Ganso forma equipo. Neymar es un artista, un malabarista, es el trapecista del circo. Pero es Ganso quien va creando esos trapecistas todo el tiempo. (Sócrates Brasileiro)
Los campos españoles y europeos finalmente tendrán a su disposición a uno de los más talentosos números 10 producidos por Brasil en los últimos años. Paulo Henrique Ganso ya es del Sevilla. A los 26 años, este zurdo brasileño llega para ser pieza fundamental en el montaje del equipo de Jorge Sampaoli, uno de los entrenadores de mayor proyección internacional en los últimos cinco años, primero con su envolvente Universidad de Chile, campeona de la Copa Sudamericana 2011 y semifinalista de la Libertadores 2012, y después con la selección chilena, consolidando el legado de Marcelo Bielsa al casi eliminar el Brasil de Scolari en los octavos del Mundial 2014 y conquistar el primer título de la historia del seleccionado nacional en la Copa América 2015.
Hay una clara división entre quienes analizan la trayectoria de Ganso. De un lado están aquellos que lo definen como un genio incomprendido y de rarísima calidad. De otro, quienes lo ven como un jugador sobrevalorado gracias a unas cuantas jugadas aisladas que se pierden en el tiempo. La verdad no está enteramente en ninguno de los lados, pero sonríe más a quienes confían en su calidad. Y las explicaciones para ello están expuestas a lo largo de su carrera, que está lejos de quedar resumida en los seis meses de ensueño al inicio de 2010, un período en el que fue el líder de Neymar, Robinho y compañía en un Santos espectacular.
En la recta final de la Libertadores 2011 fue una referencia técnica muy importante. Al comienzo de 2012, en un equipo que intentaba emular (precariamente) algunas de las características del Barcelona de Guardiola que lo trituró en el Mundial de Clubes del año anterior, Ganso también demostró todo su vasto repertorio. En el Brasileirão de 2014 volvió a jugar un fútbol de altísimo nivel. Y en el primer semestre de 2016, período de muchas dificultades para Edgardo Bauza en el São Paulo FC, fue uno de los principales responsables de la evolución –incluso con buenos resultados en el campo, llegando hasta la semifinal de la Libertadores– de un equipo aún en formación.
Sus limitaciones se deben a básicamente a dos problemas:
1.- En 2007, cuando aún era de la cantera santista, y en 2010, tras seis meses encantando a todo Brasil, Ganso sufrió dos lesiones gravísimas, una en cada rodilla, que perjudicaron toda su movilidad en el campo.
y 2.- En un fútbol como es el actual brasileño, marcado por equipos desagrupados, poco compactos y casi sin ideas de juego, el talento de ‘10’ que acciona otros talentos pierde completamente sus oportunidades de alcanzar un nivel de regularidad significativo.
Ganso ya no tiene edad para ser considerado una revelación ni una joven promesa, pero se trata claramente de un jugador que aún no se destapó por completo. Por problemas físicos, ya no es el número diez potente que tenía todo para triunfar. Por falta de un contexto adecuado, aún no llegó a ser el hombre que dicta el ritmo de su equipo en todo instante. Pero bajo el mando de Sampaoli, en una posición más retrasada y dentro de un equipo creativamente más fértil, pueden darse todas las condiciones para alcanzar su potencial máximo. Es posible que la primera tentativa de Ganso en tierras europeas sea frustrante, pero es más probable que quien afirme que Ganso ya alcanzó su límite futbolístico pueda sorprenderse en pocos meses.
FICHA TÉCNICA
En este aspecto se halla una de las principales complicaciones de su carrera. En 2007 se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. En agosto de 2010 sufrió la misma lesión, pero esta vez en la rodilla izquierda. Y aún aprovechó al menos dos veces breves paradas en el calendario brasileño para someterse a artroscopias en las rodillas, como si fuera un pit-stop automovilístico. El jugador no hace muchos comentarios sobre esas lesiones, pero es innegable que sus efectos clínicos, físicos e incluso psicológicos aún se perciben: sus traumas fueron tan grandes que el jugador pasó incluso a sentir un interés especial por la medicina deportiva, haciendo posible una carrera post-jugador más enfocada a esta área que a ser entrenador o dirigente de algún club.
Ganso es un jugador de movimientos sutiles y bien pensados, que difícilmente corre más de lo necesario. En regiones más avanzadas del campo, por facilitar la marcación rival, eso es algo que complica su desempeño. Más retrasado, sin embargo, intenta coordinar los movimientos de su equipo y esa movilidad reducida tiene menos interferencia negativa en su juego.
Con base en una métrica puramente física, Ganso podrá ser algo parecido a lo que fue Valdivia en la selección chilena, como eje central de un carrusel de movimientos y cambios de pases en forma de 3-3-1-3 o 3-4-1-2, pero tendrá dificultades para ser un ‘10’ de movilidad como son, por ejemplo, David Silva, Özil o Mkhitaryan; necesita de la compañía de, por lo menos, un mediocampista de vigor físico (preferencialmente dos) delante suyo para ser un regista como Pirlo o Verratti; y tiene todas las condiciones de ser un jugador de proyección caso de jugar en una función más parecida a la de Kroos, al lado de un volante que, además de buena lectura de juego y óptima calidad de pase, también tenga un bueno sentido del posicionamiento defensivo: Kranevitter, que también llegó al Sevilla, es un ejemplo perfecto.
«No veo a ningún armador tan por encima de la media como yo», dijo Ganso durante el Brasileirão 2014. En aquel momento, realmente estaba atravesando un momento especial, con São Paulo peleando por el liderazgo del campeonato nacional y siendo él uno de sus principales figuras. Esa autoconfianza está presente en sus actitudes o declaraciones hasta en los malos momentos. Y no parece tratarse de arrogancia o prepotencia. Ganso se siente genuinamente así, y acostumbra a hablar de su talento como jugador con cierta naturalidad.
Un buen ejemplo sucedió en la final del Campeonato Paulista 2010: Santos perdía con el Santo André por 3 a 2, resultado que aún daba el título al equipo de Ganso, y el técnico Dorival Júnior resolvió quitarlo de campo. Tres jugadores del Santos habían recibido tarjetas rojas, y el equipo estaba con sólo ocho hombres en campo. El Santo André, con un expulsado, jugaba con diez y presionando. Ganso era el único jugador que conseguía conservar el balón en la zona de ataque, evitando una presión aún más sofocante del adversario. Y, entonces, el técnico Dorival Júnior resolvió sustituir a Ganso por un defensa central. Al ser avisado de que dejaría la cancha, el ‘10’ no lo dudó y empezó a gritar y gesticular de un modo tan vehemente que el estadio entero lo vio: «¿Yo? ¡Yo no! ¡Yo no voy a salir! ¡Yo me voy a quedar aquí!». Ganso permaneció en el campo. Siguió conservando el balón algunos minutos más y el Santos se proclamó campeón.
Una velocidad mental fuera de lo común, una visión de juego privilegiada y un excelente nivel de acierto en los pases por abajo en profundidad son las tres principales cualidades de Paulo Henrique Ganso. Otras características que también merecen destacarse son su manejo de balón en espacios reducidos –ya le hizo ser protagonista de algunos regates impresionantes–, su precisión en los pases con la parte externa del pie zurdo y su capacidad para realizar lanzamientos verticales, por alto, a partir de la intermediaria ofensiva.
Para ser aún más decisivo en las zonas avanzadas del campo debería arriesgar más disparos desde fuera del área cuando las opciones de pase por los laterales o entre las líneas de marcación del oponente no se presentan rápidamente. Aunque demuestre una óptima técnica en los remates, es un jugador que finaliza poco.
Ganso siempre jugó más como el ‘10’ avanzado, con dos o tres delanteros a su frente. Casi no hay registros suyos actuando más retrasado, como primer o segundo hombre del medio campo, comandando toda la construcción ofensiva de su equipo desde atrás. Cuando sucedió así, fue debido a circunstancias del juego y no a su alineación inicial. Pero no faltarán ni capacidad en el entrenador ni inteligencia en el jugador para que esta nueva función pueda ser bien ejecutada. Para ser un arquitecto de alto nivel desde atrás, alternando entre pases cadenciosos o veloces, según sea el momento del partido y las circunstancias de cada jugada, es preciso tener inteligencia y una visión de juego por encima de lo común. Y Ganso las tiene.
Defensivamente, en los últimos años también evolucionó significativamente. En algunos momentos, llegó a ser inclusive el líder del São Paulo en el ámbito de robos del balón, algunos en la zona de ataque, después de que el equipo perdiese la posesión, pero también muchos de ellos en su propio campo. Más que la técnica perfecta en el robo del balón, Ganso es maestro en la lectura de los movimientos del adversario, lo que muchas veces le permite anticiparse al toque siguiente del rival y recuperar la posesión para su equipo.
Sus números comenzaron a mejorar en 2013, y su gran punto de inflexión en este aspecto llegó en 2014. El São Paulo tenía a Kaká, Michel Bastos, Alexandre Pato y Luis Fabiano, pero no era sencillo que todos ellos pudieran jugar al mismo tiempo. Para escalarlos al máximo, el técnico Muricy Ramalho posicionó a Ganso abierto por la derecha, en una segunda línea de cuatro jugadores. Con el balón, buscaba las zonas centrales y abría el pasillo para el avance del lateral derecho. Sin el balón, volvía por el lado derecho como nunca antes había hecho en toda su carrera. Desde entonces, incluso cuando juega en otras posiciones se muestra cada vez más solidario en las fases defensivas.
* Gustavo Carratte es periodista y editor del sitio web brasileño “Conexão Fut”
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