¿Cuáles fueron las causas del descenso en el rendimiento de Gerard Piqué la pasada temporada? Probablemente, solo él y quienes le dirigen podrían establecerlas con precisión. Los demás debemos limitarnos a percibir los síntomas y anotar el diagnóstico. El bajón resultó indiscutible. De pronto, aquel defensa central portentoso que parecía destinado a suceder a Beckenbauer en el imaginario colectivo sobre la elegancia eficaz de un defensa, parecía haberse desvanecido. No intentaré acercarme a las causas probables pues seguramente erraría, más allá de su evidente lesión desde el segundo día de entrenamiento, en verano de 2011. Pero las evidencias fueron palpables. Por arriba o por abajo, en sprint o cobertura, sacando el balón o volando raso, el gran Piqué se ausentó del curso pasado. Dado que ya en su día Tito Vilanova dijera aquello de que sin Piqué todo el tinglado se caía, el Barça padeció gravemente su reducido rendimiento. No solo por Piqué, pues las lesiones de Villa, Puyol y Pedro y la baja de Abidal dificultaron mantener el pie en la cima. Pero Piqué es el primer paso y en el modo de jugar del Barça dicho primer paso equivale a ser fundamental.
Visto en perspectiva, Piqué ha vivido una progresión difícilmente descriptible. Se menciona su paso por el Zaragoza: fue correcto, sin duda. Su estancia en Manchester, donde aprendió mucho, pero se mantuvo muy alejado de la titularidad. Nada hacía prever que pudiera ser tan y tan importante como defensa central de un Barça hipercampeón. Cuando llegó y le juntaron con Márquez, la pareja parecía condenada a causa de su limitada velocidad. Cuando se mezclaba con Puyol salían a la luz sus lagunas de concentración, que el capitán compensaba a grito pelado. Incluso Albert Benaiges acabó por recordarnos que, de pequeñito, Gerard iba tan mal en el juego aéreo que hubo que dedicar una temporada completa a trabajar todas las tardes esos cabezazos desmayados hasta transformarlos en enérgicos. Bien, pues con tanto por mejorar, Piqué mejoró y superó cualquier expectativa. Por alto fue excelente, por bajo se anticipó, al sprint peleó con los más rápidos y, sumando todo, pronto se percibieron señales de que iba a ser muy grande. Inevitablemente se miró hacia Munich, donde el Kaiser Franz, pues su estampa elegante recordaba la del gran germano.
Llegó mucho más arriba de lo imaginado hasta que, de pronto, en verano de 2011 el motor se gripó. Bien: parece que el paréntesis oscuro se ha cerrado porque Piqué vuelve a ser el gran primer paso del Barça, ese emperador de las zonas de atrás. Mantengo lo de “parece” porque su exhibición de estas últimas semanas se ha producido ante equipos no excesivamente peligrosos (exceptuando el Atlético de Falcao) y todavía cabe refrendar semejante actuación contra rivales más poderosos. Pero ya que analizamos por síntomas al igual que el curso pasado, Piqué lleva bastantes semanas regresando a su mejor versión y si hace un año éramos duros en su desbarajuste, hoy debemos ser muy elogiosos en su renacimiento.
– Foto: Miguel Ruiz (FC Barcelona)
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