Pepe Mel: personalidad, método y recorrido

por el 23 mayo, 2013 • 12:03

Dice que en la recta final de su carrera como futbolista ya tenía claro que quería ser entrenador y, como él mismo reconoce, entrenar se le da mejor que jugar, a pesar que en su historial figuran ascensos y decenas de goles, los suficientes para poseer un trofeo Pichichi de la división de plata, por ejemplo. Trece son los años que lleva Pepe Mel ya en los banquillos y a día de hoy nadie duda en situarlo como uno de los grandes técnicos del fútbol español. Sus jugadores destacan de él su honestidad, la afición, su dedicación y compromiso y él, por poner un pero, dice que su fuerte pronto a veces le juega malas pasadas. Aspecto curioso para un hombre apasionado de la lectura, la música clásica y la escritura.

Probó el polvo de los campos de arena en Coslada, sustituyó a Rafa Benítez en Tenerife y su nombré empezó a escribirse en mayúsculas en Vallecas y en la que llaman la ciudad de Betis. Si los aficionados del Rayo Vallecano guardan un especial cariño a Pepe Mel por, entre otros cosas, ascender al equipo a Segunda División tras cuatro años en 2ª B, su nombre entre el aficionado bético va camino de ser eterno. Ellos no se imaginan un Betis sin Mel al mando y él afirma que permanecerá en el conjunto verdiblanco el tiempo que la gente quiera. No pide dinero, sólo cariño y reconocimiento, y de eso tiene mucho últimamente.

Ya las crónicas de sus comienzos se hacían eco de la valentía y verticalidad de sus equipos. Pepe Mel siempre ha defendido este fútbol, lo ha ido adaptando según las circunstancias propias de sus plantillas y las ajenas, pero el descaro siempre ha estado muy presente en sus planteamientos y sus equipos. No oculta el gusto por conjuntos anchos y verticales y otorga gran relevancia al juego de los extremos: “La velocidad, el uno contra uno y el desborde son primordiales en el fútbol de hoy”. Su metodología está notablemente influenciada por la Periodización Táctica, apostando por entrenamientos integrados en los que constantemente se recrean situaciones de partidos. La carga de entrenamientos es lineal, no hay excesivas diferencias entre agosto y marzo, y se decanta por sesiones cortas pero intensas de generalmente 80 minutos. Afirma dar gran valor a la táctica y ve a los medios de comunicación como un elemento estabilizador, mostrando gran dominio y respeto ante la prensa.

Si algo diferenció a Pepe Mel desde su llegada de los anteriores entrenadores del Betis fue su capacidad para adaptarse; saber qué quiere y piensa el aficionado, qué simboliza el club y qué acciones eran necesarias en un convulso escenario. El técnico bético se encontró una situación institucional cercana al esperpento y un vestuario lleno de egos e inmerso en la Segunda División. Él, ante eso, no cesó de lanzar tres mensajes: “Hay que aislarse del ruido de fuera y centrarse en lo que está en nuestra mano, ganar partidos”; “Somos un equipo de Segunda División”; y “Quien no corra, no juega”. Este discurso fue clave para reorientar un vestuario roto. Mel concienció a los suyos de que, pese al buen cartel de algunos, eran jugadores de Segunda División y que sería sobre el verde donde tendrían que demostrar que eran mejores. Perdió grandes nombres como Sergio García o Mehmet Aurelio, pero ganó en unión.

Perfecto conocedor de la Segunda División, sabía que los espacios escasearían para un equipo que buscaba ser protagonista. Por ello no dudó en potenciar dos aspectos: la amplitud y las vigilancias ofensivas para mejorar la calidad de la pérdida de balón. Como demostró desde su primera temporada, Pepe Mel es un entrenador versátil. Sabe que no existen las ideas fijas en fútbol o que, por lo menos, no otorgan éxitos. Por ello, en cada campaña el Betis se ha ido reinventando. Comenzó la conquista del ascenso con un 4-4-2 con dos extremos bien abiertos y gran protagonismo de los laterales en la fase ofensiva, pero la aparición de Beñat, entre otras cosas, propició la implantación del 4-3-3 con un mayor peso del carril central. La contribución de Beñat repercutía en Emana, quien ya no tendría que retrasar tanto su posición en la gestación y podría percutir en zonas más beneficiosas para su juego. La amplitud la proporcionarían unos laterales muy participativos en ataque. El conjunto verdiblanco mostró durante la temporada una notable capacidad para administrar los continuos ataques estáticos que los rivales le presentaban. Salva Sevilla y Beñat en la circulación, Rubén Castro en las rupturas, Jorge Molina en los apoyos y Emana como arma determinante eran los argumentos para este tipo de situaciones.

Ya en Primera División, el Betis extrapoló, con éxito en las primeras jornadas, el juego valiente y dominador a través del esférico que practicaba en Segunda. Pero pronto los rivales penalizaron las debilidades que dicha apuesta generaba: defensivamente no eran tan tenaces, básicamente por la diferencia de nivel, y su excesiva exposición acabó siendo muy perjudicial. Esto provocó una racha de diez partidos consecutivos sin ganar, todos ellos con un patrón común: inocuos porcentajes altos de posesión, falta de profundidad y gol y sangría en la transición defensiva. Aprendida la lección, el Betis adaptó su discurso futbolístico a la competición y, con un juego quizá menos vistoso, pasó a ser un conjunto más competitivo. Empezaron a prevalecer algunos conceptos defensivos, ya que como el propio técnico reconocía: “Cuanto más ofensivo seas, mejor hay que saber defender”.

El Betis actual, con sus fortalezas y debilidades, tiene mucho de aquel que se vio obligado a dar un pequeño giro para ser más competitivo. En el mercado estival mostró coherencia con su discurso futbolístico y actualmente tiene un plantilla amplia y acorde al fútbol que pretende y aplica. Durante la 12/13 hemos visto un Betis muy camaleónico en lo táctico, pero del que han destacado, especialmente, sus fugaces contragolpes, su amplitud, esfuerzo denodado y capacidad de sufrimiento sin balón y su determinación de cara al arco rival. Esta ha sido la temporada en la que Pepe Mel ha tenido más recursos para enfrentar los partidos. Ha encontrado muchas variantes en su plantilla para poder potenciar sus virtudes y penalizar las del contrario. Esta riqueza se ha visto reflejada en el esquema base, donde ha llegado a utilizar hasta cuatro distintos: 4-4-2, 4-2-3-1, 4-1-4-1 y 4-3-3. Sin duda, este Betis creciente es una obra de autor, es la creación de un entrenador que cobra confianza y cariño para regalar resultados.

* Miguel Verdugo.


– Foto: Paco Puentes (EFE)




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