Desde el punto de vista cuantitativo, el Barça de Tito no necesita otro central más. Echen la cuenta: Puyol, Piqué, Mascherano, Fontàs y Bartra, cinco defensas para dos posiciones, sin incluir a Abidal, al que hay que mantener al margen de cualquier especulación; ni a Muniesa cuyo perfil técnico parece enviarle a la banda (aunque lo digo con la boca pequeña, muy pequeña). Pero quizás las cuentas no sean tan claras. Empecemos por Fontàs y sus dos interrogantes: la rodilla y la contundencia. De los ligamentos cruzados está totalmente recuperado, pero siempre es exigible tener prudencia tras una lesión de semejante magnitud. La contundencia fue la asignatura pendiente en sus breves titularidades con el primer equipo y el parón sufrido no le ha permitido aprobarla. El cuerpo técnico puede intentar corregir dicho problema manteniéndole en el primer equipo, donde quizás no gozará de muchos minutos, o cediéndole a un Primera para que acumule partidos. Personalmente, quizás la segunda opción me parecería más rentable para la progresión del jugador. Cercano a él, Marc Bartra ascenderá del filial tras un año regular y deberá ganarse una plaza con los mayores durante la pretemporada. Pero Tito Vilanova no puede esperar a que concluya agosto para saber con cuantos centrales de máximo nivel puede contar. Así que apruebe o suspenda en dicha pretemporada, Bartra no será el elemento que incline la balanza.
Los tres senior son indiscutibles, pero al mismo tiempo dos de los principales (Piqué y Puyol) llegarán desde una temporada accidentada, en un caso por concentración, en otro por lesión. Nadie puede garantizar que las dificultades físicas del gran capitán no se repitan, ni que las lagunas actitudinales de su heredero no vuelvan a producirse. La suma de todos estos factores conduce inevitablemente al fichaje de un central, ya anunciado por el nuevo entrenador, del que solo cabe intuir el perfil. Probablemente alguien con capacidad camaleónica para asumir tres papeles en uno: el central pausado con capacidad para sacar el balón jugado en momentos de presión rival; el defensa corrector, con velocidad para ofrecerse como último hombre y salvavidas del equipo; y el jugador habilidoso y tácticamente listo como para asumir el rol de mediocentro de posición aquellos días en que Busquets deba dejar la plaza. ¿Quién es esa perla? Francamente, no lo sé, aunque algún candidato hay por esos arrabales. Hace dos años habría sido barato fichar a Matt Hummels; hoy ya no. También a Thiago Silva, ahora prohibitivo. Y probablemente habría sido erróneo contratar a Mamadou Sakho visto su desperdicio o a Douglas Teixiera; y discutible hacerse con Jan Vertonghen de acuerdo a su escasa velocidad, aunque recomendable fichar a Neven Subotic. Hoy no será fácil encontrar dicha perla capaz de interpretar los tres papeles que se precisan. Pero alguna hay.
– Ilustración: «La joven de la perla» de Johannes Vermeer
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