Luis Enrique no ha dicho que quiera cambiar el modelo de juego imperante en el Barça desde hace 25 años, el que todavía se enseña a diario en La Masia, pero varias de las propuestas tácticas que ha ejecutado en estos primeros meses han dibujado una ruta muy distinta. Cuando priorizó a Rakitic sobre Toni Kroos empezó a señalar un camino de juego muy concreto, que desarrolló a continuación sobre el campo. Un Barça, podríamos decir, que optaba por separar líneas y jugadores: un equipo más disgregado que agregado, más predispuesto a que corran los futbolistas que el balón. Esto no es malo, ni mucho menos. Los dos últimos campeones de Europa ganaron sus títulos con un ideario similar. Pero es indiscutible que esta ruta contrasta con la que ha permitido al Barça alzarse con numerosos títulos en el último decenio.
El modelo de juego que condujo al éxito fue el del Barça de los centrocampistas. Luis Enrique parece tener otra idea. Probablemente porque los grandes protagonistas han envejecido, porque los fichajes importantes han sido delanteros o, simplemente, porque cree en otra manera de jugar. No solo no es negativo que el entrenador planteara un cambio de rumbo, sino que forma parte de toda evolución. Cada cierto tiempo es positivo preguntarse quién eres, de dónde vienes y adónde vas. Luis Enrique parecía firme en dicho cambio de modelo hasta que generó desconcierto y confusión en el Bernabéu al regresar a unos nombres de los que se había alejado. Aquél giro sembró de interrogantes el porvenir inmediato y no solo por el mal resultado alcanzado.
Los resultados casi siempre contienen peligro. Si son malos porque aumentan las dudas sobre el camino elegido. Y a veces también si son buenos porque pueden ocultar cuál es la verdadera ruta. El Barça ganará muchos partidos, la mayoría de los que dispute, jugando de cualquiera de las mil formas que hay, pero la incertidumbre actual no reside en cuántos partidos ganará, sino en la forma que despejará el entrenador los interrogantes que él mismo ha generado. En definitiva, a qué quiere jugar. Las encrucijadas ponen a prueba las convicciones y Luis Enrique se halla en un momento decisivo: no por las victorias o derrotas, sino por la indefinición.
Es un entrenador cualificado y muy capaz, cuyo principal reto consiste en elegir si quiere (y puede) ser un reloj de precisión o un martillo pilón.
©2024 Blog fútbol. Blog deporte | Análisis deportivo. Análisis fútbol
Aviso legal