Antaño se reían juntos de su querida Bienamada desde su condición de potencias futbolísticas, ahora solo queda la risa aunque la de la Vecchia Signora resuena con más fuerza. El Milan recibía al líder con la esperanza de coger sensaciones positivas. La Juventus es una buena vara de medir para saber si, en este tramo de la temporada, las aspiraciones se encaminan hacia el pesimismo o hacia Europa.
El nuevo Milan de Seedorf planteó un once con miras a llegar rápido a la línea de tres cuartos. Esta vez Montolivo estaría en la base de la jugada para proyectar el juego ofensivo de los rossoneri, De Jong estaría para las ayudas mientras que Poli podría funcionar más liberado. La imaginación correría a cuenta de Kaká y Taarabt, siendo este último como un soplo de aire fresco para la escuadra milanista. Los laterales, Emanuelson y Abate, se convertían en un recurso más para ensanchar el campo y para favorecer esa idea ofensiva.
Al otro lado de la cancha, el concepto futbolístico de no abandonar una idea concebida sigue siendo la nota establecida por Antonio Conte. Un 3-5-2 en busca de un dominio escalonado del juego. Dominar a partir del centro del campo y que los carrileros, Asamoah y Lichtsteiner, generen ventajas. Marchisio ocupaba el puesto de Arturo Vidal, restándole al equipo más consistencia en la medular, pero dando más empuje, factor que beneficia a Fernando Llorente y Carlos Tévez. Pirlo, ante su exequipo, mandaba como regista.
Durante el primer cuarto de hora, el Milan ejerció el rol de anfitrión, exprimiendo su juego por los costados con vistas a dominar. Aun así, la Juventus se mantuvo estable, aguantando las acometidas. No obstante, a lo largo de la primera parte se fue haciendo más grande un error de bulto en el equipo de Antonio Conte. Marchisio y Pogba se abrían constantemente y no cerraban el centro del campo, permitiendo espacios para Montolivo, que tenía muchas facilidades para conectar con los mediapuntas. Kaká tuvo una de las mejores oportunidades, pero Bonucci supo bloquear el disparo en la línea de gol.
La Juventus no notaba el empuje de sus carrileros ni de jugadores como Marchisio. Les faltó profundidad y presión en campo del AC Milan, cómodo en todo momento y sin tener exigencias. Sin embargo, en el tramo final de la primera parte, Marchisio presionó un balón hasta área rival que propició la pérdida rival. Tévez conectó de primeras con Lichtsteiner y el suizo cedió para que Fernando Llorente abriera el marcador. Un zarpazo de los de Conte desmontó la buena primera mitad de los de Seedorf.
En la segunda mitad, Seedorf intentó forzar los errores de la Juventus con una presión en todo campo, evitando cualquier tipo de fluidez y consistencia. Exponían más sus deficiencias en cuanto al repliegue pero el riesgo merecería la pena. En menos de cinco minutos, Kaká consigue enviar dos centros al área, los cuales Poli no supo rematar con fuerza. El jugador italiano tuvo que ser sustituido tras un lance con Cáceres que lo dejó tendido en el suelo. Saponara, un mediapunta más natural, lo sustituyó.
Las sensaciones seguían siendo las mismas en la segunda parte. El Milan controlaba el encuentro, con un Taarabt intentando tomar todas las decisiones en la mediapunta, algo escorado en la derecha. La Juventus estaba irreconocible, esperando contraataques. En otra jugada aislada pasados los veinte primeros minutos, Tévez recogió un balón lejano a la frontal del área y lo mandó a las mallas de Abiatti, cuya estirada se tornaba ilusa. La parábola que cogió la pelota fue otra obra de arte del Apache, que mataba el encuentro tirando de galones, los que le faltaron al Milan para certificar su mandato sobre el campo.
El Milan se ahogó en todas sus intenciones, que chocaban con la zaga juventina y con Buffon, una vez más trascendental. La Juventus descansa con una ventaja de 11 puntos sobre el segundo, la Roma, en su afán de sentenciar la Serie A y centrarse en plenitud a la Europa League, donde le espera su estadio en la final. Por su parte, el Milan continúa en la décima plaza, dejando cada vez más ciertas connotaciones de buen fútbol a pesar de los resultados. Por ahora, reman para morir en la orilla.
* Guillermo González es periodista.
– Foto: AP
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