su juego.
Son 26 años, pero más vale tarde que nunca. Y si todavía queda algún incrédulo que no le ve madera de campeón, solo tiene que estudiar sus registros esta temporada, unos números de auténtico depredador. Su estilo de juego y su arsenal de golpes traían en la etiqueta del castellonense un predilección por las pistas rápidas, algo que ha terminado siendo pura leyenda. No era tanto un jugador de tierra batida, como la mayoría de los españoles, sino más bien un jugador de intercambios más breves y frenéticos. Pasado el ecuador de la temporada, presenta sus peores estadísticas sobre cemento, con un 58,3 % de victorias. En arcilla se destapó llegando a semifinales en Madrid, mientras que se consagró logrando un balance de 7-1 en la gira de hierba con título incluido. Solo Andy Murray, excampeón de Wimbledon, logró inclinarle sobre la superficie verde. ¿Entonces cuál es su superficie predilecta? Porcentajes de victoria del 70 % en polvo de ladrillo y 88 % en pasto. Sin embargo, sus mordiscos más populares los ha dado sobre suelo duro: ante Del Potro en Australia, contra Berdych en Indian Wells, frente a Janowicz en Miami… No importa lo que se esconda bajo la suela de sus zapatillas, la competitividad de Bautista no entiende de pavimentos. ¿Alguien discrepa de que estamos ante un auténtico todoterreno?
Llevábamos años esperando algo así en este país y por fin lo tenemos. Un tenista que nos ilusionara en cualquier lugar del mundo, en cualquier superficie y ante cualquier rival. Ni mucho menos es comparable al fenómeno Rafael Nadal, pero llega en el momento justo. Con hombres estancados como Almagro o Verdasco, otros en la recta final de sus carreras como Feliciano, Robredo o Guillermo García-López, incluso con la notable decaída de David Ferrer en los últimos meses, solo Pablo Carreño traía algo de esperanza al futuro de nuestro tenis, y tampoco es que sus números sean para tirar cohetes. Tranquilidad, tenemos a Rober, el todoterreno de Castellón, tan español como el resto. Aunque se diferencie en estilo y movimientos, es su carácter el que nos revela su verdadera identidad: garra, entrega, compromiso, hambre y pasión. El innegable ADN de la Armada.
* Fernando Murciego es periodista.
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