Day 33
En el menú del día, toca pactos, alianzas y retiradas. Igual de previsible que el restaurante popular de la esquina. Si hoy es jueves, hay paella y punto. Por tanto, sale a escena la habitual petición de fusiones u opas hostiles, muy hostiles, en el caso que nos ocupa, para que no decaiga la fiesta montada. Los candidatos van cogiendo como costumbre salir entrevistados por la tele. Aparecen, eso sí, bien aleccionados, con cara de gente de plena confianza a la que le comprarías el coche de segunda mano sin rechistar. Hay que reconocerles esa habilidad a los cuatro. Pide el personal, suponemos que para su alegría y entretenimiento, que formen Frentes Unidos Populares o similar con los que plantar cara al favorito Bartomeu, sin reparar en la manifiesta imposibilidad de tal demanda.
Si algo define a la compleja generación proyectada tras el 2003 es su capacidad para aborrecerse unos y otros con africano encomio. Dicho por lo directo, no se pueden tragar, arrastran un montón de pleitos personales imposibles de superar y olvidar. Por tanto, cuesta imaginar a Benedito aceptando la sugerencia de Laporta de largarse por donde ha venido tras cinco años de picar piedra, tras la inversión de tiempo y esfuerzo realizada hasta llegar a la conclusión de que ha topado con las peñas, insistamos, ese voto cautivo a favor del poder, del que sea, pero siempre dispuesto a brindar apoyo si le prometen contraprestaciones. A Benedito le fallará esa inversión porque quien luce poder tiene la paella por el mango en tan transcendental campo. La expectativa de votos para tercero y cuarto apenas alcanza un pírrico 5 %, y eso, claro, significa salir escaldado. El caso de Freixa es distinto, incluso peor. Él alimentó de carga legal la acción de responsabilidad contra los exdirectivos laportistas, cometió crasos errores en la documentación entregada al juez Ruz y acabó de oyente repudiado allá donde ya no le querían. A diferencia de Benedito, que quería ser presidente, el abogado se ha limitado a pasar el corte para tocar las narices e invertir en protagonismo público, ya convertido en otro de los habituales del paisaje azulgrana que podrá sacar legítimo rendimiento profesional de tal notoriedad. Benedito gasta sus últimos días en el candelero. Freixa aún podría aguantar sin problemas un descanso de seis años porque, por encima de hipotéticas alianzas, hoy resulta obligado imaginar ya qué ocurrirá el día después.
No habrá pactos, tampoco retiradas, aunque alguno pueda quemarse brutalmente en las urnas. Hoy solo manda la evidencia. No ha funcionado el desmarcarse de las diversas familias al mando y en combate a lo largo de esos triunfales, y procelosos también, doce años. La batalla ha quedado reducida a dos caras, dos maneras de ser y de entender el Barça: Bartomeu y Laporta. El socio votará sin que sepamos cuánto y cómo lastra la sombra activa de Rosell al presidente que busca, por fin, legitimidad en las urnas. Ya hemos certificado que su imputación y larga hoja de borrones no le penalizan tras la consecución del triplete. No hay debate siquiera sobre la manifiesta sobreactuación de la comisión gestora. Solo pesan y pesarán los votos de las peñas, que pueden abrir una brecha formidable entre los dos únicos aspirantes, cuando la participación, según coinciden unos y otros, difícilmente alcanzará la mitad del electorado. Estamos hablando de un tercio del total de votos a tabular en la noche del 18 de julio, una barbaridad que exigirá un prodigio de Laporta. El reloj sigue descontando. Y los conejos siguen sin salir de la chistera. Mañana, más.
*Frederic Porta es periodista y escritor.
– Foto: El Periódico
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