Mientras la lechera va echando cuentas, Guardiola regresa a las bases ortodoxas porque las circunstancias le empujan a ello. Con un máximo de 16 partidos en las próximas diez semanas, los esfuerzos que deberán realizar sus jugadores para optar al título de Champions y seguir peleando en la Liga le obligan a reposicionar las piezas en función de la evaluación correcta de las fuerzas. Sin Abidal, la defensa de 3 pierde a su elemento más decisivo por velocidad de corrección y fluidez de movimientos. Seguirá teniendo sentido en algún momento, sea con Alves, Mascherano y Puyol o incluso con Muniesa, capaz de asumir el rol del costado izquierdo. Pero la opción en estos dos meses claves parece inclinarse por alinear cuatro defensas. Guardiola acostumbra a seguir cada año las mismas pautas: un primer tramo de temporada con mucho trabajo de laboratorio táctico, lo que enriquece el flujo de movimientos del equipo; abundante gestión de rotaciones en el tramo central del curso; y regreso a la ortodoxia y a un once-tipo para las fases decisivas.
La baja de Abidal le obliga ahora a tomar un camino que, probablemente, habría emprendido igualmente: alinear cuatro defensas, emplear a Puyol y Adriano como fuerzas de ese costado (más Muniesa para momentos no complejos) y profundizar en el juego interior de Cesc y el exterior de Iniesta. En esta última combinación se están viendo movimientos muy interesantes para la excelencia competitiva del equipo. Retirado de su inicial rol de falso 9, Fàbregas está entrando en una fase más creativa gracias a su excelente movilidad horizontal. De este modo, empieza por dentro para irse hacia fuera en el mismo momento en que Iniesta realiza el camino opuesto: desde fuera hacia dentro, mediante su querida y afamada diagonal. Aunque el papel de Iniesta en la banda izquierda siempre ha generado titubeos en los análisis, pues su brillante aportación le hace perder esa asociación cristalina con Xavi, la variante actual enriquece la fórmula. Jugando como interior por dentro, Cesc está siendo capaz de combinar el juego horizontal con sus virtudes verticales, liberando a Iniesta de servidumbres y abriendo huecos para Messi.
Es posible que, en mitad de la actual agitación por tantos acontecimientos que se mezclan, esta peripecia táctica esté pasando desapercibida. De hecho, en momentos anteriores de la temporada Guardiola ya la probó con escaso éxito, como en el partido liguero del Bernabéu. Pero conocemos su empeño en el área táctica y también la consistencia del entrenamiento, lo que está redundando en una variante más lúcida y rica. En el tramo decisivo, Guardiola regresa a sus fundamentos y empieza a tener claro con qué jugadores disputará los últimos títulos del curso.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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