"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
Fútbol / Crónicas 2013-2014 / Inglaterra
El Arsenal acabó con la cuenta del fracaso con la que tantos le atizaban, esa que contaba desde 2005, año de su último título. En Wembley se enfrentaron los de Wenger contra el Hull City por la FA Cup. Luego de un inicio de campaña fulgurante, los gunners bajaron el pistón lastrados por las lesiones de sus mejores jugadores –Ramsey, Walcott y Özil–, y otras circunstancias adversas hasta quedar peleando, otra vez, por la cuarta plaza de la liga. La redención estaba en la copa. Desempolvar las vitrinas del club era el máximo objetivo.
Los rojos de Londres habían subido el nivel en el último mes. La vuelta de Aaron Ramsey le cambió la cara al equipo de manera radical, tal y como cuando se ausentó por lesión. La esperanza estaba viva al 100 % para la afición cañonera. Sin embargo, cada argumento optimista pareció derrumbarse a los ocho minutos de juego, cuando los tigres festejaban el 2-0 a favor. Los dirigidos por Steve Bruce saltaron al campo con su 3-5-2, con Quinn y Fryatt en punta; Meyler, Huddlestone y Livermore en el centro del campo; Rosenior y Al-Muhammadi por los flancos; y Chester, Bruce y Davies atrás. Wenger alineó a Fabianski bajo palos; Sagna, Mertesacker, Koscielny y Gibbs en la defensa; Arteta y Ramsey en el centro del campo; Cazorla, Özil y Podolski en la siguiente línea; y Giroud como ariete.: 4-2-3-1.
El plan del Hull City se notó al inicio. Presionar en campo rival, jugar por las bandas para evitar riesgos, interrumpir mucho el juego y provocar faltas laterales y corners. De esa forma se abrió el marcador. La pelota dibujó una parábola desde el banderín de la esquina hasta la frontal del área, donde remató Huddlestone. Chester desvió la trayectoria del tiro, y se coló en la portería de Fabianski. 1-0. Cinco minutos después, los tigres ganaron una falta lateral como producto de la presión, cargaron el área y llegó el 2-0 luego de un centro lateral y una serie de rebotes. La renta parecía óptima para los de Bruce. Así generaron peligro durante el primer tramo.
El Arsenal se defendía en un 4-4-2 que poco pudo aguantar el arreón inicial de su contrincante. También le costaba crear peligro contra la defensa organizada. El Hull, para defenderse, mutaba su esquema. El 3-5-2 del comienzo pasaba a ser un 4-4-2. Uno de los carrileros pasaba a la línea de volantes y el otro pasaba a la defensa. Todo dependía de qué banda usaran los rojos para salir, entonces el carrilero y/o el interior de ese lado iban a achicar. El Arsenal, cuando lograba superar la primera presión, no podía asentar la posesión arriba. Le estaba costando a Ramsey conectar e incorporarse a la siguiente línea para generar superioridad, ese mecanismo que tantos resultados le dio a Wenger durante la temporada. Sin embargo, el cuero sí llegaba a los de la zona de tres cuartos, y en una de esas, el Hull cometió falta. Cazorla cobró un libre directo precioso a los diecisiete minutos que puso el 2-1 en el marcador. Santi se erigió como el organizador del Arsenal. Cada pelota que él tocaba tenía como objetivo dar más sentido a la circulación gunner. Él pasaba a buscarla abajo, a juntarse con Arteta, para llevarla a los de más adelante, y Ramsey empezó volar.
El Hull City parecía estar cada vez más lejos del gol. Sus transiciones pocas veces inquietaron a Fabianski. El Arsenal empezó a fluir. Ganar la espalda de delanteros y volantes rayados estaba siendo relativamente sencillo, pero la línea del fondo de cinco hombres, más los tres del centro que se sumaban, no permitía a los gunners cantar otro tanto. Así se mantuvo el partido, con permutas constantes entre los centrocampistas de la escuadra londinense, mientras Giroud luchaba contra los tres centrales contrarios. Wenger tomó la decisión de sacar a Sanogo por Podolski. El alemán participó muy poco del juego. El joven francés ingresó para formar una doble punta con su compatriota. Özil se abrió a la izquierda, y Cazorla, en teoría, a la derecha. Sin embargo, la banda derecha pertenecía toda a Sagna. Gibbs hacía lo mismo al otro lado. El asturiano continuó ocupando zonas interiores, las cuales compartía con Özil y Ramsey. Era un 4-2-2-2 que se convertía en 4-1-3-2, con los laterales proyectados al ataque.
Sanogo inquietó a la defensa en cada balón que tocó. Se podrá discutir luego su acierto, pero a diferencia de Podolski, el delantero sí se notó, y mucho, en el partido. Él y Giroud caían mucho a la banda para crear una línea de pase sencilla. De uno de esos apoyos se produjo un córner a favor, el del gol de Koscielny. 2-2. Lo que vino luego fue un ataque continuo del Arsenal, que deseaba la remontada y el título con ansia. El Hull continuó aguantando y forzó la prórroga.
El tiempo extra fue de constante insistencia gunner. Pase tras pase, disparo tras disparo, los de Wenger querían la copa. Quien más insistía era Ramsey. Probaba desde todos lados, pero no se le daba. Hasta que, a diez minutos para el final, sucedió. Wilshere, recién ingresado, filtró un balón para Sanogo, que chocó con los centrales y creó espacio para Giroud. Yaya pivoteó para Olivier y este último activó el sensor que lleva en la espalda para cuando su compañero galés le pasa cerca. Soltó un pase de tacón perfecto y Aaron, de primeras y a tres dedos, la metió por el palo del arquero. El mejor futbolista del Arsenal mientras jugó le daba la gloria a su equipo. Borró de un plumazo la agonía que supondrían unos hipotéticos penales y la posibilidad de no conseguir el título. Los diez minutos restantes fueron de trámite.
La sala de trofeos del Emirates recibirá metal nuevo por primera vez. El potencial de la plantilla gunner quedó demostrado a lo largo de la temporada, así como lo bajo que puede caer el equipo ante situaciones poco favorables, tanto contra grandes como contra pequeños. Lo cierto es que luego de nueve años, Wenger volvió a sonreír. La próxima temporada, otra vez, intentará competir por todo. Unos se irán, otros llegarán. Por hoy, la gente roja del norte de la capital inglesa saborea la dulzura de la copa.
* Sebastián Duque es periodista.
– Foto: Reuters
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