No hay dos sin tres. Después del paso de Gaizka Garitano y de Miguel Ángel Portugal por el banquillo blanquivioleta, es el turno a Alberto López.
La llegada de un nuevo entrenador siempre suscita expectación y, a priori, motiva a los jugadores. De ahí el refrán futbolístico que dice que «a entrenador nuevo, victoria segura». En este caso fue un empate.
Ser entrenador y socio que agudiza mi observación de lo que sucede en el terreno de juego. No quiero desaprovechar la oportunidad de ver que un entrenador puede jugar también su partido y cambiar las cosas. Tengo interés por analizar la intención táctica del nuevo que llega. ¿Qué propuesta pondrá sobre la mesa? ¿Será capaz de hacer cambiar el comportamiento del equipo? Al fin y al cabo para eso se fichan entrenadores, para hacer que un equipo desarrolle un modelo de juego que le acerque a la victoria.
A estas alturas de la temporada, tampoco quiero ser ventajista. Es difícil que exista inteligencia táctica si no existe una intención clara de hacerla suya por parte de los futbolistas. Digo esto porque a falta de seis partidos para el final de la liga, una cosa que parece clara es que los futbolistas vallisoletanos son los grandes responsables de la travesía por el desierto del equipo. En este contexto se encuentra el equipo de Zorrilla. Por tanto, aunque Alberto venga con la mejor de las ideas, va a tener que adaptarlas a la situación, nada buena, con la que se ha encontrado. Es un trabajo complicado en muy poco tiempo al que puede sumarse el desinterés de todos, ya que hay poco que perder y poco que ganar.
En lo meramente futbolístico, frente al CD Lugo el equipo dio otro paso para atrás. Ni el nuevo inquilino del banquillo consiguió sacar de la apatía a los jugadores. Solo el debut del canterano Anuar supuso aire fresco en la atmósfera enrarecida que se masticaba en el estadio. Quizás esté mostrando el camino a la entidad. De inicio, un sistema de juego 1-4-4-2 en posición defensiva intermedia, con muy poco recorrido de los laterales, más preocupados de defender que de atacar. La salida de balón desde atrás quedó definitivamente olvidada.
El CD Lugo jugaba con un 1-4-3-3, la línea de medios con mediocentro defensivo y dos interiores, la línea de delanteros con dos extremos bien abiertos y un delantero centro.
Con estas premisas, el Real Valladolid podría tener cierta fortaleza en su salida de balón desde atrás, donde contaba con un hombre más; en su línea de delanteros, donde se igualaba en número a los centrales rivales; y cierta debilidad en forma de inferioridad por dentro en el mediocampo, donde el CD Lugo tenía tres hombres frente a los dos mediocentros pucelanos. Esta amenaza fue mitigada en la primera parte mientras el bloque defensivo se mantuvo junto y equilibrado, basculando de un lado para otro. En esta situación, los delanteros centro cerraban por dentro e incomodaban al mediocentro rival. Sin embargo, en la segunda todo cambió. El bloque defensivo no se mostró compacto, las distancias entre líneas empezaron a ser mayores y los interiores rivales recibían con comodidad entre líneas y bien perfilados, siendo capaces de filtrar pases a banda para el posterior binomio centro-remate.
Solo la sustitución de un delantero por un mediocentro, después de que el CD Lugo metiera su gol, y el paso al 1-4-2-3-1 igualó de nuevo las fuerzas en el mediocampo.
Hasta entonces, el Real Valladolid, tampoco fue capaz de aprovechar sus dos delanteros para incomodar la salida de balón del equipo gallego. No basta con presentar el mismo número de jugadores en la zona de inicio del rival, sino que hay que sincronizar los movimientos defensivos e incluso prever la posible presión con salto de línea sobre los medios del CD Lugo en caso de que quieran hacer valer su superioridad por dentro.
En lo que respecta a la salida de balón desde atrás, donde a priori, como hemos comentado, también podría haber existido superioridad numérica en la zona de inicio, ni siquiera se intentó. No es buen momento para la poesía de Zorrilla.
En definitiva, la carga de la nueva versión del software, la 3.0, no parece que de primeras haya acabado con el virus futbolístico. Hará falta ejecutar algún parche más.
* Daniel Juan Sánchez es entrenador nacional de fútbol, autor del del libro «Cómo ser mejor futbolista leyendo» y coautor del libro «Manual básico del entrenador de fútbol base».
– Foto: Nacho Gallego (EFE)
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