1.- Al Arsenal de Wenger siempre se le acusa de quedarse a falta de un peldaño de la cima. De no demostrar la excelencia futbolística de forma prolongada. De pecar por virginal. Los fantasmas no regresaron tras el 4-0 de Italia: se evaporaron. Una derrota tan exagerada es lo que necesitaban estos mozuelos. Un equipo caracterizado por dejarse remontar, volteó marcadores adversos ante Tottenham y Liverpool a domicilio. La inocencia se elimina jugando. Como hizo el emprendedor Oxlade-Chamberlain ante el Milan. La gran apuesta para el encuentro y uno de los grandes triunfadores para el futuro. El Shaaraway naufragó, pero se curtirá y tendrá más oportunidades. Los angelicales británicos le hicieron el amor a un Milan despavorido aunque, como acostumbran, no alcanzaron el orgasmo total que otorgaba el pase de ronda.
2.- El Wengerismo tiene estas cosas. Hubo casi remontada. Ese casi que incordia y ha penetrado en la esencia de los gunners. La metafísica de su juego se basa en el gozo desde la elaboración. Le importa el trayecto más que la llegada. «Hay que ser infiel pero nunca desleal» dice el inmenso Gabriel García Márquez que hoy cumple 85 años. Y el Arsenal no dejó de lado la filosofía del toque que le ha hecho grande, pero en esta ocasión practicó un fútbol a toda pastilla orquestado desde la versión Mozartiana, tras seis años de sordina, de Rosicky a todos los acordes. Song hizo de bastión y todos jugaron al compás de la excitación atacante. Vaciado el checo y sustituido Chamberlain, las funciones de creación recayeron en el camerunés y sólo aportó kilómetros. Que el máximo asistente del conjunto sea él no es buena señal.
3.- Las Champions League se ganan gracias a los buenos artistas. Tales como Ibrahimovic, que no se trajo el esmoquin al Emirates y mostró su vestimenta más tristona, o Van Persie que tiró de galones aunque, exceptuando el penalti, estuvo fallón de cara a portería. Pero estas competiciones se pierden por las malas defensas. La del Milan fue un manojo de nervios, el mismo flan que la zaga del Arsenal. Los dos equipos están verdes atrás y se nota: siempre llegaban a destiempo. Otra cita de enjundia irá para los italianos que deben mejorar en su santo y seña de toda la vida.
4.- Victoria Concordia Crescit (La victoria viene de la armonía) aparece en el escudo del Arsenal. Es leyenda. Los hechos de este equipo son reales, pero tienen una connotación fantástica. Quizá para este encuentro faltaban las zancadas de un ente mitológico como Henry. ¿Hubiera sido su noche como tantas lo fueron antes?
5.- El partido fue un regalo para Gabriel García Márquez. El Arsenal es Realismo casi Mágico. Realismo Mágico a fin de cuentas. Parte de la normalidad porque prefiere hacer supercracks antes que ficharlos y finaliza en la fantasía que atesora su fútbol. Para comer caviar en el deporte rey, la visita al Emirates es de obligado cumplimiento. No pasaron, pero creyeron en pasar hasta el final.
6.- El 5% de probabilidad del que habló Wenger antes del partido fue una posibilidad al concluir el primer tiempo con un marcador 3-0 que intuía emociones fuertes. Los mozos del Arsenal se quedaron pronto sin gasolina. Inexpertos en estas luchas, el Milan se llevó el billete para los cuartos gracias a la guardia pretoriana y su estajanovismo. Robinho parece haberse quedado helado para hacer bicicletas pero se desgañita en defensa. ¿Pociones que reparten en Italia? Al final se pusieron los cascos para dejarse la vida y fueron 11 Gattusos.
y 7.- El Milan obtuvo lo que deseaba. El logro, la llegada, van de la mano del juego italiano. Unos hablarán de pragmatismo, de suertes, pero en el arte de vencer son unos dioses. Como Dioses son en el arte de perder los del Arsenal. Siempre les falta algo; sin embargo, en la vuelta fueron un todo. Un todo que te deja un sabor de boca imborrable. Partidos reales como éste son mágicos porque duran una vida. ¡Qué no termine nunca!
– Foto: EFE
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