"El éxito se mide por el número de ojos que brillan a tu alrededor". Benjamin Zander
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Llegó bajo una melodía estruendosa y de película de terror y hoy vive en un jardín de gominolas mientras por la megafonía del Vicente Calderón suena el himno de la Champions. El Manzanares se ve más limpio, las tardes de domingo de fútbol ahora son los sábados, las telarañas del museo se encuentran en la basura. Salvó de la quema a un equipo que se ahogaba en el charco de su desesperación y le predispuso, con lo que contaba, para levantarse de los golpes y prepararse para unas embestidas de un nivel superior al que antes se exigían. Con menos herramientas que otros para intentar escalar a la misma cima del fútbol, allá donde no sólo se consiguen títulos sino también titulares, Simeone ha logrado que, por la sombra y sin aparente ruido, cada vez se hable más y mejor del Atlético de Madrid, que ya no es el ‘pupas’, porque la ‘pupa’ ahora la hace él.
Para llegar al punto en el que se encuentra actualmente el conjunto rojiblanco, las vivencias que Simeone, primero como jugador y luego como entrenador, ha ido viviendo a lo largo de su carrera, han ido construyendo el denominador común que hoy se acrecienta en el vestuario del Calderón. Con la motivación como estrategia del argentino y desde la sensibilidad de una hinchada tan peculiar como la colchonera, el Cholo ha ido calando en todos y cada uno de los jugadores que han pasado por sus manos.
‘’Cuando la vida nos pone retos el ser humano siempre responde, porque en las dificultades somos mejores’’. No lo dice un psicoanalista ni un filósofo griego. Esto lo dice el entrenador del Atlético de Madrid, que desde que llegó a la capital para hacerse con las riendas de un club a la deriva, supo el desafío que tenía que llevar a cabo. Un equipo en el fondo de la clasificación, sin patrón de juego, con una falta infinita de un líder y con menos sangre en las venas que una industria lechera.
Su llegada, como persona ligada a la entidad y como entrenador, propició que esos jugadores faltos de liderazgo, se echasen en brazos de su nuevo jefe. ‘’El liderazgo dentro de un grupo no se elige, es el grupo el que te lo da’’. Esa clase de persona es diferente al resto. Sus palabras entran en tu mente con la naturalidad de saber que lo que te está diciendo es realmente lo acertado, es la verdad universal. Si un líder te dice que lo mejor es que te ates una roca al tobillo y te lances desde un puente, lo harás. Así es él. Capaz de gestionar a una plantilla a la que le faltan toques para dar un paso más y de lidiar con una directiva que le compra lámparas cuando él pide cómodas. Alguien que no permite bajar los brazos a ningún jugador y que hace sentir tan importante a aquel que juega veinte minutos al mes que aquel que no descansa nunca.
Así, por ejemplo, Raúl García viene a la mente como el máximo exponente de ese liderazgo que Simeone desprende por los poros. Un jugador que ha llegado a ser silbado en el Vicente Calderón y que apenas disputaba partidos de Copa del Rey o intrascendentes de Europa League. El navarro podía ser titular indiscutible en multitud de sitios, pero quizás no estaría tan valorado por un entrenador como en el Atlético. Así, sin levantar la voz y desde el trabajo que exige el míster, Raúl cumplió siempre con su papel cuando la situación requería de su presencia. Estima mucho a Simeone y ha cambiado los silbidos por aplausos en un comienzo de temporada magnífico.
Pero el Cholo entrenador viene de mucho antes de abandonar los terrenos de juego. ‘’Según veía que se acercaba mi final como jugador ya hablaba a mis compañeros como un entrenador. Y lo mejor es que ellos me seguían y aceptaban ese rol’’. Él manda y todos aceptan. No es para menos. Con 24 años ya era capitán de la selección argentina.
La base principal, que es de lo que hablamos en este texto, por la que al Atlético ahora se le reconocen sus méritos, es el grupo. El vestuario del Manzanares no es una aglomeración de compañeros que entrenan dos horas al día y dejan de verse. Son amigos. Comen juntos, cenan juntos, hacen vida juntos. Se respetan y se ayudan. Y ahí Simeone es el principal artífice. ‘’El grupo tiene que estar contigo, tiene que creerte. Si duda de ti o desconfía, las piedras empiezan a aparecer en el camino’’. La unión del grupo en torno a su persona y la capacidad de tener a 23 egos con hambre de titularidad contentos, hace las cosas más fáciles.
Esta fue el bautizo que Diego hizo a toda la plantilla. El siguiente fue la fe y la convicción. Entró en un vestuario roto y descompuesto quemándose el trasero con los puestos de descenso a la espalda, y fue capaz de convencerles que, yendo partido a partido como si de finales se tratasen, los resultados vendrían y el equipo acabaría donde merecía. ‘’Es la tendencia que preside mi vida: siempre he tenido que remontar ante situaciones adversas’’.
El efecto Simeone, ya no sólo en el Atlético de Madrid, sino en el resto de equipos que ha estado, va más allá de lo meramente futbolístico, algo de lo que ya hablaremos. El factor mental, el principal, el primer episodio del libro que desea escribir, fue este.
* Imanol Echegaray García.
– Foto: EFE
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