"Volved a emprender veinte veces vuestra obra, pulidla sin cesar y volvedla a pulir". Nicolás Boileau
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1.- Por más que la célebre frase relativa a la mujer del César lo haya vulgarizado, el parecer siempre fue muy apreciado. Todo el mundo recompensa antes las apariencias de mérito que el mérito mismo, como decía François de la Rochefoucauld; al menos, es de suponer, hasta que parezca ser absurdo. Suele contarse en las escuelas militares británicas la historia de lo que parecía ser un arma innovadora en la II Guerra Mundial: la granada de mano número 74. Se le conocía como la bomba pegajosa porque llevaba adherida una capa de adhesivo para que se quedara pegada en los tanques enemigos. Pero nadie reparó en la pericia y la calma que requería su preparación y lanzamiento en pleno combate, por lo que con frecuencia se quedaba pegada en la mano del soldado, y terminó causando más bajas propias que enemigas. Fue absurdo antes de parecerlo.
2.- Nació el domingo en Bilbao y no parecía un día más, sino uno de los importantes. La ría bullía inquieta, burbujeando con discreción al bañar la nueva estampa de la catedral. Algunos balcones asomaban de gala y aldeanos ataviados de inmaculado rojo y blanco paseaban nerviosos, agitando la txapela para conjurar el viento del sur. Parecía jugarse algo importante. La gente acudió a la puerta del hotel a animar y arropar al autobús en el camino hacia el campo y se encontró a toda la plantilla, incluidos los lesionados, unida y uniformada para transmitir que hoy no se jugaba un partido como los demás. Por parecer, no, definitivamente no parecía un domingo cualquiera.
3.- Llegó a San Mamés el Sevilla como amenaza, antes latente, ya manifiesta, al labrado sueño de grandeza del Athletic. Nueve victorias en las diez últimas jornadas de liga y una trayectoria continental que le ha colocado a un paso de una nueva final de Europa League. A solo tres puntos y en dinámica ganadora, a todas luces un rival bien parecido.
4.- Unai Emery conoce bien el juego de presunciones y apariencias que decide la puesta en escena en un partido de fútbol. Cuatro días antes y tres después de toda una semifinal europea, quiso exagerarse tanto que terminó por no parecer ser quien llegaba. Pareciese y no fue nada.
5.- El Sevilla ha encontrado regularidad y confianza desde un bloque simétrico de dos primeras líneas bajas, dos centrales (Fazio y Nico Pareja) complementarios y que defienden con solvencia el área, dos pivotes fuertes y paralelos, el balón parado, un contraataque diferencial y automatismos para robar activando a Rakitic, verticalidad por fuera con los extremos y gestión por dentro de Bacca, y que Ivan decida. Sus virtudes parecían dificultar el juego del Athletic.
6.- Pero Emery exageró el planteamiento. El Sevilla se plantó en un 4-4-2, con Carriço e Iborra en la media, doble lateral en la derecha, Trochowski en la izquierda y Gameiro con Bacca en punta. No disimuló que rotaba, pero exageró la versatilidad de su plantilla y su pizarra. Tampoco ocultó que los dos primeros bloques bajos debían evitar grietas interiores y defender con soltura los envíos al área, controlando por superioridad los rechazos y segundas jugadas, y confiando en que los espacios consecuentes, que en San Mamés hay que preocuparse más por gestionarlos que por crearlos, serían aprovechados por los puntas, móviles, veloces y apoyados por las bandas que estuvieran a tiempo de llegar. Como el Athletic queda mal parado si no domina los rechazos y nunca exhibió entre sus virtudes la corrección corriendo hacia atrás, todo parecía tener sentido.
7.- El gol olímpico de Susaeta a los 4 minutos de partido acabó con el juego de los parecidos antes de sentarse a discutirlo. Pese al accidente, Emery no tocó corneta y el Sevilla decidió hacer como si nada: adelante con el plan, el partido dura noventa minutos y supondremos que el planteamiento también. Aunque el gol atemperó el choque hasta un ritmo demasiado calmado como para que el Athletic se sintiera dominante, Valverde pareció dar dos consignas. Primero, que los balones al área se centrasen solo desde posición de ventaja ganada y atacando el balón con Aduriz y el extremo del lado opuesto; los demás, a la segunda jugada. Y dos, como entre las dos líneas de cuatro y los dos puntas sevillistas había mucho espacio, aprovechémoslo nosotros antes de que lo intenten ellos. Las conducciones de Muniain en diagonal (que borró del mapa del partido a Figueiras) y los movimientos de Mikel Rico y Ander Herrera castigaban una y otra vez a los pivotes sevillistas, que sentían desguarnecer a su equipo con cada decisión que se veían obligados a tomar.
8.- Tras el descanso, Emery no hizo cambios, lo que ya hizo parecer que, de verdad, exageraba. Trató de soltar un poco las bandas y enlazar la última línea y entonces el problema se planteó de nombres propios: defendía un poco peor. El Athletic se atrevió entonces y Valverde dio carta blanca a centrar sin tanta premisa al área, aunque sin dejar de vigilar la continuación. La carta blanca se tradujo en que Iraola lanzó centros desde posición de volante (la metodología de entrenar envíos al área desde todas las posiciones posibles en Lezama debe de ser algo digno de estudio) y Ander Herrera apoyó al remate de Aduriz para distraer atenciones, llegando junto al extremo del lado opuesto. Así llegó el 2-0, que premió la constancia de Muniain. Así pareció sonar el gong que volcó la pizarra de Emery: Rakitic y Vitolo al campo con los dos delanteros intactos.
9.- Un minuto desastroso terminó con cualquier chispa de incertidumbre. Diogo Figueiras completó una tarde desafortunada con una expulsión absurda y Ander encontró un remate que debe enriquecer su rico juego tras otro centro académico de Iraola. Marcaría después Gameiro, sin más trascendencia que la estadística individual.
y 10.- El Athletic gana un partido decisivo como premio a su regularidad y se queda a tres puntos de regresar a la máxima competición europea dieciséis años después. El Sevilla se distraerá del dolor planificando su travesía a Turín pasando por Valencia, pero será difícil que olvide que se dejó en Bilbao un billete con una idea que fue equivocada antes de parecerla. Y, por parecer, la Liga de Campeones parecía tan importante o más para el proyecto que ganar la UEFA Europa League. De veras que lo parecía.
* Pedro José Arbide.
– Foto: Athletic Club
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