Day 9
Prefiero no situarlo bajo ambiente de Sopranos, Corleones, Battaglias y el lente de Scorsese, hablado en dialecto italoamericano de Brooklyn. Demasiado fácil, gráfico y, para ser ecuánimes, tampoco se les puede denominar goodfellas a este puñado de meritorios. Basta un fondo con la guitarra de Django Reinhardt, en comedieta de Woody Allen dedicada a los vericuetos del alma humana, a las contradicciones, al deseo de poder expresado ya por Shakespeare. Hete aquí algunos personajes reunidos para fumar sus buenos habanos en un club del upper Barcelona. El Barça, claro, es la excusa de conversación entre amigos y compañeros de viaje en el conveniente networking, así, como quien no quiere la cosa. Empiezan, por supuesto, poniendo a Rosell a bajar de un burro y continúan por su sucesor. Gente con poder, triunfadores, encantados de ser tan pillos, más que listos. Gente con ascendencia y contactos. De repente, como si fuera evolución natural, les da por pensar en una candidatura propia, aunque, mecachis, les falta un carismático cabeza de cartel. Bueno, a falta de pan, pues montaremos una plataforma de esas, que quedan como muy independientes y neutrales. Y la divulgaremos gracias a un par de amiguetes en la canallesca que nos darán cuartel. ¿Y cuál es su programa? Ya veremos por el camino. Así, semanas y semanas de encuentros en domingo por la tarde, regresados de su solaz en segunda residencia. De vez en cuando se tuerce el relato porque alguno de los capitostes metidos en el ajo confiesa a los compañeros de viaje entre volutas y humos que ahora no es aún su momento, que las obligaciones profesionales no le permitirían dedicarse al asalto del poder barcelonista con la inversión necesaria de tiempo. Vaya contratiempo, piensan algunos.
No se lo cuentan todo, por supuesto. El personaje en cuestión anda jugando a dos barajas. Ya no pretende desbancar, sino sumarse al carro actual, que resulta más seguro, máxime tras el triplete. Sobre todo cuando certifica que Bartomeu, ya sin Faus ni Vilarrubí, quedará cojo, en falso, debilitado. A espaldas de sus anteriores aliados, maniobra para convencer al actual inquilino de que puede ayudarle como vicepresidente. Le brinda incluso sus contactos mediáticos, sus extensiones en forma de periodistas afines a sueldo de largo recorrido que pueden, por ejemplo, crear blogs para ir segándole la hierba a Laporta, dale que te pego con los negocios que el ex habría realizado en los últimos tiempos sin calcular el riesgo de ciertas compañías, lo feas que quedan una vez expuestas en el escaparate. A bodas me convidas, piensa Bartomeu. Y los del habano, una vez comienza a salir la maniobra expuesta al sol mediático, se quedan con un palmo de narices: uno de sus impulsores se ha pasado con armas y bagajes al adversario –no escribamos enemigo, queda horrendo–. Eso pasa en Boston y Dennis Lehane escribe una novela maravillosa. De suceder en Brooklyn necesitarían guardaespaldas para entrar en según qué restaurante italiano, no fuera a confundirse el tomate de la salsa con el aquelarre que montaría el sorprendido ante tal traición. ¿Alguien pensaba que cosas así no sucedían en un proceso electoral del Barça? Pues que lo vuelva a pensar. Mañana, más.
* Frederic Porta es periodista y escritor.
– Foto: Efe
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