1.- Fin de fiesta, baile y rondo. Sin la menor duda es la noche más negra de la historia moderna del Barça, porque si bien hubo otras derrotas peores las protagonizaron equipos del Barça muy inferiores al actual, por lo menos en cuanto a palmarés, dado que este plantel venía de ganarlo todo. La degradación paulatina de los materiales ha desembocado en colapso final. Reset.
2.- El Bayern es el nuevo monstruo, aunque todavía no es el campeón, y casi ni siquiera el favorito rotundo dada la potencia enorme del Borussia Dortmund. Hace cuatro años, casi exactamente noche por noche, el mismo Bayern salía del Camp Nou mortalmente herido y goleado, reconociendo sus jugadores la catástrofe. Cuarenta y ocho meses más tarde, le han dado la vuelta y dejan el escenario blaugrana como imponentes dictadores y al Barça en estado vegetativo, balbuceando argumentos en busca de una explicación.
3.- Los errores están todos sobre el tablero, dispuestos a ser elegidos por los protagonistas para cometerlos. Lo decía Tartakower, lúcido ajedrecista, como preludiando los últimos 24 meses del Barça, en los que el equipo abandonó la adolescencia brillante y accedió a una madurez que prometía ser esplendorosa. Pero no han podido o sabido acceder a ese nuevo nivel. El equipo ha vivido incidencias gravísimas, la enfermedad de Tito la principal. Se ha ido Pep Guardiola, que no solo era entrenador sino también presidente virtual y manto protector. Quizás estos dos factores lo expliquen todo por sí solos. Aunque quizás no y haya bastantes más responsabilidades a repartir.
4.- Tampoco es menor un factor que tendemos a olvidar: el deporte ni es ciencia exacta, ni es lineal. Contiene en su naturaleza todos los componentes del ser humano: la duda, el error, la inseguridad, el conformismo, la valentía, la cobardía… Pongan ustedes los atributos que prefieran. Es decir, por más que uno haga todo bien, se entrene como un cosaco, pelee como un león y ambicione como un becario, no siempre obtiene el resultado deseado. Dicho lo anterior, el Barça lleva demasiados meses fallando en demasiadas cosas a través de demasiados jugadores y técnicos, balanceados en la ausencia de competitividad, especialmente interna.
5.- El Bayern ha dominado por completo la semifinal. La ida, con inteligencia, precisión y contundencia. La vuelta, con soberanía, estimulada por la ausencia de Messi, resentido en su lesión muscular y sin posibilidad de rendir al máximo. El equipo de Heynckes, que acumula un impactante 11-0 en sus cuatro partidos consecutivos contra Juve y Barça, se ha mostrado dictatorial, sometiendo al rival donde y como ha deseado. Sin o con balón, replegando o desplegando, corriendo o esperando, frenando o chutando. Heynckes ha triunfado en todos los sentidos, del técnico a las alineaciones, del táctico a la manera en que ha gestionado su plantilla durante el curso para llegar a mayo como un torpedo.
6.- Los muniqueses han mostrado asociación (salvo Robben, de porvenir incierto en Múnich), presión intensa y colectiva, triangulación como patrón y esfuerzo indesmayable, cualidades que se asimilan a la condición física pero que, en realidad, corresponden a la disposición de la voluntad y al posicionamiento táctico colectivo y que recuerdan tanto, tantísimo, al anterior Barça. En 180 minutos, el Bayern ha jugado como el Bayern de siempre y como el Barça de los años previos, doble versión, doble paliza.
7.- El partido deja poquísimo que contar. El Barça ni ha sido él, ni el opuesto. Ni el Barça que quería el balón para someter al contrario, ni la versión vertical que hacía daño arriba aunque también lo sufriera abajo. Aunque al Bayern, creemos, le habría dado igual porque hoy podía con todo. Otro partido formidable de Javi Martínez y Schweni ha maniatado a Iniesta y ni el esfuerzo sobresaliente de Piqué, Adriano y Song por cortar las hemorragias que generaban Ribéry y Robben han podido evitar el desastre.
8.- Aunque el marketing hablaba de remontada, la parafernalia sonaba hueca. El objetivo real parecía ceñirse a ganar el partido, aunque sin Messi incluso era más razonable pensar, simplemente, en no perderlo. Messi es el único jugador del Barça, quizás acompañado de Piqué, que ahora mismo no tiene dudas de sí mismo. El resto vive instalado hace tiempo en la desconfianza y la duda profunda. La noche lo ha evidenciado con crueldad asombrosa.
9.- Pese al empate a cero al descanso, el partido parecía estar pidiendo un cambio radical de la mano del técnico barcelonista. Ya no en la manera de jugar, que se parecía a la de todo el curso, la del equipo largo, aunque sin el menor veneno. Parecía exigir, especialmente, un cambio de nombres porque varios de los titulares, por desgracia, no están a su nivel, lo que no equivale a que no puedan volver.
y 10.- Derrotado y humillado, el Barça ha llegado a la misma encrucijada que antes vivieron tantos proyectos, propios o ajenos: enmendarse o remendarse. Enmendarse significa ser muy crudo en la reflexión interna. Es lo que hizo el Bayern tras el 4-0 encajado en 2009 en el mismo Camp Nou y desde ese momento ha accedido a tres finales de Champions (aunque ha perdido las dos disputadas). Remendarse significa creer que no pasa nada serio y que todo puede seguir igual, con fichajes para la galería y mucha buena voluntad. Escuchando al presidente y al entrenador en sus primeras reacciones, pareció oírse la palabra remiendo, pero quizás entendí mal y dijeron enmienda, no lo sé.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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