Day 14
«Bo per al Barça». Si uno fuera Evarist Murtra, arrastraría cierto mosqueo por apropiación indebida de lema. Josep Maria Bartomeu ha hecho suya la frase del veterano barcelonista e industrial con la que, según los hagiógrafos, aleccionaba a Pep Guardiola: «Si dudas, piensa en lo que es bueno para el Barça». A Murtra se le adjudican algunos dardos lanzados en plena diana del modelo culé, como la sugerencia de Unicef, sugerir al de Santpedor como entrenador del primer equipo y eso de obrar, en consejo heredado de su propio padre, de la manera que mejor conviniera a cada instante preciso de la entidad. Ahora, Evarist prefiere el segundo plano, suponemos que cansado de bregar en las disputas bizantinas de unos contra otros, denominador común de los últimos doce años. En el entorno se conocen todos y quedan para platicar sobre la entidad, como quien va al gimnasio a soltar toxinas o emboca con el palo de golf para evadirse de los problemas de este mundo. Esta directiva ha convertido en un arte aquello tan jesuítico de acariciar con una mano mientras pegas garrotazo con la otra. Palabras suaves, acciones contundentes. Dices juego limpio al tiempo que embarras constantemente. Apelas al triplete y te lo arrogas en exclusiva, incluso convirtiendo, endemoniados diseñadores de imagen, la B del apellido en un 3 que debe recordar, a modo de reflejo condicionado made in Paulov, quién ha sido el guapo capaz de procurarte tanta felicidad futbolística. A Dios rogando y con el mazo dando. No hemos hecho nada malo, a pesar de las constantes querellas, las noticias de brasileños burlados mediante contrato o promesas del Santos desparecidas sin que conste el derecho de pernada ejercido con el pago de 5 millones de euros.
Que no sepa tu mano izquierda lo que realiza la derecha. Bueno para el Barça, con Tippex incorporado a fin de borrar de la memoria colectiva la inacabable lista de resbalones, tropelías y falsas promesas realizadas. En boquilla, Rosell ya no pinta nada, aunque celebren el triplete en cena con el predecesor a bordo. Elecciones convocadas, con la comisión gestora trabajando en beneficio propio, sea con encuestas, fichajes en marcha o noticias filtradas sobre la grandeza (imposible) del momento económico que atraviesa este peculiar paquebote. Por no hablar del control ejercido sobre las peñas, curioso microclima donde alguien, tarde o temprano, debería entrar con una brigada de limpieza para erradicar apoyos y comportamientos de carácter altamente tóxico. Miras por delante y por detrás y Bartomeu no luce programa más allá del éxito deportivo recién alcanzado, mientras otros lanzan estupendas ideas como el voto electrónico universal, la escuela de entrenadores, consulta a los socios de temas capitales en praxis de democracia activa (Majó) o el retorno de Laureano Ruiz (Freixa). Alguien, volvamos a Jordi Majó, se permite incluso el lujo de aportar un pletórico concepto dialéctico, de aspirar a que «el club vuelva a tener el prestigio que el primer equipo nos ha dado». A ellos, no les sacas de triplete y tridente. Como se les ocurra acudir a los debates, les sacarán los colores por inanes. Que una cosa es predicar y la otra, dar trigo. Mañana, más.
* Frederic Porta es periodista y escritor.
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