Dos años. Eso es lo que ha transcurrido desde la llegada al Atlético de Madrid del entrenador argentino. Setecientos treinta días desde que se puso el chándal y comenzó a entrenar a una plantilla mermada psicológicamente. En aquel momento, Diego Pablo Simeone dejó claro qué es lo que quería: »Me gustaría ver un equipo fuerte, aguerrido, veloz y contragolpeador». Esas palabras fueron pronunciadas el 27 de diciembre de 2011 en la sala de prensa del Vicente Calderón. Era su presentación en la que iba a ser su casa y, como si hubiese jugado a ser adivino, lo clavó.
Aunque más que adivino, él ha jugado a ser entrenador. Y en eso lleva ventaja a muchos. Empieza el año 2014 igual que empezó aquel lejano 2012, visitando La Rosaleda para enfrentarse al Málaga. Entre medias, tres títulos y la sensación de equipo grande. Algo que terminó de hacerse notar en el Santiago Bernabéu. »Del 2013 me quedo con la final ganada al Real Madrid. Todos sabemos lo que significa eso para la afición, pero también para mí. Quedará para la historia de la entidad».
El golpe en la mesa final de un equipo, el rojiblanco, que basado en el »trabajo y el sacrificio» se ha ganado ser un rival a tener en cuenta. A pesar, según Simeone, de que »aún se puede mejorar».
Mejorar. La palabra exacta para definir la relación de Raúl García con la afición del Manzanares. »Él es un ejemplo para todos. Es importantísimo en el vestuario, por eso es capitán». Porque el navarro nunca ha tenido la vida fácil en Madrid, pero con Simeone como inquilino del banquillo atlético ha llegado la paz para un futbolista que está viviendo los mejores momentos de su carrera. »Da mucho al grupo desde lo futbolístico y lo grupal. Con su trabajo, esfuerzo y convicción ha ido cambiando la idea de todo el mundo. Partido a partido nos ha demostrado que no nos equivocamos con él».
El partido a partido. Esa frase hecha que no se cansa el argentino de pronunciar e inculcar a jugadores, directivos y medios afines y que, los más quisquillosos, empiezan a catalogar como una jugada de Simeone para quitar presión a los suyos. »Para construir una casa, primero tienes que poner los cimientos. No puedes empezar directamente con el tejado, porque si no se te viene encima. Si quieres que quede bonita, debes hacerlo con orden. En el fútbol es igual. Ese es el partido a partido».
Encuentros que vive de manera especial: »Cuando los futbolistas entran en calor y me quedo solo en el vestuario, hablo con mis hijos e intento alejarme de toda la responsabilidad y situación que estamos viviendo. Es una forma de enfocarme en o mío». Una familia, la de sangre, no la futbolística, a la que enseña cómo en la »vida hay que tomar decisiones y vivir detrás de lo que a uno le despierta ilusión o pasión».
Una pasión que le lleva a vivir todo con mucho sentimiento. »Para sacarme algo bueno, yo te doy el corazón». Y, ni más ni menos, es lo que ha hecho Simeone con el Atlético de Madrid. Poner su corazón al servicio de todo el cuerpo técnico, jugadores y afición y entregarse en cuerpo y alma a un proyecto de un equipo que él siente muy adentro. »Soy del Atlético de Madrid».
Y además, está muy feliz dentro del club: »Me hace estar bien ver al equipo respondiendo sobre todo aquello que dije al llegar. Este es un club competitivo». Pero no pierde el tiempo en recordar lo que ha logrado. »Ya tendremos tiempo de pensar en lo que hemos conseguido y disfrutado con este equipo. Ahora hay que mirar adelante, trabajar y continuar».
No se para a pedir nada en el nuevo año –»Desde nuestra posición, no podemos pedir más que salud para todos. Somos unos privilegiados y no sería justo»–, pero muchas batallas están por venir para el Atlético.
La Champions, sin ir más lejos. Con una eliminatoria de las que le gustan al preparador argentino. »El Milan es un gran equipo, con un poder histórico en Europa y en un escenario maravilloso. Estamos muy ilusionados, pero habrá que jugar partidos importantes de liga y de copa». El partido a partido.
Europa le debe una a los rojiblancos. Pero olvídense si creen que Diego Pablo Simeone tiene la vista puesta en algo que vaya más allá del partido en La Rosaleda. Allí empezó todo. Fue un 0-0. Dos años después se cierra el círculo. Pero no se engañen, para volver a girar en el Atlético, nada de Argentina. Queda Cholo para rato. »Me gustaría ser el Ferguson del Atleti. Soy joven y necesito del día a día, del campo. Y eso la selección no te lo da». Aguante cholismo.
* Imanol Echegaray García es co-autor de InterSportMagazine.com
– Foto: Paco Campos (EFE)
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