Patrick Ebert, el genio inconformista

por MARCOS CASTRO el 7 noviembre, 2013 • 9:42

Rubio. Ojos azules. Tatuajes en ambos brazos mostrando una imagen más parecida a una estrella de rock que a un futbolista. Carácter único. Mentalidad ganadora. Así es Patrick Ebert, un jugador especial donde los haya que ha encontrado a orillas del Pisuerga la paz necesaria para desarrollar todo el fútbol que lleva dentro.

Los inicios de Patrick se sitúan en el Hertha Berlin, el club en el que se formó como futbolista, debutando en la Bundesliga un lejano 13 de agosto de 2006. Compartió campeonato de Europa sub-21 con otros nombres ilustres como Mesut Özil, Manuel Neuer o Sami Khedira y también juergas nocturnas por Berlín junto a un imberbe Kevin-Prince Boateng. Tenía un futuro prometedor al poseer unas cualidades técnicas envidiables: fenomenal golpeo de balón, especialmente en jugadas de estrategia, desborde y calidad técnica. Sin embargo, Ebert, como otros talentos, se ha visto perjudicado en numerosas ocasiones por un carácter temperamental e impulsivo que le ha afectado a su contribución al equipo.

A pesar de ello, el desarrollo de la temporada pasada fue un auténtico regalo para los aficionados del Nuevo José Zorrilla que acudían cada fin de semana para ver las diabluras por la banda derecha de una pareja que se entendía a las mil maravillas. Tanto Antonio Rukavina como Patrick Ebert, ambos llegados desde Alemania, aterrizaron en Pucela con el anonimato bajo el brazo pero con la ilusión por bandera. Fueron una auténtica pesadilla para la mayoría de rivales, que se veían incapaces de detener las numerosas incursiones del lateral serbio y la magia y desequilibrio del extremo alemán.

La llegada el pasado verano de Juan Ignacio Martínez no ha implicado un cambio en el estilo de juego del equipo pucelano. Con las repetidas ausencias por lesión de Óscar, seguramente el futbolista que atesora mayor calidad de la plantilla, Ebert se ha erigido en el factor diferencial en este inicio de campeonato a pesar de que varias molestias físicas le han impedido disputar más jornadas, tal y como sucedió el año pasado.

El conjunto vallisoletano ha logrado hasta la fecha un total de 14 goles. En ese aspecto destaca Javi Guerra, pero si analizamos con detenimiento todas las jugadas que han acabado en gol, Ebert es la clave en el engranaje del equipo. Ha conseguido 3 goles (en todo el curso pasado logró anotar el doble), una cifra correcta para un jugador de sus características, pero lo que llama la atención es la belleza estética con la que los consigue. Especialmente el segundo ante el Sevilla, con un excelente lanzamiento de falta directa desde la frontal del área, y el último en Vallecas, con una jugada individual que suele efectuar de forma brillante: recorte hacia dentro para la posterior salida y disparo potente con su pierna izquierda. En el recuerdo todavía queda uno de sus mejores goles con una deliciosa vaselina en el Reyno de Navarra en una victoria importantísima ante un rival directo en la lucha por la salvación.

Además de su contribución anotadora, la otra faceta en la que brilla con luz propia es en la de asistente. Es el mejor futbolista de la plantilla en ese apartado con un total de 4 asistencias de gol, siendo tres de ellas a balón parado gracias a su fabuloso golpeo con pie derecho, que facilita a delanteros como Guerra, Manucho y Osorio remates dentro del área en condiciones muy favorables. Es un verdadero especialista, de los mejores de todo el campeonato. Estos datos confirman que Ebert ha participado directamente en la mitad de los goles conseguidos por el equipo.

La intensidad con la que vive este deporte sumada a su carácter impetuoso hace que en ciertas ocasiones no mida correctamente sus acciones sobre el terreno de juego. Su expulsión en Almería dejó al equipo en inferioridad numérica en un partido clave ante un rival directo. Sin embargo, Ebert entonó el mea culpa demostrando su compromiso con el resto de compañeros y sus ganas de competir y vencer: “Debo aprender, pero resultaba difícil porque estaba molesto con el juego. En mi opinión, no era posible perder contra el Almería. Tenemos mejor equipo pero no lo demostramos (…) Le pedí disculpas al equipo por mi expulsión”.

La magia que atesora Ebi está fuera de toda duda. Su carácter competitivo también es una garantía, y cada vez se siente más importante con el rol protagonista que tiene asignado dentro del colectivo. Si es capaz de ser regular en su juego y dominar su temperamento, estamos delante de un jugador clave en el porvenir del Real Valladolid esta temporada.

* Marcos Castro.

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