Post-ales electorales (29)

por FREDERIC PORTA el 6 julio, 2015 • 11:16

Day 29

Lástima que magníficos relatos de este corte jamás salgan en los periódicos y queden entre las brumas de restaurantes con reservado, donde de verdad se escribe la historia de este club. Verano del 84: cuenta un protagonista de los hechos que la directiva de Núñez andaba hasta el moño de la vida noctámbula de Maradona. El problema básico, ir completamente a su bola. Además, para señores de misa y confesor de cabecera, el cachondeo que llevaba en el cuerpo tan joven y poco preparado astro excedía ya el castaño oscuro. Nunca lo afrontaron cara a cara. Obraron mediante intermediarios, delegando en terceros la corrección del rumbo para tener así nuevos culpables a los que señalar. Sin ir más lejos, habían colocado a Menotti para meterle en cintura y el Flaco, con su entonces inseparable Poncini, acabó con despacho abierto en Up & Down, la discoteca de moda. De propina, el cuadro técnico colocó a Diego Armando y compañía entrenamientos vespertinos para que así todos pudieran reposar la continua farra. Solo faltó aquella final a coces en el Bernabéu, ganada por el Athletic con gol de Endika y ciertos comentarios privados del entonces rey, abochornado por el escándalo. No eran capaces de reconducir la situación y se amedrentaron. Total, iniciaron la estrategia de desgaste mediático y apenas la comentaron en petit comité, hasta que, 30 años después, uno de los que andaban entonces en la pomada te lo comenta como si el delito hubiera ya prescrito, pero, en leve susurro, no consiguiéramos aún levantar sospechas.

A través de la prensa amiga –en eso no han variado nada las complicidades– empezaron a generar la corriente de opinión necesaria para traspasar al astro argentino. Trazaron un plan y lo siguieron a la perfección, culminado en solo semanas. La jugada comportaba cierto riesgo, aunque lo asumieron: Núñez siempre fue un maestro en el dudoso arte de colocar responsabilidades y muertos. Decidieron que convertirían a Maradona en chivo expiatorio de los males deportivos, le dibujarían como imposible de reconducir, hasta lograr el adiós casi voluntario del astro, hastiado del ambiente irresponsable, tóxico, creado por los conspiradores. Entre la sanción de tres meses impuesta por la RFEF tras el escándalo de la final copera, ciertas inversiones fallidas de su agente Jorge Cyterszpiller y los primeros devaneos con el polvo blanco, Maradona acogió el salto al Nápoles como si le lanzaran el último salvavidas. Todavía hoy suelta pestes de su paso por la capital catalana y en la hagiografía oficial del club pocos se enorgullecen de haber contado con el Diego. Jamás resolvieron aquellos viejos pleitos. Ni lo han pretendido, claro. ¿A qué viene la anécdota? Hilando cabos, surgió al pensar que cosas más extrañas han sucedido en las tremebundas bambalinas del més que un club. Asociación de ideas, quizá, por la manera de superar el corte de firmas de Toni Freixa o de Seguiment FCB y una cosa llevó a la otra. Con el par citado, llevamos dándole vueltas desde el sábado noche y no hay manera de forjar un entramado lógico, un andamio que aguante para justificar su conversión en candidatos. Anoche, salió el descartado Jordi Farré a la palestra para poner precio: 50.000 euros por el censo, 8.000 por 200 firmas. Por no hablar de las firmas cedidas a cambio de vete a saber qué. Tampoco lo investigará nadie, por supuesto. Igual sabremos algo dentro de tres décadas, como es costumbre. Mañana, más.

* Frederic Porta es periodista y escritor.

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