Perezón

por MARTI PERARNAU el 26 febrero, 2013 • 2:13

Al descanso, imagino que Mourinho querría cambiar a los once titulares y, por el camino, darles también el finiquito, un billete de barco sin retorno, una raspa de sardina para el viaje y un ‘hasta nunca’ en el pañuelo del adiós. Si alguna vez se enrabietó con sus jugadores debió ser ayer en Riazor, cuando la “segunda unidad” le respondió con un desempeño desbordante de pereza, tan impropio de un equipo que ha labrado su historia a base de coraje que, durante 45 minutos, “eso” no era el Real Madrid, ni siquiera una mala versión, sino un escuadrón de perezosos que parecían sentirse castigados por tener que enfrentarse al Depor. Por descontado, era un espejismo que cambió previo paso por los vestuarios, donde vaya usted a saber lo que sucedió.

El espejismo, además, tenía una escasa importancia futbolística si dejamos al margen cuestiones de imagen, prestigio y demás etcéteras. Simplemente, como tantos otros equipos, el Madrid al ralentí es muy poco Madrid, en especial si carece de esa columna vertebral que le viene sosteniendo toda la temporada: Khedira, Özil, Cristiano Ronaldo, el trío que sujeta la nave en tiempos de ventolera. Entraron los tres a la hora de partido, aposentaron las cosas, insuflaron otro ánimo y el Madrid remontó. Dejó malas sensaciones generales, pero ninguna conclusión importante porque ni estaban todos, ni estaban con el alma de los partidos serios, ni estaban por la Liga sino guardándose para las dos noches importantes que le llegan.

Y para esas noches sí dejó un síntoma de fragilidad llamado Pepe. Quizás porque se sintió desnudo sin la doble presencia de Khedira y Xabi Alonso por delante, quizás porque no ha recuperado todavía la forma, el central portugués pasó una mala tarde y mostró flaquezas inauditas en él. De todos los síntomas que dejó el Madrid en Riazor, el de Pepe sería el único relevante en mi opinión porque su influencia en el juego merengue siempre es decisiva, para lo bueno o para lo malo. Atacado por Riki y violentado por Valerón, Pepe naufragó de manera inesperada y no es que fuese el único, pero sí el más importante cara a esos dos partidos de relieve que tiene su equipo en el horizonte inmediato (Barça y Manchester United).

El Madrid será otro distinto el martes en el Camp Nou. Jugarán sus piezas vertebrales y lo harán con un tono emocional de máxima intensidad, factores que le convierten en un equipo diferente y peligroso. De tanto enfrentarse al Barça, además, ya ha aprendido qué zonas le duelen al equipo de Tito, en especial cuando coloca a Özil en el costado de Jordi Alba para arrastrar hacia allí a Busquets y desproteger a Piqué y compañía. Contra lo visto en tierras coruñesas, el que llegará al Camp Nou no será un Madrid fácil, blando ni perezoso.