"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Day 27
Igual que sucede con los secretos inconfesables de familia, según qué esqueletos, mejor dejarlos guardados en el armario. Bajo siete llaves, a poder ser. Allá por 1953, el Barça vivió unos curiosos comicios pseudodemocráticos ganados por el falangista Francisco Miró-Sans. Hubo de todo, un juego barriobajero que ríanse de aquellos diálogos de Mario Puzo para Brando con las ofertas irrechazables y tal. La compra de votos, las artimañas, las zancadillas al aspirante Casajuana resultaron tan evidentes que autoridades y burguesía decidieron correr el tradicional tupido velo, no sin antes conminar al arribista ganador: Hazlo, vale, pero intenta que no se note, haz como los demás, que tienen tanto estilo que ni te enteras y ya te han robado la cartera…
Siete años después, el club estaba en práctica bancarrota. Nadie, por supuesto, decidió investigar el porqué y el club pasó las de Caín, sostenido en coma por miles de resistentes incapaces de reclamar responsabilidades al poder. Hoy, ya en democracia, tampoco nadie denunciará ni luchará, porque esto lleva camino de tradición electoral. A cada cita en las urnas, rumores de que se compran y venden votos, se ceden a quien no pasa el corte y otras cochinadas indignas de quien quiere pasar por modelo de participación activa, un club que es lo más y que solo tiene y mantiene adversarios exteriores. Los de casa, limpios como los chorros del oro. ¿Sí? ¿Seguro? Esta mañana nos hemos desayunado con la advertencia de un conocido editor de diario deportivo denunciando esta práctica tan poco edificante en su columna de opinión. Y el caballero, tampoco figura, precisamente, entre los candidatos al próximo Nobel de la Paz, conste. Apostaríamos a que nadie investigará nada, absolutamente nada, en esa redacción o en las restantes de la llamada Ciudad Condal, que así anda de tullido el periodismo local. Un escandalazo de cien narices, aunque, de formularlo, ya intuimos la cansina réplica descerebrada: Si, bueno, tú, que tienes la piel muy fina, también en Madrid vivieron el follón de los votos por correo y no pasó nada.
Sin agotar la capacidad de sorpresa, pero sí resignado ante la reiteración de trampas que nula relación guardan con un comportamiento higiénicamente democrático, en la tarde de ayer mantuvimos una conservación personal con alguien que no quería ni comprar, ni chanchullos ni historias. Prefería dejarlo por dignidad. Y lo hará. Encima, le llamarán perdedor, se reirán de él por pardillo y soltarán las serpientes que con esa ética nadie puede andar ya por el mundo. El fútbol no es para decentes con ramo de lirios en la mano. Más sal a la herida. Cuando sepamos quién pasa el corte, imaginemos el disfraz de cada cual: quién hará ahora de pinza, quién de ariete para fastidiar al adversario, consciente de que no ganará. Eso sí, igual pilla una vicepresidencia después de joder la marrana, como Casaus con Núñez en el 78. Después, faltaría más, todos unidos en coro a proclamar qué maravilla de club tenemos. Ese que patrocinan dictaduras o compra votos según convenga a cada tiburón con aspiraciones de mandar en el Camp Nou. Fastidiados ante la evidencia. Y no pasará nada porque nunca pasa nada. Encima, alguien querido, quizá para rematar tan funesto como tórrido sábado, manda una cita de Gandhi sin mala intención: “Mañana, quizá deberemos sentarnos ante nuestros hijos y decirles que hemos sido derrotados. Pero no podremos mirarles a los ojos y decirles que viven así porque nosotros no quisimos luchar”. Mañana, más.
* Frederic Porta es periodista y escritor.
– Foto: FC Barcelona
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