«Serás eterno como el tiempo y florecerás en cada primavera», reza uno de los dichos más populares de uno de los gigantes del fútbol sudamericano, el Club Atlético Peñarol. El CURCC –Central Uruguay Railway Cricket Club– nació el 28 de septiembre de 1891 y de la reunión entre los fundadores surgió una frase que ha resistido a los cambios de nombre de la entidad, de CURCC a CURCC Peñarol y posteriormente a CA Peñarol, y al paso de los más de 122 años de historia del cuadro aurinegro. 122 años llenos de gloria futbolística elevada a la máxima expresión, con Intercontinentales y Libertadores de por medio.
Precisamente el sexto entorchado a nivel continental estuvo cerca de llegar a las vitrinas de Peñarol hace poco más de dos años. El equipo manya, dirigido entonces por Diego Aguirre, perdió 2-1 en la vuelta de la final del 2011 ante el Santos de Neymar, Ganso y Elano tras el empate a cero de la ida en el Centenario. Pese a la derrota, el éxito carbonero en el torneo derivó en el éxodo de varios de los pilares del proyecto de Aguirre, que también emigró al fútbol catarí –recientemente despedido por el Al-Rayyan–. Los campeones del siglo perdieron la hegemonía en el torneo local durante dos años a manos del eterno rival, Nacional. La llegada de Jorge el Polilla da Silva al banquillo amortiguó la caída, con la consecución del Torneo Uruguayo 12/13, pero nuevamente los petrodólares –esta vez de los Emiratos Árabes– pusieron fin al discurso del técnico en Montevideo.
Esta salida masiva de jugadores, con los Varela (Manchester United), Cristóforo (Sevilla), Jim Varela (Benfica) y Alejandro González (Hellas Verona) como casos recientes, tiene su explicación por la falta de repercusión del torneo uruguayo a nivel internacional, el reducido tamaño del mercado local y la amenaza de la implantación del famoso Fair Play Financiero en la CONMEBOL. Además, la entidad pretende acometer la construcción de un estadio propio –el Centenario es propiedad del gobierno– en febrero de 2014, con un coste estimado de 40 millones de dólares.
El curso 13/14 arrancó con Diego Alonso, integrante del plantel subcampeón de América dos años atrás, como técnico. Cuatro meses, un fracaso estrepitoso en treintaidosavos de final de la Copa Sudamericana y cinco puntos tras seis partidos de Apertura después, el exatacante aurinegro dejaba el mando en beneficio de Jorge Gonçalves, con experiencia como técnico interino. «Me quedaría toda la vida, como Ferguson», dijo el hijo del mítico Néstor Tito Gonçalves –único jugador de la historia en jugar seis finales de Libertadores– en su presentación.
La llegada de Gonçalves supone un cambio en un esquema que se quedó huérfano sin Cristóforo en el centro del campo. Toni Pacheco, siendo un ‘9’ con cierta técnica a sus 35 años, pasó a jugar en el doble pivote en un 1-4-4-2 con Zalayeta en la punta del ataque y excesiva dependencia de otras viejas glorias como Estoyanoff o Castillo. El esquema no se sostenía por ningún lado, por lo que Gonçalvez ha preferido pasar al 1-4-4-1-1, poner a Pacheco de ’10’ y dejar en punta al prometedor Jonathan Rodríguez (20 años), con Píriz y Aguiar en el doble cinco. Un soplo de aire fresco que ya ha dejado su primer fruto en la goleada frente al colista Miramar Misiones del pasado domingo, aunque no exenta de algunos problemas como el escaso dominio de los partidos por la inferioridad numérica en el centro del campo.
Tras un Apertura que ya se da por perdido, Gonçalves tiene por delante el objetivo de poner el equipo a punto para el Clausura y, más a corto plazo, preparar el Clásico ante Nacional de dentro de tres semanas, el único aliciente que le queda al cuadro carbonero de aquí a final de año. ¿Florecerá Peñarol antes de que llegue el verano o tendrá una nueva campaña sin frutos? Solo el tiempo lo dirá.
* Nahuel Miranda.
– Foto: Ovación
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