Análisis / Fútbol 2011-2012 / Champions 2011-2012
El extremo del Bayern consiguió arrebatar la gloria al Real Madrid, su ex equipo, en el Bernabéu y ahora tiene ante sí la ocasión de hacer lo propio con el Chelsea.
Caía la noche sobre Madrid. La capital española estaba distinta a cualquier otro sábado. En un bar de la ciudad se podía ver a un turista alemán ataviado con una zamarra roja y una bandera de igual color con un vaso de cerveza en la mano. Si se seguía paseando, un madrileño se topaba también con un grupo de chicos de Milán vestidos de negro y azul, probablemente cantando letras que se suelen oír en el estadio Giuseppe Meazza cada vez que juega el Inter. Esa tarde se disputaba en el Bernabéu la final de la Champions League. A varios jugadores les era muy familiar ese estadio, sabían que el autobús de su equipo entraría por la calle Padre Damián y reconocían el olor del césped. Dos de ellos lo tenían muy reciente.
Wesley Sneijder y Arjen Robben habían salido del Real Madrid pocos meses antes de ese 22 de mayo de 2010, enfilando la puerta trasera del club donde creían haber tocado techo el día que firmaron sus contratos con Ramón Calderón. Tras dos años irregulares, aunque con bastante más gloria que pena, los dos tulipanes se dispersaron. Sneijder tomó rumbo a Italia y Robben llegó al Allianz Arena para jugar en el Bayern. El destino hizo que se volvieran a encontrar en el mismo lugar donde habían coincidido por última vez jugando para el mismo club. Ambos tenían la gran oportunidad de tomarse su particular venganza, pero solo podía culminarlo uno de ellos. Sneijder levantaba la Orejona mientras Robben se juraba así mismo que volvería a intentarlo.
Ese mismo verano, Robben tuvo la primera oportunidad para resarcirse de la derrota en la final de Madrid. El rival aquella noche contaba con dos ex compañeros madridistas, por lo que el extremo holandés podía aprovechar para reivindicarse y, ya de paso, poner una estrella encima del escudo de la federación de su país. Robben era consciente de ello y no desistió en su intento de hacer daño a la defensa española. Pero precisamente Sergio Ramos y, sobre todo, Iker Casillas negaron la gloria al jugador de Holanda. Hasta dos veces se vieron bien las caras portero y delantero en el transcurso de la final del Mundial, pero en una de ellas apareció un milagroso pie para mandar el balón fuera y en la otra, Puyol tocó lo suficiente a Robben para que Casillas llegara a atrapar el esférico. Otra final perdida, otra venganza incompleta, otra noche negra para los Países Bajos.
Pero Robben no se vino abajo. ‘A la tercera irá la vencida’, se diría. El fútbol, como la vida, siempre da más de una ocasión para conseguir alcanzar la meta marcada. El azar hizo que Robben tuviera que volver a pisar el Bernabéu el pasado 25 de abril. Tras un discreto partido en la ida, el del Bayern tenía la obligación de hacer ver a los madridistas el gran jugador que era y que habían dejado escapar. Su momento llegó en el minuto 26. Pepe atropelló a Mario Gómez dentro del área y Viktor Kassai decretó penalti. Enfrente, de nuevo Casillas. El 1 del Madrid parecía enorme bajo los palos. El Bernabéu contenía la respiración. El equipo blanco había salido en avalancha y tenía la clasificación de cara con un a priori cómodo 2-0. Pero esta vez el holandés errante cambió su adjetivo y empató la eliminatoria. El fantasma de Iker apareció, aunque su mano traslúcida no consiguió despejar el balón. Ese penalti cambió el partido y el Bayern, tras una sufrida muerte súbita desde los once metros, se metió en su final.
Robben consiguió vengarse del Real Madrid. Pero su revancha no está aún completa al cien por cien. En el Chelsea perdió importancia con el paso del tiempo. Su último año en Stamford Bridge no fue en absoluto el mejor de su carrera y en junio de 2007 ya era un jugador secundario. Abramovich no lo consideraba necesario en su megaproyecto y lo sacó al mercado, momento que aprovechó Calderón para llevarlo al Bernabéu. La final de Múnich cerraría el círculo de Robben que aunque tenga amigos vestidos de blue, tratará de dejarles sin Copa como ya le pasara a él con Sneijder y el Inter.
* Jesús Garrido es periodista. En Twitter: @jgarridog7
– Fotos: Reuters – PA Images
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