La revisión del España-Francia confirma lo apuntado en la crónica del partido y análisis inmediatos, pero añade algunos elementos más. A la estrategia global de posesión defensiva que ha implantado Vicente del Bosque cabe sumar otras pequeñas virtudes y también algunas carencias que, a estas alturas de Eurocopa, ya parecen irreversibles.
Junto a la posesión del balón, el factor más importante para comprender cómo congeló España el partido y, sobre todo, por qué Francia nunca tuvo opciones (0 disparos en el 2º tiempo). La presión la dirige Xavi y le acompañan Cesc y el interior del costado por dónde pretende avanzar el equipo francés, Iniesta o Silva. Los cuatro se turnan para bascular, sin agresividad, simplemente tapando líneas interiores de pase, exigiendo a Francia mover de un costado a otro de su defensa para acabar desembocando casi siempre por fuera y mal. Cada salida de balón francesa es un trasiego de pases horizontales entre Rami, Koscielny y sus laterales. Cada vez pierden medio minuto intentando llegar a la línea divisoria. Como si tuviese un biombo entre las manos, Xavi despliega las paredes móviles de sus ayudantes y entre los cuatro lo cierran todo. Es una agonía para Francia, minutos de respiro para España, que provoca la intrascendencia del rival. Y sin excesivo desgaste porque no es agresiva, sino presión posicional.
Solo Jordi Alba y Xabi Alonso son profundos. Uno corriendo, el otro pasando. Es un problema, pero es la apuesta del seleccionador: jugar solo con dos profundos. En esta decisión radica la fortaleza española por la acumulación de hombres que se asocian y combinan, pero también su debilidad, la ausencia de profundidad y amplitud, mucho más importante que el perfil real del 9 que juegue. A cambio, cuando considera conveniente, Del Bosque echa mano de sus dos reservistas más profundos, Navas y Pedro, lo que indefectiblemente cambia el tránsito.
Cuando marca su primer gol, el Barça va en busca del segundo. Cuando marca su primer gol, España congela el tiempo. Lo hace a partir de la posesión defensiva: secuestra el balón y ya no ocurre nada. Es el viejo concepto del «oficio italiano» para matar partidos, pero empleado con futbolistas diferentes. Ahí aparecen dos movimientos opuestos: se multiplica la búsqueda de los cercanos, una acción de bajo riesgo y poco coste, pero a la vez intrascendente aunque imprescindible para esa congelación de los tiempos. Sin embargo, desaparece la búsqueda de los lejanos, uno de los grandes principios del juego posicional, factor que se percibe nítidamente en Xavi Hernández, probablemente el gran damnificado del equipo, no solo por su estado físico sino por la decisión estratégica adoptada.
Estos dos movimientos opuestos (buscar cercanos, olvidar a los lejanos) generan que haya muchas unidades por detrás del balón y muy pocas por delante. En ese escenario, ¿a quién puede pasarle Xavi un balón profundo si no tiene apenas receptores? Iniesta logró darle uno a Jordi Alba y terminó en gol. Xavi consiguió darle otro a Cesc y estuvo cerca de ser el segundo. Cazorla pudo repetirlo con Pedro y llegó el penalti… La búsqueda de cercanos que, además, se sitúan detrás del balón y cada vez más próximos entre sí es garantía de posesión defensiva, congelación del tiempo y bajísimo riesgo. A cambio, dificulta mucho la profundidad con peligro. Como símbolo, las salidas de balón de Piqué desde atrás, que ya no buscan romper ninguna línea rival, sino simplemente transportar el balón a zona segura y entregárselo al más próximo.
Terrible para Francia. Laurent Blanc fortifica su costado diestro con dos laterales, visto el buen resultado de Bilic con Croacia. Pero en el gol se suceden los desastres. Xavi se va de Cabaye como quien sale a pasear; Iniesta atrae a Révellière lejísimos del área y levanta el peaje de la autopista; Alba se va en el sprint de Debuchy y tiene tiempo para mirar dos veces el panorama que se le abre. Y, en lontananza, Malouda ha decidido seguir a Xabi Alonso solo con la mirada. Corre el tolosarra hacia el balón, se lo mira su marcador… Catástrofe francesa en todos los duelos y en todos los planos.
Es la oferta permanente para poder salir sin apuros: Busquets desatasca los nudos en el centro del campo, aunque es menos eficaz en las coberturas defensivas, si bien le tocó el difícil trabajo de ser el primero en atacar a Ribéry para ensuciar sus galopadas. Eso lo consiguió, pues el galo salió casi siempre mermado de dicha presión, presa más sencilla para la defensa española. Es muy interesante comprobar cómo Xabi Alonso y Busquets compensan desde la inteligencia táctica la dificultad estructural del doble mediocentro. Se ubican a diferentes alturas con misiones complementarias: Busquets por derecha, Alonso por izquierda; Busquets la primera ayuda defensiva, Alonso la siguiente; Busquets la salida dividiendo espacios con una finta o al primer toque; Alonso en triangulación por izquierda para cambiar en diagonal larga.
A medida que Xabi ha ido creciendo en presencia, protagonismo e intervención, hasta convertirse en el mejor ante Francia, Sergio ha ido adoptando cada vez un rol más táctico: está donde más se le necesita y para hacer lo adecuado en el momento.
Frente al «peligro Ribéry», un descomunal trabajo colectivo. El apoyo de Silva a Arbeloa para secar al extremo francés resulta demoledor: para Ribéry y también para Silva, autor de un desgaste elevadísimo. Por si hiciera falta más, un mediocentro acude siempre a la cita, sea Alonso o Busquets. Y Piqué es el cuarto en sumarse al cerrojo. Todo ello provoca que Benzema quede aislado, pero a su vez pueda enfrentarse en solitario a Sergio Ramos, lo que equivale a chocar contra una roca, pues el sentido de la anticipación del sevillano es mayúsculo.
Obsesionada por lo visto en los tres partidos previos, Francia intenta secar el volumen español por izquierda y lo consigue a menudo. De hecho, Jordi Alba solo pudo llegar una vez a la línea de fondo (el gol) y fue frenado casi siempre en la zona de 3/4. A cambio, España enriqueció el carril central a partir de Iniesta, que al venirse al centro arrastró a Réveillière y empezó a hundir el plan del doble lateral de Blanc.
En la derecha, Silva empezó muy abierto para perder amplitud con los minutos debido a su querencia por las zonas centrales. La presencia de Arbeloa en el extremo derecho, liberado por Ribéry, que no le perseguía, resultó oxigenante aunque también sin profundidad debido a sus limitaciones y las que le atribuyen sus propios compañeros. Sin embargo, la coordinación de ambos resultó excelente: Silva ocupaba la posición hasta que llegaba Arbeloa; en ese momento, el canario se iba hacia dentro y dejaba el puesto al lateral. Como resultado, siempre había un hombre libre en el costado derecho para recibir las diagonales cruzadas del Quarteback Alonso.
Agobiado por el resultado contrario y su falta de dominio, Laurent Blanc retiró el doble lateral, a priori su gran baza, para dar entrada a Menez y Nasri. Pero Del Bosque replicó con un doble movimiento: Pedro por Silva e Iniesta a la derecha. Así, el extremo del Barça se ubicó en la izquierda y, de pronto, donde había dos laterales franceses (Debuchy y Révellière) para frenar los avances españoles, pasó a haber dos puñales españoles (Pedro y Alba) contra un único defensa. A Blanc le salió mal su Plan A y aún peor el B.
– Foto: Srdjan Suki (EFE) – Damien Meyer (AFP)
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