"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
He tenido tantos ídolos en mi vida que intento ser muy selectivo para luego no sufrir desengaños. Actualmente, ¿Quién no se muestra interesado por entrenadores como Pep Guardiola o Jürgen Klopp? Sin duda son perfiles en los que mirarse, al menos para un joven entrenador de provincias como yo.
Pero el puesto de entrenador del Hércules, ese es… el puesto; en mayúsculas. Siempre ha sido el que ha centrado toda mi atención, el puesto del que tomar referencias ajenas en esta profesión. Cosas de sentimientos. Hoy lo ocupa Quique Hernández, uno de esos entrenadores que sin saber bien por qué, se acaban colando en tu vida. Con un currículum de más de 30 años de profesión, yo casi acabo de descubrirlo. El remordimiento que puedo sentir por no haberlo descubierto antes en profundidad se compensa con el bonito hormigueo de la admiración. Encontrar de golpe a un grandísimo entrenador en un equipo que ha estado casi toda la liga en puestos de descenso en la Segunda División significa la derrota del consumismo rápido y la dicotomía por la que se rige la élite futbolística.
Quique cumple este domingo, frente al Huesca, 163 partidos oficiales con el Hércules. Con esa cifra se convierte en el entrenador con más partidos oficiales en el club herculano. Supera así la cifra de Arsenio Iglesias, técnico que logró un quinto puesto en Primera, hasta ahora la mejor clasificación del club en su historia.
La trayectoria de Quique Hernández no se entiende sin el Hércules. Pese a que el entrenador de Anna ha estado en más de 20 equipos y ha tenido varias épocas en muchos de ellos, es en el Hércules donde siempre ha dado verdaderas master class de cómo hacer equipos competitivos y tener al entorno más suave que un guante. Su primer fichaje por los herculanos se produjo en abril de 1992. Todavía entrenaba al Castellón cuando se anunció su fichaje en los medios alicantinos. La noticia llegó a Castellón, el ambiente se enrareció y tuvo que optar por la dimisión a falta de 6 jornadas para la conclusión de la liga, pese a tener la permanencia lograda.
Lo que pocos sabían en Castellón es que su fichaje por el Hércules estaba hecho desde un año antes. En verano de 1991, después de tres exitosas temporadas en el Benidorm, firmó un pacto de caballeros con Aniceto Benito, presidente del club benidormense. Este le dijo: “¿Nos tomamos un año sabático y luego nos vamos al Hércules?”. Aniceto Benito tenía que dedicar una temporada a preparar su candidatura para el asalto a la presidencia del Hércules y Quique era el entrenador elegido. La respuesta de Quique fue un rotundo sí. La temporada 1991-92 fue de transición (entiéndase transición sin restar profesionalismo a su dedicación al club de Castalia) hasta su llegada al Hércules.
Quique, que llegó al Hércules con 33 años, se convirtió en el entrenador más joven en dirigir al club (Sergio Rodríguez con 27 años y Manolo Maciá con 30, lo hicieron siendo más jóvenes pero con el rol de jugador-entrenador). Este dato todavía lo conserva a su favor el técnico valenciano.
En la 1992-93, en un momento de crisis económica en España, y con el Hércules con problemas presupuestarios y en Segunda B, Quique (que además era el director deportivo), confeccionó una plantilla muy competitiva y de bajo coste, eso sí, apostando fuerte por las primas por objetivos. Tácticamente fue uno de los mejores equipos que se recuerdan en Alicante. Con un sistema 3-4-3, fue un equipo muy goleador y de pocos goles encajados. Eduardo Rodríguez marcó 40 goles en liga, se convirtió en un ídolo eterno en la afición y en el killer ideal de Quique. La promoción de ascenso fue la confirmación de Quique Hernández como uno de los entrenadores emergentes del panorama nacional: el Hércules dejó en la cuneta a la Gimnástica de Torrelavega, a Las Palmas y al Salamanca de Juanma Lillo.
Admirador declarado de la escuela Barça, en una reciente entrevista afirmó: “Es mucho más difícil conseguir la propuesta futbolística del Barça que la del Madrid”. En una reciente entrevista para ZonaHércules afirmaba lo siguiente: “El fútbol evoluciona constantemente y quien ha marcado la pauta ha sido el Barcelona en cuanto al estilo, la forma, el camino de buscar la victoria,… es la que más gusta. Pero es muy difícil, hemos visto en Segunda División como muchos equipos tienen la salida del Barça, centrales abiertos, laterales que suben y nos han metido un montón de goles a nosotros con esas cosas. Pérdidas en medio campo y te pillan al contraataque. Hay que estar muy bien posicionados, hay que trabajar mucho tiempo esas cosas y eso sería lo ideal. Pero al final hay que adaptarse a lo que te da rendimiento y te da resultado”.
Cuando estuvieron construidos por él mismo desde el inicio, sus equipos siempre se basaron en la posesión de balón o en recuperarlo pronto, el pressing en campo contrario y la importancia de la zona. El sistema es algo que ha ido variando en función de sus equipos. El 3-4-3 del ascenso del Hércules en 1993 no tuvo nada que ver con el 5-4-1 del ascenso del Numancia en 2004 (equipo que fue el más goleador y menos goleado de la categoría), o con el 4-1-4-1 (o a veces 4-2-3-1) que viene utilizando actualmente con el equipo herculano. Todos sus cercanos destacan su carisma y sentido común. Es un entrenador que apuesta por la gente joven, siempre lo ha hecho a lo largo de su carrera. Muchos de sus exjugadores se refieren a él como un amigo, si bien son también varios los marcajes que ha hecho a jugadores que se han salido del tiesto. La disciplina es básica en su gestión grupal. Palo y zanahoria para todos.
El paso de las temporadas le ha dado perspectiva; él mismo afirmaba que, además de prisma, la experiencia le ha aportado velocidad a la hora de ver las situaciones. Quique, que jugó en infantiles en el Valencia y Benimar, no llegó a jugar más allá del fútbol formativo. Hubo un cartel que le cambió la vida. Curso de entrenador de fútbol, rezaba. En las bases se pedía tener 18 años cumplidos. Le gustó, hizo el curso y comenzó como ayudante en el fútbol formativo del Levante. Dejó su zurda de jugador y se centró de lleno en el entrenamiento. Con 23 años, dio el salto al fútbol amateur, llegó su primer reto en solitario, fue en el Quart de Poblet, en Tercera división, en la temporada 1981-82. Desde entonces, una retahíla de equipos por España con ascensos a todas las categorías del fútbol nacional y también un descenso a Segunda y otro a 2ª B. Sobre los descensos, QH se refiere a ellos como una parte más de la suma de experiencias: “Son momentos delicados, pero hay que seguir. Le das vueltas a las cosas, echas mano de autocrítica y miras hacia delante. Siempre llegan nuevas oportunidades”. En su estancia en el fútbol griego dejó buen sabor de boca y cumplió un nuevo reto personal, jugar en Europa.
A lo largo de su carrera ha sido habitual verlo ejercer la figura de manager (director deportivo + entrenador). Cuando inicia la temporada con un equipo, planifica la plantilla para conseguir plasmar su modelo de juego. Quique Hernández describe así lo que él entiende como leitmotiv del modelo de juego y de club: “Lo primero para hacer el equipo es coger un folio, ver el sistema de juego que quieres jugar. Que haya uno estable y variantes. Fijarte en el presupuesto que tienes y cuando arreglas esto, buscar jugadores que tu quieres. El lateral derecho, ¿cómo quiero que sea? Los centrales, etc. ¿Cuánta pasta tengo? Pues si no tengo mucha voy a ver si puedo sobrevivir con un central menos, y voy a mirar a alguno el filial. Luego te vas a características. Cuál es tu mejor jugador, tu jugador número dos de cada puesto, etc. Pero siempre con la referencia de la estructura de tu equipo. Y siempre te tienes que adaptar a cada momento”.
Ahora que voy releyendo el final de este artículo, estaba pensando en la desproporción entre lo difícil que es ser un buen entrenador y lo fácil que es escribir un artículo sobre un buen entrenador.
* José Luis Lorenzo es entrenador de fútbol formativo del FC Volga Nizhny Novgorod (Rusia).
– Foto: Carla Cortés
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