Fútbol 2011-2012 / Eurocopa 2012 / Selecciones
1.- Conservar, congelar y cerrar los pasillos del peligroso galgo portugués. Ese era el plan. Una pequeña muesca en el retroceso táctico de la Selección, un nuevo paso adelante en los resultados. Semifinal agónica de una Eurocopa a la que España no quiere renunciar pese a las dificultades: escenario demasiado duro como para no comprender casi todo lo decidido por Del Bosque, aunque a veces cueste comprenderlo.
2.- Posiblemente, el partido más difícil de la Selección en los últimos cuatro años. Ni los cuartos de final psicológicos de 2008 ante Italia, ni el Portugal mundialista, ni la prórroga del éxtasis en el minuto 116 de la final del 2010. Esta semifinal frente a semejante rival colosal y dispuesto a todo, fuese una carrera hasta el infinito, fuesen innumerables rodillazos, era un pulso a la fortuna: volver a ser para seguir siendo. O empezar a dejar de ser.
3.- Sí, noventa minutos solo descriptibles desde el miedo profundo de Vicente del Bosque, acentuado por un estado físico rayano en lo paupérrimo, pero basado especialmente en las intenciones. Solo había una intención: no hacerse daño, impedir que Portugal hiciera daño por ser demasiado atrevido. Así que dosis duplicada de precaución. Jugadores disminuidos desde la cabeza, atemorizados de aventurarse en la selva defensiva portuguesa.
4.- El partido lo domina Portugal desde su superioridad anímica y contundencia atlética. No se sabe superior, pero se “siente” superior. España juega a que no le hagan la jugada. La de Cristiano: recuperación, autopista, zambombazo. Portugal apenas ha podido hacerla. La más clara, en el minuto 92, malgastada por el aspirante de oro en una noche donde ha atemorizado más por la presencia que por sus acciones.
5.- Para cerrar esa autopista, la Selección ha empleado a Silva como cobertor de Arbeloa, autor de una magnífica prestación defensiva. De hecho, los cuatro defensas han vivido una noche feliz aunque ajetreada. Han tenido que correr, intervenir y despejar más que en todos los partidos anteriores juntos. Pero entre los cuatro más los apoyos del doble mediocentro y Silva y la baja eficacia rematadora del rival, Casillas tampoco ha pasado grandes apuros. Tuvo que emplearse más ante Croacia que hoy, aunque el latido del corazón pueda hacer creer otra cosa.
6.- Moutinho, Veloso y Meireles han dominado el escenario excepto en tramos muy breves: del 10′ al 20′ o del 65′ al 75′, por ejemplo, cuando el costado izquierdo español se ha activado de verdad. El resto ha sido magma, que ha engullido a un Xavi Hernández hurtado de posición, sobrepasado por la contundencia, carente de físico y huérfano de balón. En realidad, la Selección no ha tenido el cuero de verdad de la buena hasta la prórroga.
7.- Antes, Negredo jugó de 9 y trabajó bien, como en otros partidos lo hicieron Torres o Cesc. No discutamos más: la Selección está compuesta por diez titulares fijos más un compañero que se coloca de 9. Así es siempre el primero de los dos partidos que juega el equipo. Luego, a partir de la hora, Del Bosque da inicio a un segundo tramo en el que emplea a los puñales. Y acostumbra a salirle de lujo.
8.- Como si creyera en los augurios, el seleccionador ha decidido jugarse los minutos de la verdad con Navas, Iniesta y Cesc, sus nombres mágicos, el trío de la prórroga mundialista. Y lo que en el tramo ordinario ha sido un calvario se ha dado la vuelta en la prórroga, dominada de principio a final por la insolente presencia de Pedro, un torbellino revolucionario que ha quebrado el espinazo portugués. Sin el gol del minuto 116, aunque Iniesta lo ha tenido en la punta de la bota, lo que ha desembocado en el desafío de los penalties.
9.- ¿Por qué ha sido tan diferente la prórroga? Esencialmente porque Del Bosque ha recuperado una parte de las esencias. Ha continuado con los dos mediocentros (en la final mundialista quitó a uno) y hoy ha preferido, con razón, quitar a Xavi. Pero la clave ha sido ganar en amplitud. Pedro y Navas estirando la lona hacia fuera han permitido que Iniesta y Cesc tomaran el mando por dentro. Entonces se ha visto al Busquets que divide el espacio como nadie, las mejores cabalgadas de un Alba soberbio y la sensación de que España se reencontraba. Sí, tarde, muy tarde. ¿Por qué esperar tanto? ¿Por qué jugar con tanto fuego? Navas y Pedro bien abiertos: no, no juegan para centrar balones. Lo hacen para abrir hacia fuera y que sentencien los que lleguen por dentro. Por eso se ha dominado la prórroga, aunque sin gol ha habido que desafiarse a cañonazos.
10.- Porque ha sido un desafío y no una simple tanda de lanzamientos. Desde la moneda al aire, con Casillas buscando ser los primeros en disparar confiando en la seguridad de Xabi Alonso, hasta el orden de los ejecutantes, Cesc y Cristiano reservados para el último. La seguridad de que Casillas parará alguno (Moutinho) o desviará otro con la mirada (Bruno Alves); la fría disposición de Iniesta y Piqué; la imitación panenkiana del “pirlazo” por parte de un Ramos de acero y oro, partido excelso, valiente como pocos para protagonizar semejante osadía viniendo de donde viene; o la búsqueda del talismán en Cesc, hablándole al balón como si tuviera vida: “Busca el poste, busca el poste, pero no demasiado”, parecía decirle.
11.- De los tres tramos del enfrentamiento (insisto: era el más difícil de los últimos cuatro años), España ha sido inferior en el partido, ha dominado la prórroga y sobrevolado desde la maestría el pulso de los penaltis. Llega a una nueva final, la tercera en cuatro años, la tierra prometida. Lo imposible estadísticamente ha devenido en posibilidad cierta pese a las grandes dudas que deja el desempeño general.
12.- Por cada victoria, la Selección se deja una pequeña parte de sí misma. Gane o pierda el domingo, el seleccionador deberá reflexionar sobre el espíritu que le insufla al equipo. En lo positivo, la sensación de unidad, de ser un club y no una selección; la posesión defensiva, auténtico logro estratégico; y la competitividad extraordinaria, mezcla de la Alemania más legendaria y la Italia más triunfal, ante una de las cuales precisamente se disputará la final.
13.- En lo negativo, las concesiones que van desnaturalizando el juego posicional; el tránsito constante por el filo de la navaja; la vocación conservadora que va atenazando lenta pero gradualmente a los futbolistas, cada día menos arriesgados por si acaso. Mucha gente opina que es cuestión de nombres propios, de si fulano o mengano. Personalmente, pienso lo contrario: la faceta negativa consiste más en la vocación que en la interpretación puntual, al margen de quienes llevan una gran Eurocopa y quienes no.
y 14.- Tras italianizarse; tras congelar el tiempo; tras implantar la posesión defensiva; y tras volcarse en la vocación conservadora buscando un sprint final con el que ajustar cuentas; tras todo ello queda también una Selección inaudita. Competitiva como nadie, capaz de volver al jardín de las finales cuando el mundo entero decía que eso nunca ocurre porque jamás se consigue volver al lugar en el que fuiste feliz. Bueno, pues estos lo han conseguido. Y no ha sido por suerte. No ha sido bonito, pero no ha sido por suerte.
– Foto: AP
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