Day 37
A la espera del debate televisivo, como si de una final continental se tratara. De hecho, lo es. No queda tiempo para mucho, ni para alianzas ni para grandes anuncios y sorpresones que decanten la voluntad de esa ingente bolsa de indecisos. Anoche, al contestar un ingenuo trivial en Catalunya Ràdio, Bartomeu volvió a quedar retratado. Al igual que sus adversarios en campaña, todo hay que decirlo: ni idea sobre la historia del Barça, sobre los cimientos que permitieron rematar el edificio con las gárgolas y niquelados de hoy. Marcando tendencia, cierta vez, en corrillo, Rosell dijo que Paulino Alcántara le sonaba, sí, buen portero, creo. Encima, lo soltó ante familiares del ínclito. El mayor goleador hasta Messi y lo suelta con el desdén que los jóvenes de reality muestran hacia la cultura, como si eso no molara nada. Imagen, tatuajes y músculos. El cerebro es prescindible. No imagino a Cameron situando a Chamberlain, Churchill o Heath entre Stiles, Moore y los Charlton como ganadores del único mundial del león inglés, tampoco a ningún aspirante a La Moncloa negar a Cánovas y Sagasta por no formar brioso tándem de pivotes defensivos. Por Dios. ¿Primer presidente del Barça? Walter Wild al ser Gamper menor de edad. Don Gualterio, uno de los tipos básicos para la implantación del deporte en la capital catalana. ¿Presidente en el caso Di Stéfano? Marti Carretó, el abrumado empresario del algodón que quiso llevarse el secreto a la tumba, acomodaticio a los tiempos como era hasta el extremo de quitar el acento a su segundo apellido, así no sonaba catalán. ¿El rival de Berna? Tampoco ni idea, Bartomeu. Por todos los santos: el Benfica pre-Eusebio, la final de los palos cuadrados, el cierre de la década prodigiosa del Barça, el arranque de la larga travesía del desierto. Le preguntan por tres momentos o nombres decisivos y se queda in albis. ¿Aún debemos reivindicar el pretérito? ¿Aún seguimos a tan ínfimo nivel? En fin, no quedan vestiduras ya para rasgar.
Expectativas del debate. Freixa aprovechará el spot para aumentar notoriedad e ingresos de su bufete profesional. Benedito seguirá tronante en su uso de la dialéctica directa, aunque le pierda cierta arrogancia de formas. Cuando Agustí se pone apocalíptico, está estupendo. Lástima que no veas nunca aparecer a los cuatro jinetes y quede así fantasmagórico en su discurso. Bartomeu pondrá sonrisa, cinismo y soltará aquello que le preparen Masferrer, Cardoner y algún otro cercano. Lanzará cuatro guiños a los conservadores, no se mojará ni bajo la ducha y deseará que aparten rápido ese cáliz de sus labios. Y Laporta es Jake LaMotta: cuando más castigo, más se crece. Vive de los subidones de adrenalina, de oler sangre, sabe que está ante su última oportunidad y se comerá hasta al moderador, a quien no arrendamos la ganancia. Si monta catch a dos en alianza con Benedito, el resultado puede ser espectacular en rating y fuegos artificiales, premio al que recoja las gafas voladoras del hasta hoy favorito cuando suene el primer sopapo. Como aperitivo, Luis Enrique da su primera rueda de prensa entre pelotas fuera y pelotazos a la jeta de las promesas. Para cerrar, preguntan ayer a Bartomeu: ¿su máxima es ganar títulos independientemente del cómo? Respuesta: sí, prefiero ganar. La abuelas decían que no hay peor sordo que quien no quiere oír. Toma, tomate. Mañana, más.
*Frederic Porta es periodista y escritor.
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