Day 3
Algún vitriólico, Martí, ha soltado que Bartomeu lo dejó todo ayer ‘atado y bien atado‘. En otros frentes, románticos, nos acordamos hoy del cumpleaños de Kubala y, por asociación, de lo mucho que seguimos echando de menos a Manuel Vázquez Montalbán, el único y último teórico del barcelonismo. De vuelta al suelo de las realidades, el triplete permitirá, si Laporta no lo remedia, el renovado triunfo del ‘establishment’, clase dominante local a la que vemos el plumero especialmente transparente durante los últimos años, desde que se iniciara ese proceso político catalán aún muy lejos de ultimar. Tiempo atrás, dedicados a la reflexión amistosa con un ex directivo, conveníamos en que el poder siempre observó a Laporta y los suyos como unos ‘okupas antisistema’ dispuestos a acabar con sus eternos privilegios de influencia. Gente desinhibida, sin complejos y poco dados a la genuflexión hacia los poderosos de esta tierra, esos eternos lampedusianos que pueden ingeniarse cualquier cosa, fagocitar cualquier novedad, adaptarse a los nuevos colores como el camaleón para que, al final, nada cambie. Tras la caída del nuñismo -ahora sabemos que provocada por Hacienda y no por el acoso del Elefant Blau-, el régimen padeció un sarpullido esperpéntico de tres años con Gaspart que casi provoca la instalación de guillotinas en el Camp Nou para que fueran pasando los perpetradores del desaguisado. Total, fuego nuevo, partían los culés por necesidad hacia las antítesis en busca de redención. No sólo la hallaron, sino que toparon con el Santo Grial de esta religión laica, resolvieron, bajo ayudas e influencias varias, la ecuación pendiente desde que Kubala revolucionó Les Corts. La cuadratura del círculo, la piedra filosofal. Y el modelo se hizo carne. El descreído Santo Tomás barcelonista pudo tocar el cielo de los prodigios.
Ahora que arranca la campaña y echando la vista atrás, a poco de conseguida la toma de La Habana y la caída de Batista, los dos comandantes barbudos partieron peras para regresar a sus posiciones naturales. Rosell optó por el ‘neonuñismo’ y convertirse en la nueva esperanza del ‘establishment’, dispuesto a brindarle apoyo logístico con el fin de recuperar esa parte de patrimonio perdido. Porque es ‘su’ patrimonio y lo entienden así, conservadores, sin descuidarse ya para permitir un nuevo ataque y consolidación de los guerrilleros. Laporta, entre otros errores, cometió uno grave: no liderar el consenso para la continuidad de su proyecto. Se quedó como Adolfo Suárez: resultó que la UCD y el CDS eran él, apenas él y sólo él. Volvió el poder tradicional a sentirse amo y tras las zozobras vividas, tras este lustro en el alambre, no soltará ahora la pieza. Les va bien con Bartomeu, con él seguirán gozando de privilegios. Obvio es que se escudarán en los éxitos del equipo y su esperanzadora proyección para barrar el paso a los David Fernández y Adas Colau de este invento. Los de siempre y los ‘okupas’ por siete años, así se resume la batalla de trincheras iniciada con profusión de propaganda oficial favorable al sucesor Bartomeu. Ya lo han cambiado todo para que no cambie nada. Mañana, más.
* Frederic Porta es periodista y escritor.
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