Wroclaw (Polonia) / Desde hace unos días, las tertulias radiofónicas vienen calentando desde las ondas el partido que Polonia y Rusia disputarán hoy, Día Nacional de Rusia, en el Stadion Narodowy (Estadio Nacional) de Varsovia a las 20:45 horas. Sesudos expertos analizan si se debe o no politizar el encuentro que enfrenta a dos naciones con un pasado repleto de hostilidades y recelos mutuos. Con ello no hacen sino contribuir a la politización que, aparentemente, desean prevenir. Acalorados polemistas citando el Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn, viajes en el tiempo a la Komuna (así se refieren los polacos a la Polonia anterior a la caída del Muro de Berlín) y, se quiera o no, el fantasma de la reciente tragedia aérea de Smolensk en la memoria de muchos.
Lo cierto, esfera mediática al margen, es que la mayoría de los aficionados, en contra de lo que pretenden los medios, están muy por encima del nivel y la talla de sus políticos y comunicadores. Aquí en Polonia, la gran mayoría de la gente ha venido a divertirse, a disfrutar de sus respectivos equipos, a catar los destilados nacionales y olvidarse de la deriva diaria de la UE. Las salidas extemporáneas de boicot al euro o lecturas en clave política no interesan a casi nadie.
Dicho lo cual, sabemos de sobra que el deporte sin épica no es deporte. Y el partido de esta noche en el Stadio Narodowy promete ser un duelo intenso, plagado de simbologías y paralelismos bélicos. Una auténtica cuestión de estado para algunos. A pies del Vístula, muy cerca de donde el ejército soviético detuvo su ofensiva contra los nazis en 1944 mientras se desangraba la población civil a manos de éstos, se volverá a escribir un nuevo episodio en los anales de la ciudad. El Estadio Nacional será el destino final de la multitudinaria Marcha sobre Varsovia en la que participaran cerca de 5.000 aficionados rusos (la prensa rusa asegura que pululan por la capital unos 22.000). La comitiva de kibice (hinchas), con la que los rusos conmemorarán el día su madre patria, arrancará tres horas antes del partido en el Museo Nacional de Varsovia y promete ser un aliciente más a un partido declarado de riesgo y con alicientes para todos los gustos.
Connotaciones y banderas al margen, no está de más recordar que la mayoría de los jugadores de la joven selección polaca no conocieron nunca la tutela soviética y muchos ni tan siquiera habían nacido cuando cayó el Muro de Berlín, como el portero titular Wojciech Szczesny (22 años). Pese a ello, hoy, sobre sus espaldas, sobre sus livianos dorsales, notarán el peso de la historia y la necesidad de saldar alguna cuenta pendiente con sus vecinos rusos.
A su favor juega su juventud: el once titular polaco suma 288 años (el segundo más joven del campeonato) frente a los 324 del equipo que goleó a la República Checa (el más talludito de la Euro 2012). Por ello, los hombres de Franciszek Smuda no pueden permitirse la decepcionante segunda parte que ofrecieron en el partido inaugural frente a Grecia. El espíritu de Przemyslaw Tyton, el portero reserva que detuvo el penalty a Karagounis, debe contagiarse a los 10 jugadores de campo. Sólo así, con una Polonia Tyton, una Polonia Titán, pueden lograr la proeza de derrotar a la potente selección rusa, apuntada por muchas como una de las serias favoritas al título. Un título que conquistó en la primera edición de la Copa de Europa de Naciones en 1960, entonces bajo las siglas de la URSS.
En este partido Polonia se juega no sólo probablemente su pase a cuartos de final, sino el honor de todo el país ante su antagonista por antonomasia. Gane quien gane, la celebracion está asegurada por las calles de la capital y de toda Polonia. La afición rusa repartida por toda la geografía polaca se ha volcado como nunca con sus Arshavin, Dzagoev, Pauvlychenko y compañía. Más aún, tras el soberbio espectaculo que ofrecieron en Breslavia el pasado 8 de junio.
Sólo cabe esperar y desear que el fair play visto hasta ahora, dentro y fuera del campo, se mantenga hasta la final de Kiev. Y evitar incidentes como el del pasado viernes en el que una decena de energúmenos rusos (muy probablemente bajo la euforia del vodka) pretendieron tomar literalmente el Estadio Nacional de Varsovia tras propinarle una somera paliza a uno de los agentes de seguridad. Al final la travesura no fue a más. Esperemos que el incidente quede como la excepción de la regla.
* Joan Estrany es periodista, desplazado a Polonia.
– Foto: AP – EFE
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