"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
Day 12
Viernes dedicado a la observación de candidaturas, para analizar si lucen o no musculatura, y paseo por sedes, a fin de otear el paisanaje reunido. A comprobar qué calado ofrece Majó y cómo se pone de estupenda la ‘première’ de Can Laporta en Provença. De esos ‘vernissages’ donde cuenta estar, ver y ser visto, abrazarse a las farolas y recriminar al protagonista con aspiraciones el tiempo que lleva sin llamarte, ni tomar una caña contigo, hay que ver, abandonado me tienes y yo, que tanto te quiero. La siguiente frase, previsible: Por cierto, si ganas, cuenta conmigo. Si pierdes, olvídame de nuevo, a poder ser. Nada nuevo en la comedia humana.
Dediquémonos, pues, a Laureano Ruiz, por ejemplo, tótem del barcelonismo entendido, viga maestra poco reconocida en el entramado de éxito. Toni Freixa, que iba para buen jugador, le ha recuperado de los estantes del tiempo con el objetivo de extenderle roja alfombra de regreso al hogar de adopción. Un puntazo, pocos lo merecen más. Laureano es patrimonio nacional barcelonista, como Maradona para la Argentina. Genio modesto, hombre sencillo, teórico del balón, moldeador de talentos con el que el fútbol jamás fue justo. Él carda la lana como los ángeles, aunque sólo lo sepamos cuatro, hartos de que otros -con ego por las nubes, eso sí- luzcan la fama. Representaría a la perfección el papel de guardián de las esencias, supervisor de esa estructura formativa tan maltratada en los últimos cinco años. Tanto, que ya no suben maravillas, ni se consolidan. Se averió el ascensor, ése que dominas, Martí, y a los responsables técnicos les volvió a dar un ataque de conservadurismo, cerrando el grifo de la confianza imprescindible para la evolución de las promesas, Ya sabemos que lo difícil es mantenerse, no llegar. Si no llegas, imposible mantenerse, en razonamiento digno de Epi y Blas.
Las buenas ideas no pueden ser apropiadas en exclusiva. En el previsible caso de que Freixa caiga derrotado, alguien debería mantenerle las puertas abiertas a Laureano, viejo sabio de la tribu que nunca maniobró, que jamás puso su ombligo por delante de su probo trabajo. El mayor de los desprecios hacia quién esgrima su edad. Precisamente, con los años vividos y la experiencia ya acumulada, enorme sería su contribución. Y no sólo destinada a la recuperación anímica y formal de La Masia, sino a otra asignatura pendiente del modelo que espera apuesta por ello: la escuela Barça de entrenadores. Habrán caído en la cuenta que un foráneo no puede dominar ese purasangre desde el banquillo. Por bueno y acreditado que resulte, esto se ha complicado tanto en las peculiaridades del modelo ya cerrado que es condición imprescindible haber mamado el ADN culé, conocer los entresijos de la casa y su estilo desde pequeño. Hay que forjar ‘misters‘ para futuros relevos como quien moldea infantiles. Adiestrarlos, enseñarles en las variadas y complejas asignaturas de su carrera, cada vez más exigente y disperso su temario. Foguearles en cesión para que, después, lleguen al primer banquillo, algún día y ofreciendo garantías. Repasas la lista de los hoy aspirantes, alejados de la órbita actual, y comienza a ser larga. Laureano y la escuela de técnicos, como para votarlo a ojos cerrados. Mañana, más.
* Frederic Porta es periodista y escritor.
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